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Jesucrist 2.0. El Cristianisme ara i aquí

Francesc Torralba

Ed. Pòrtic. Col·lecció Atrium

Barcelona 2011

324 pág.

 

Francesc Torralba, nacido en Barcelona en 1967, no esconde con esta obra sus convicciones cristianas, sino que expone claramente y sinceramente las claves íntimas de su opción espiritual, de todos conocida. Como muchos otros image-47abb7cd858b702f5dc47fae14cc8731intelectuales europeos, ha querido dejar constancia de su personal vivencia cristiana. Manifiesta que hacerlo, en estos momentos, es ir un poco como a contracorriente. Torralba no ha ocultado nunca las convicciones cristianas como lo ha hecho siempre en sus obras filosóficas y culturales. Esto lo ha convertido en un prolífico y variado escritor, ahora nos regala esta obra para dar a conocer las claves más íntimas de su opción como católico. Lo hace «desde la fe que piensa»: utiliza el «inteligente ut credam» y el «credo ut intelligam». «Expreso lo que creo y trato de dar razones sobre lo que creo», dirá en un determinado momento.

Jesucristo 2.0, después de una magnífica y esclarecedora introducción, habla de la actual caleidoscopio espiritual (agnósticos, ateos, orientalistas, consumistas por oficio, cansados ??con moral de derrota, tibios «dejados») y continúa con el tema de la opción personal por Cristo para servir y transformar el mundo, un mundo que ha de ser amado por todos los creyentes; muestra, más adelante, el Cristo interior que pacifica el alma: este capítulo contiene tal belleza formal y material que sirve para entender perfectamente el camino de la oración, de la meditación y de la entrega, en otros capítulos, nos hablará de Cristo ético y del Cristo cósmico, y acabará, antes de llegar al epílogo, con «el Cristo desesperado: cuando todo se desmorona».

A lo largo de todos los capítulos, se pueden encontrar acertadas reflexiones sobre el amor, la paternidad-maternidad de Dios, la filiación divina, la libertad, la verdad, la belleza el dolor y la contradicción, el sentido de la vida, la grandeza y riqueza del perdón, la mezquindad del resentimiento, la alegría y el gozo de existir: también lo hace, con diáfanas palabras, sobre los retos que se le presentan al cristiano cuando quiere ser coherente, sobre el descanso interior y exterior. La serenidad y visión de fe, las diferencias entre una moral de mínimos y otra de máximos, la posibilidad de una ética global o universal común a todos los seres humanos, la idolatría del trabajo y del consumo materialista, el acertado camino de la ecología para dejar un mundo mejor a nuestros hijos –un mundo en el que tenemos nuestra participación «concreativa»–, la tolerancia cero con la falsía, el cinismo y la hipocresía, la caridad y la solidaridad con los más desvalidos... son otros de los temas tratados. Un rico caleidoscopio: como si, al autor, no se le quisiera escapar nada de todo aquello que configura la actualidad de nuestro mundo.

En la presentación de su libro, el autor dijo que esta opción– muy personal y muy experimentada, desde la madurez de sus 40 y tantos años– como creyente convencido, quiere romper «los esquemas muy binarios que hacemos entre creyentes y no creyentes, una dicotomía que no resuelve nada». «El creyente, –añadió– no debe matar el agnóstico y el ateo que lleva dentro» porque «el agnóstico pone el dedo en la llaga de nuestra fe y te obliga a pensar y a no acomodarse en un acto de fe vivida con inercia». El ateo y el agnóstico, pues, nos pueden ayudar «a romper muchas imágenes banales de Dios». Él enmarca su Jesucristo 2.0 en la necesidad de encontrar «campos de intercesión en los valores, para sumar sin abandonar aquellos elementos fundamentales de la fe».

Las reacciones ante esta obra han sido muy positivas, ya que el libro atrae enseguida por su extraordinaria sinceridad, por el respeto hacia todos, por la sensatez, por la cordialidad, por la firmeza y por la claridad con que se exponen las diversas cuestiones. Durante esa misma presentación, unos amigos literatos y periodistas que le acompañaban, definieron el libro como un «un verdadero testimonio» que, «más de una vez, deja boquiabierto». Un testigo «arraigado en Cristo que justifica el título» y que «incluye la búsqueda de una ética capaz de estar a la altura de los retos globales y locales». Se trata también –decían estos amigos– de «una reivindicación del cristianismo como contracultura» que pasa por «una cultura que desde la periferia es capaz de proponer formas alternativas de pensamiento». Al mismo tiempo, ellos remarcaron el diálogo y el «gusto de Francesc Torralba por la paradoja, sus formulaciones no son nunca cerradas».

Añadieron también: «es un libro que a los agnósticos les hace pensar», y no es una obra oportunista, de cara a la galería. «El cristianismo de Francesc Torralba es un cristianismo que nos interesa» porque nos gusta que no quiera agradar a todos y nos gusta que sea a la vez respetuoso con todos». Torralba no rehuye ninguno de los temas fronterizos actuales. Algunos católicos le tildarán de poco católico y algunos agnósticos, ateos o laicistas lo verán, de hecho, demasiado católico, «porque es fronterizo y piensa por su cuenta».

Un periodista-escritor, como Melcior Comes, que se declara no creyente, manifiesta su admiración por el libro y por su autor diciendo en una recensión: «Para un no creyente, el libro es interesante porque expresa sin aspavientos, desde la buena fe y del conocimiento profundo, en qué consiste la fe cristiana, y nos acerca un universo moral que hemos tendido demasiado a menudo a despreciar. Además, Torralba escribe de una manera comprensible, encomendando a la exposición de sus razones un temblor espiritual que hace que el libro se haga, en muchos pasajes, memorable»... y «el libro le ha servido para reflexionar y para proponerse ir más allá de las superficies, para encontrar un escritor abierto y libre, que ha sabido beber en un conjunto de convicciones milenarias y apropiarse del complemento de una razón que sabe limitada (además de, a menudo, apasionada en adentrarse en excesos cientistas). Un muy buen libro de ensayo».

Jesucristo 2.0, como se ve, no es ni una vida de Jesús ni un tratado doctrinal cristológico. Es un testimonio fehaciente de un miembro de la Iglesia, filósofo y teólogo de profesión que –como se afirma en la contraportada– escribe «un libro personal, sincero y valiente, sin ningún tipo de narcisismo exhibicionista ni tampoco de proselitismo». En la obra, se hace una «auditoría existencial y se interroga públicamente sobre el sentido del cristianismo aquí y ahora como opción de vida». Este «aquí y ahora» sale a menudo a lo largo de los diferentes capítulos. Un «aquí y ahora» que tiene consecuencias en la eternidad con Dios. En el libro «se plantean sin tapujos cuestiones como la fascinación occidental por la espiritualidad de Oriente, el infantilismo anacrónico de ciertas vivencias religiosas, la ética de Jesús, la experiencia de la belleza, la necesidad del silencio...». Son unas profundas reflexiones, originales y convincentes, de un intelectual, profesor universitario en la Universidad Ramon Llull, que medita y aclara sobre cómo se puede vivir –como se debe vivir, en muchos casos con dificultades añadidas por el ambiente materialista– la fe cristiana en los actuales momentos llenos de agnosticismo, de ateísmo, de pensamiento débil, de relativismo, de tibieza y de respetos humanos.

Una de las reflexiones más sensatas que encontramos en Jesucristo 2.0, es sobre la relación de los cristianos con la fiesta y la alegría, con las ganas de vivir plenamente, con el compromiso de mejorar estos mundo. Por tanto, no presenta un cristianismo triste que mire especialmente la maldad de un mundo pecador. Expone la religión cristiana de una manera existencialmente optimista y vital, un cristianismo que no amarga la fiesta de los sentidos. Él afirma a menudo que «la fiesta es inherente a la fe» y que se trata de la «celebración de la existencia, manifestación plena del gozo de existir», de manera que «la fiesta trasciende los límites que separan el mundo visible de lo invisible, a través del canto coral, de la fiesta y de la embriaguez», contra quien piensa que es una frivolidad, como decía Nietzsche y otros maestros de la sospecha. Torralba cree en la fiesta cristiana como una clara «promesa de redención» y propone, por tanto, la «risa cristiana» como una «manifestación de la fe en la resurrección». Reivindica también la gratuidad de la fe, el equilibrio de las tensiones a la hora de vivirla y el ajuste de contrarios para seguir adelante hasta llegar a la plenitud en Cristo. Afirma que «la fiesta –en la Iglesia– es un símbolo de la plenitud posible», por otra parte, este ambiente festivo no tiene «nada que ver con su degeneración consumista y elitista que muy a menudo contemplamos de nuestra sociedad» con sus groseras carcajadas. La búsqueda del anhelo festivo, de las ganas de compartir con todos momentos de gozo, de plenitud, de esperanza, de los llamados instantes de eternidad... vertebran las páginas de la obra.

Y todo lo fundamenta en el seguimiento de Jesucristo. «No entiendo la opción por Cristo –dirá él– como una renuncia a vivir esta vida, sino como una manera de vivirla con más intensidad, con más plenitud, sin subterfugios ni fugas. Sólo viviendo intensamente esta vida, viviéndola como un instante maravilloso, se atisba alguna chispa de eternidad. La eternidad no es lo que viene después, porque desde la perspectiva de la eternidad no tiene sentido ni el antes, ni el después»... «El Maestro Interior no me llama a dejar de ser quien soy, a aniquilarme, a fundirme en el Todo. Me llama a ser yo, a vivir una relación personal con Él única e irrepetible, y a proyectar mi talento en el mundo. No entiendo a Cristo como el rival del yo» –sí de todo tipo de egoísmo– «sino como la Fuerza, la Energía interior que me mueve a ser lo que debo ser, a convertirme en lo que puedo llegar a ser durante mi corta, incierta y efímera existencia».

Torralba aporta –para fundamentar estas firmes convicciones– muchas citas de literatos, filósofos, políticos, teólogos... como son Kierkegaard –de quien es un ferviente admirador–Hammarskjöld, Wittgenstein, Guitton, Weil, Maragall, Guardini, Rahner, Juan Pablo II, etc. «Ser cristiano –dirá– no es apuntarse a una ideología, ni participar de cuatro ritos sociales, sino una comunicación de existencia, adoptar una condición que transforma integralmente». Y el Maestro interior que dirige toda la operación, siempre es Jesucristo actuando en el ahora y el hoy. Cristo que comparte mesa con los pecadores, que devuelve la dignidad a la adúltera, que trata con "herejes" como la Samaritana, que come con los publicanos, que purifica el templo para que sea el lugar sagrado por excelencia, que se hace con los pobres, los enfermos, los amigos y los enemigos, que perdona a todos, que reza y se entrega por Amor a la humanidad.

Toda la obra está escrita en un brillante y culto lenguaje. También está lleno de matices, cuando se necesitan, que lo hacen agradable, incluso, para los no cristianos o no creyentes. ¿A quién se dirige, pues, el libro? A todos aquellos que quieren saber más sobre la verdad de Cristo o también para aquellos que la han rechazado, confesándose ateos o agnósticos. A estos últimos, se les ofrece, por tanto, un diálogo cordial para llegar a un entendimiento en todo lo que ha de haber –donde puede haber– una sincera y leal convergencia espiritual y humana.

Josep Vall i Mundó

  • 28 febrero 2012
  • Francesc Torralba
  • Número 41

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