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¡África, levántate!

II Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos 

Si la Primera Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos fue llamada “Sínodo de la resurrección y de la esperanza”, los Padres sinodales, han visto esta segunda Asamblea Especial como el Sínodo de un “nuevo image-b82a98006b4e45bf275a74882e1b7943Pentecostés”. Del 4 al 25 de octubre y bajo el tema de fondo “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia, de la paz”, el Romano Pontífice y 239 Padres sinodales han reflexionado sobre los problemas y esperanzas de este continente.

En los últimos treinta años, los católicos de África se han triplicado, pasando de 55 a 164 millones. Actualmente suponen el 17% de la población total. Desde el anterior Sínodo africano en abril de 1994, el episcopado del continente se ha renovado casi por completo y en la inmensa mayoría con obispos procedentes del clero local. Actualmente la Iglesia dirige 12.500 escuelas maternas, 32.250 escuelas primarias, 10.000 colegios de secundaria y 23 universidades. La vitalidad de la Iglesia en África llama todavía más la atención si consideramos los sacrificios que con frecuencia exige la tarea evangelizadora; por ejemplo, la exposición a enfermedades endémicas como el paludismo, los difíciles desplazamientos por caminos impracticables durante la estación de lluvias, o la intolerancia de grupos radicales que han asesinado hasta 520 misioneros desde 1994. El dinamismo de la Iglesia en estas circunstancias ¿no es ya un “Pentecostés”?

 

Un “nuevo Pentecostés”

En efecto, el crecimiento de la Iglesia en África muestra el empuje del Espíritu Santo, pero el cuadro sería incompleto si ignorásemos la resistencia que tantas veces se opone a su acción y que explica la necesidad imperiosa de “un nuevo Pentecostés”. El mismo Espíritu que llena de esperanza a un número creciente de africanos que han abrazado la fe, es el que ahora ha sido interpelado para luchar más eficazmente contra las barreras que frenan el desarrollo material y espiritual de una gran parte de la población del continente. La extrema y permanente pobreza que aqueja a la mayoría de los habitantes es una de las manifestaciones más dolorosas de una crisis que no termina de superar. Las causas son múltiples y el Sínodo las ha señalado sin ambages: corrupción, mala gestión de las inmensas riquezas naturales, guerras (sobre todo en los Grandes Lagos, Somalia, Sudán y el Darfur), tribalismo, brujería, ignorancia de la doctrina social de la Iglesia... Pero también hay que destacar, y es más importante que las cifras de las estadísticas que acabamos de señalar, la falta de coherencia entre la fe y la vida de no pocos que se llaman cristianos, particularmente los que están más implicados en la vida pública. Es uno de los mensajes inequívocos del Sínodo: “África necesita santos en cargos políticos relevantes: políticos santos que despejen la corrupción del continente, trabajen para el bien de la gente y sepan entusiasmar a otros hombres y mujeres de buena voluntad, también fuera de la Iglesia, para unirse contra los males comunes que atenazan a nuestras naciones”. Los obispos añaden que “deplorablemente muchos católicos en cargos de prestigio no han respondido adecuadamente al ejercicio de sus cargos. El Sínodo les invita a arrepentirse y dejar el espacio público, cesando así de ser la ruina del pueblo y de dar mala fama a la Iglesia católica”. Los padres sinodales se han enfrentado al gran desafío que representa dar una formación adecuada a la multitud de fieles que abrazan la fe católica, de modo que asimilen integralmente la doctrina de Jesucristo y la hagan vida propia. Sólo así, la Iglesia en África podrá ser verdaderamente “sal de la tierra” y “luz del mundo”.

 

Conversión y esperanza

En el mensaje final que los participantes del Sínodo enviaron al pueblo de Dios el pasado 23 de octubre se recogen con claridad y firmeza las dos dimensiones que acabamos de señalar: esperanza y exigencia de conversión. Sobre este último aspecto, declaran: “Cualquiera que sea el nivel de la responsabilidad imputable a los intereses extranjeros no es menos vergonzosa y trágica que la connivencia con los gobernantes locales: políticos que venden a sus naciones, hombres de negocios que se unen a voraces multinacionales, africanos que venden y trafican armas (...), agencias locales de organizaciones internaciones que son pagados para difundir ideologías nocivas en las que ni ellos mismos creen”. Sin dejar de reconocer la labor de la ONU en su territorio, se pide “que se acabe con sus intentos de destruir y minar los valores africanos de la familia y de la vida humana”. Con esto hacen referencia al artículo 14 del Protocolo de Maputo, sobre el derecho de las mujeres al aborto. La Iglesia, consciente de su deber de ser instrumento de paz y de reconciliación, exhorta a la conversión, “pues sólo así se romperá el círculo vicioso de la ofensa, la venganza, para lo cual el perdón y el reconocimiento de las culpas es crucial”.

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En cuanto a la segunda dimensión, la esperanza, el mensaje afirma: “África no es impotente. Nuestro destino sigue estando en nuestras manos. Todo lo que África pide es espacio para respirar y prosperar. África ya se ha puesto en movimiento y la Iglesia se mueve con ella, ofreciéndole la luz del Evangelio”. Un mensaje lleno de esperanza que sintetizan citando el proverbio africano: “Un ejército de hormigas bien organizado es capaz de abatir a un elefante”.

 

57 proposiciones

El Papa, a petición de los mismos Padres sinodales, decidió la publicación del documento más importante del trabajo del Sínodo: una lista de 57 proposiciones que sintetiza las discusiones del Sínodo. Dicho documento nos permite apreciar el esfuerzo importante de la Asamblea para proponer líneas concretas de acción.

El cuerpo central de las proposiciones está dividido en tres capítulos que corresponden al argumento del Sínodo para África: “Reconciliación”, “Justicia” y “Paz”. Siguen después otros capítulos que incluyen una gran variedad de temas. A continuación señalamos algunas proposiciones significativas.

 

Reconciliación

 - Una Jornada o una Semana de Reconciliación al año, especialmente en Adviento y Cuaresma, o un Año de Reconciliación a nivel continental, para pedir especial perdón a Dios por todos los males y heridas con que nos afligimos mutuamente, y para reconciliar a personas y grupos ofendidos en la Iglesia y en la sociedad.

- Un Año jubilar extraordinario durante el cual la Iglesia en África y en las Islas adyacentes agradece a Dios con la Iglesia universal y reza por el don del Espíritu Santo. Este periodo de reconciliación debe distinguirse, entre otros, por los siguientes elementos: una conversión personal con la confesión sacramental y la absolución individual y un Congreso Eucarístico continental.

- Que la religión tradicional africana y las culturas sean sometidas a una cualificada y completa investigación científica en las Universidades Católicas de África y en las facultades de las Universidades Pontificias romanas a la luz de la Palabra de Dios.

- Respecto a la brujería y a los cultos, la Iglesia local se debe basar en una confrontación equilibrada que estudie este fenómeno a la luz de la fe y de la razón, para liberar a los africanos de esta plaga.

 

Justicia

- Que los países africanos tomen medidas urgentes para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en el continente para prevenir la “fuga de cerebros”, de modo que las personas no dejen su país para ser absorbidas en las sociedades desarrolladas. Que los profesionales ejerzan un sentido de sacrificio y de servicio hacia su propia gente, a cuyas expensas han sido formados.

- Que los países desarrollados apoyen a África al afrontar el problema de “la fuga de cerebros”, desarrollando centros de excelencia académica para que respondan a las necesidades de un desarrollo integral de las sociedades.

- Desarrollar un sistema interno para responder a sus propias necesidades. A propósito de situaciones de emergencia (catástrofes y desastres), es urgente establecer un fondo de solidaridad a nivel continental a través de la red Cáritas.

- Que se propugne la ulterior cancelación de la deuda en condiciones favorables y la eliminación de la práctica de la usura. Los gobiernos africanos deben ser más prudentes en el acceso a subsidios y préstamos, de forma que no traigan al pueblo ulteriores deudas.

- Que cada Conferencia Episcopal nacional y regional revise todos sus materiales catequéticos a todos los niveles (niños, jóvenes, parejas jóvenes, familias) para incluir los elementos de la doctrina social de la Iglesia y traducir el “Compendio” en las lenguas locales.

- Que cada Conferencia Episcopal nacional y regional exija que la doctrina social de la Iglesia se haga obligatoria en toda la educación de los seminarios y en los programas de formación permanente de los sacerdotes, hombres y mujeres religiosos y en la formación de los laicos al servicio de la Iglesia y de la sociedad.

 

Paz

-Que se constituya un programa africano de paz y solidaridad para intervenciones de solidaridad y asistencia a la Iglesia local en la resolución de conflictos y en la pacificación en todo el continente con sabios consejos sobre la justicia, la paz y la reconciliación.

- Institución de una semana de oración por la Paz y la Reconciliación en África.

- Una oración por la paz y por las elecciones.

 

Otros argumentos

-Tráfico de armas.Las Conferencias Episcopales de los países que producen armas son animadas a recomendar públicamente a sus propios gobiernos que introduzcan una legislación que reduzca la producción y la distribución de armas, que de lo contrario van en detrimento de los pueblos y de las naciones africanas.

- Buen gobierno.Los Padres sinodales invitan a todos los pastores a comprometerse en asegurar a los responsables políticos y económicos actuales y futuros una formación espiritual, doctrinal, pastoral y práctica, como también un acompañamiento espiritual (creando capellanías). Requieren la creación de facultades de ciencias políticas en las universidades católicas. La doctrina social de la Iglesia es un instrumento precioso que merece una larga divulgación.

- La libertad religiosa. Piden la restitución de iglesias, de propiedades eclesiásticas y de propiedades de instituciones religiosas confiscadas en algunas naciones.

La lista de proposiciones incluye otros muchos argumentos con sugerencias oportunas: protección del medio ambiente, emigrantes y refugiados, elecciones, recursos naturales, globalización y ayuda internacional, enculturación, familia, laicado, sacerdotes, juventud, niños, SIDA, situación de la mujer, medios de comunicación, etc. Se termina con una confiada invocación a la Virgen María, “Nuestra Señora de África”, Reina de la Paz y modelo del ministerio de la reconciliación, de la justicia y de la paz.

 

iÁfrica, levántate!

Benedicto XVI glosó el evangelio del ciego Bartimeo que mendigaba a las puertas de Jericó en la homilía pronunciada durante la misa de clausura del Sínodo el domingo 25 de octubre: “Precisamente por ese camino pasa Jesús Nazareno. [...]. Sus caminos se cruzan, se convierten en un único camino. [...] Queridos hermanos, demos gracias porque este 'misterioso encuentro entre nuestra pobreza y la grandeza´ de Dios se ha realizado también en la Asamblea sinodal para África que hoy concluye. Dios ha renovado su llamada: 'iÁnimo! iLevántate!´ (Mc 10,49)”. Bartimeo, curado, sigue a Jesús por el camino, convirtiéndose “a su vez en testigo de la luz, contando y demostrando en primera persona haber sido curado, renovado, regenerado. Esto es la Iglesia en el mundo: comunidad de personas reconciliadas, operadoras de justicia y de paz”.

i“Ánimo, levántate”! Durante la homilía, el Papa se dirigió en primera persona al continente africano y, en particular, a la Iglesia en África con llamadas conmovedoras a la responsabilidad y llenas de la esperanza que da la fe.

Estamos convencidos que este Sínodo representa un inmensa riqueza de reflexión, sugerencias y fuerza divina de renovación para los pueblos africanos y para toda la Iglesia. Ahora no cabe sino rezar por los frutos del Sínodo mientras esperamos la Exhortación Apostólica post-sinodal de Benedicto XVI, quien nos mostrará el camino del encuentro con el Señor y nos dará nuevas fuerzas para “levantarnos” y cooperar aún más en la verdadera reconciliación, justicia y paz de la sociedad africana y del mundo.

Antoni Segarra Molins

Licenciado en Ciencias de la Educación y doctor en Filosofía Eclesiástica

Desde 1999 desempeña su ministerio sacerdotal en Yaoundé (Camerún)

  • 11 marzo 2010
  • Antoni Segarra Molins
  • Número 34

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