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La vida humana y el bicentenario de Darwin. D.Turbón

                    

                                                                      Miembro del Consejo Permanente de la International Association for the Study of Human Paleontology (UNESCO), en representación de España

 

image-4d5f3dfb362df467118d332cbc4336cfEl 12 de febrero de 2009 se cumplieron doscientos años del nacimiento del científico más representativo del siglo XX y 150 años de la publicación de su mejor obra, El origen del las especies, en 1859. Adquirió gran experiencia como naturalista al realizar un viaje de cinco años alrededor del mundo, ocasión excepcional en su tiempo. Se retiró con su familia a un pueblecito del sur de Londres, de donde sólo salió en raras ocasiones. Vivió como un vicario anglicano, junto a su esposa con la que engendró diez hijos, asistiendo cada domingo a la iglesia hasta el penoso fallecimiento de su hija Anny. A finales de 1881 comenzó a padecer graves problemas cardíacos y falleció a consecuencia de un ataque al corazón el 19 de abril de 1882. Por una iniciativa del Parlamento británico se le enterró con funeral de Estado en la abadía de Westminster, junto a Sir John Herschel, el gran astrónomo y creyente inglés. Éste y Sir John Newton, enterrado unos metros más allá, habían realizado grandes contribuciones al conocimiento de la Física y de la Astronomía. La obra de Charles Darwin permitió que las Ciencias Naturales nacieran como disciplina experimental e influyó decisivamente en la visión científica del hombre como ser biológico, como un ser más de la Naturaleza.

 

El origen de las especies

Los 1.250 ejemplares de la primera edición del libro de Darwin Del origen de las especies por medio de la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida se vendieron el primer día, el 24 de noviembre de 1859. No fue una casualidad. La idea de una Historial Natural de la vida biológica, incluyendo el origen animal humano se había difundido en la sociedad inglesa. La idea de que la diversidad biológica había surgido de un image-a02a7ae9ff1fdc175384e6426d736c4clargo pasado y se había formado de lo más simple a lo más complejo mediante cambios graduales colisionaba frontalmente con el fijismo imperante. Implícito quedaba que el relato bíblico de la creación —incluyendo al hombre— no debe leerse como un texto científico.

Transcurridos 150 años el índice de quince capítulos se mantienen como un esquema esencial de la ciencia de la evolución. Comienza por la diversidad observable de la domesticación en plantas y animales como resultado del proceso selectivo humano, el cual proyecta sobre la vida salvaje en el capítulo segundo. De la lucha por la existencia pasa después a la supervivencia de los más capaces; este última sección, donde trata de la selección natural, es la más importante y larga del libro. En el capitulo décimo encara las transformaciones geológicas y tras la sucesión de los seres orgánicos prosigue con biogeografía, observaciones entre morfología, embriología y la formación de los órganos, finalizando con una recapitulación y conclusión.

Darwin cautiva al lector por su característica humildad. Es extremadamente prudente, a diferencia de algunos evolucionistas actuales. Termina su introducción de la siguiente manera: «Pero aunque muchas cosas queden oscuras, no tengo ya la menor duda, después de haber realizado un estudio sumamente cuidadoso y con el juicio más imparcial del que soy capaz, de que la teoría que defendían hasta hace poco la mayor parte de los naturalistas, y que yo mismo defendí antaño, esto es, que cada especie fue creada por sí e independientemente de las demás, es falsa. Estoy completamente convencido de que las especies no son constantes, sino que las pertenecientes a un mismo género provienen en línea recta de otras por lo general ya extinguidas, lo mismo que las variedades reconocidas de una determinada especie provienen de esta especie. Además, estoy convencido de que la selección natural ha sido el factor más importante, aunque no el único, de la modificación.»

image-70ef9fa72404a05a9aa2e5ac7f1177ebNo puede negarse que hay una «lucha por la existencia»en la Naturaleza. Pero Darwin manifiesta su profunda ignorancia refiriéndose a otros problemas relacionados con la evolución. Asimismo, él consideraba la selección natural como el medio más importante, pero no el único, para la modificación de las especies.

Darwin era consciente de la insuficiencia de su explicación en la evolución de las especies. Así lo manifestó en ocasiones. Pero siguió fiel a esta concepción unilateral sabiendo que los opositores a su idea padecían una cierta ceguera contraria a los seguidores del evolucionismo, sobre todo en las cuestiones de carácter teológico. Con la publicación de El origen de las especies se formaron dos bandos que un siglo y medio después continúan enfrentados.

La última frase de la sexta edición —la considerada definitiva por Darwin— suele citarse para demostrar que Darwin «no fue en el fondo un materialista, sino que creía en un Dios Creador de todas las cosas». Darwin concluye su famoso libro así: «Hay algo grandioso en esta concepción de que el Creador en un principio insufló la vida con sus image-f3100005ed1c5cc845e9fa066b196ae6múltiples fuerzas en unas cuantas formas o tal vez en una sola, y que mientras nuestro planeta gira siguiendo la ley inmutable de la gravitación se desarrollaron y se siguen desarrollando, partiendo de un principio tan simple, un número infinito de las formas más bellas y maravillosas.» Está claro, pues, que, según las convicciones de Darwin, la teoría de la evolución no excluye sin más el reconocimiento de un fundamento divino de la existencia.

Alfred R. Wallace codescubridor de los efectos de la selección natural y firme partidario de que el intelecto humano no ha salido de la Naturaleza, a propósito de El origen de las especies, escribió con admirable humildad a Darwin: «Su libro, por el contrario, revoluciona las Ciencias naturales y ha arrastrado a los mejores cerebros de nuestra época». Efectivamente este libro fue el más leído del siglo y todavía en la actualidad es muy comentado.

 

La expresión de las emociones

En 1872, al año de la publicación de El Origen del Hombre, Darwin dio a conocer otro libro: La expresión de las emociones en los animales y en el hombre donde expone sus ideas sobre la psicología de la emoción. A diferencia de Alfred R. Wallace, Charles Darwin siguió la senda de Lamarck, en su Filosofía zoológica, al tratar de establecer las bases materiales del comportamiento. Pero con ello abrió la puerta, sin pretenderlo, a la ideología racista. Según Darwin, las tres acciones más importantes son los reflejos, los hábitos y los instintos. Los más importantes son los image-66373fdf3e8aba6e0a580216a11a9a6fdos primeros, por ser innatos y heredarse de nuestros antepasados, y de ello deduce una clara continuidad filogenética en la expresión de las emociones, del mismo modo que existe continuidad en la evolución biológica.

He ahí el núcleo de su aportación: la expresión de las emociones es la asunción de que los patrones de respuesta expresiva emocional son innatos y de que existe una base natural —programas genéticos, diríamos hoy— que aflora en la respuesta emocional. No obstante, el aprendizaje puede influir en que una reacción se presente o no en ciertas situaciones, además de modificar el propio patrón de respuesta expresiva. Darwin se propuso mostrar el lado animal del hombre pretendiendo señalar el parentesco conductual entre los simios y el hombre —y exageró en el intento— que, a nivel somático, Tomás H. Huxley ya había descrito en su libro de 1863 Evidencia en cuanto al Lugar del Hombre en la Naturaleza.

En su Expresión de las emociones Darwin dedicó largo tiempo a una extraordinaria peculiaridad humana: el rubor. Es una reacción involuntaria, dictada por la parte de mente sobre la que no tenemos control. Los vasos sanguíneos del rostro y zonas circundantes se dilatan de improviso, permitiendo la afluencia de mayor cantidad de sangre a las mejillas e incluso a orejas y cuello. Darwin anotó que la mujer se ruboriza con más frecuencia que el hombre, comprobando, como observador privilegiado, que el rubor se extendía hasta el cuello en las damas. Ruborizarse obedece a una reacción instintiva al pensar que ha cometido lo que se considera una torpeza, o cuando en verdad se ha cometido algún error. Por ejemplo, muchas personas de gran modestia se sienten incómodas cuando alguien las halaga, pues, quizá por su timidez, prefieran confundirse entre una multitud a sobresalir.

Darwin observó que los niños demasiado jóvenes para comprender las sutilezas del comportamiento nunca se ruborizan, y tampoco quienes padecen en sus facultades mentales. A partir de éstas y otras observaciones, dedujo que la gente que se sonrojaba perdería credibilidad, «ya que él o ella ha violado las normas del grupo o ha cometido algún delito». Aquí coincide la teoría científica de Darwin con la visión mítica del Génesis, el rubor es la señal de la transgresión de la norma cuando aún no se ha perdido el candor; Adán y Eva se sintieron desnudos aunque, hasta aquel momento, no eran conscientes de ello. Sólo los humanos nos ruborizamos. Sólo los humanos hemos comido del árbol de la ciencia del bien y del mal (Génesis 2, 17).

 

El darwinismo social

A partir del siglo XIX y con la generalización del colonialismo europeo en todo el mundo, se impuso en la cultura occidental una ideología abiertamente racista. La justificación pseudocientífica fue el llamado darwinismo social. La conquista de territorios fue inevitablemente seguida por exhibiciones públicas de los indígenas por motivos científicos image-1e4f06c8e61986537303a5595e825db1y de ocio. Ciertos personajes hicieron fortuna comerciando con animales salvajes y exhibiciones zoológicas. En Europa se mostraron públicamente,en jaulas,personas esclavizadas frecuentemente desnudas o semidesnudas como representantes de las poblaciones «puramente naturales».

En El origen de las especies Darwin aclara que es el ambiente el que selecciona a los organismos que dejarán más descendientes. Y el ambiente puede cambiar de direccionalidad: de frío a calor; de humedad a sequedad. El efecto selectivo favorece la conservación de ciertas variedades, las cuales a su vez irán seleccionando nuevos caracteres de mayor eficiencia y darán lugar en último término a la formación de nuevas especies. La Naturaleza sigue los mismos procedimientos que los ganaderos y horticultores para la selección artificial de razas y variedades más productivas.

¿Como apareció y se desarrolló el darwinismo social? Darwin acuñó dos expresiones: la lucha por la vida y la selección natural. En cambio, procede de Herbert Spencer el término survival of the fittest «supervivencia de los más aptos», —o «de los más capaces»—, quien la aplicó en su libro Principios de Biología, aparecido 1864, estableciendo un paralelismo entre sus ideas de economía y la Teoría de la Evolución mediante Selección Natural de Darwin. Este, a su vez, adoptó la expresión de Spencer en la quinta edición de El origen de las especies porque le pareció adecuada sin, quizás, advertir que precisamente esta elección del término «el más capaz» había restringido sus propias ideas y las había unilateralizado en el sentido de un utilitarismo pragmático. En cualquier caso, la frase es una metáfora, no una descripción científica, y es tan incompleta como engañosa, pues no pocos entendieron el término los más capaces en sentido económico o político.

Darwin se había separado progresivamente de las teorías metafísicas e intentaba comprender la Naturaleza desde el punto de vista del biólogo, esto es, desde fuera de la sociedad humana. Darwin ha dejado páginas de verdadera repulsión ante las sociedades esclavistas. A pesar de ello, en el desarrollo de la filosofía racista europea de las últimas décadas del siglo XIX, tuvo un papel decisivo la antropología social, aplicando de modo simplista los conceptos de la «lucha por la vida» y «supervivencia del más apto» en el campo de las ciencias sociales, dando image-6a2d57eb5856e5a4105d4e89c8d62910origen al darwinismo social. No hay duda de que el racismo fue una ideología producto de la biologización de las teorías sociológicas.

El colega de Darwin y justamente reconocido como codescubridor de la selección natural, Alfred R. Wallace tomo posición en contra de criterios unilaterales del darwinismo, manifestando sus dudas. Creía necesario prestar una mayor atención de la que concedían Darwin y los darwinistas al paso de animal a hombre. El sencillo traslado a los hombres de leyes, que sólo se habían revelado como válidas para el reino animal, le parecía ilícito. Concluye su libro, de 1891, sobre el darwinismo con la frase: «Así encontramos que el darwinismo, aun llevado hasta sus últimas consecuencias lógicas, no está en contradicción con la creencia en una parte espiritual de la naturaleza del hombre, sino que más bien le ofrece un decidido apoyo. Nos muestra cómo se puede haber desarrollado el cuerpo humano partiendo de formas inferiores, según la ley de la selección natural; pero también nos enseña que poseemos dotes intelectuales y morales que no se habrían podido desarrollar por este camino, sino que tienen que tener otro origen, y para este origen solo podemos encontrar la causa en el mundo espiritual invisible.»

El largo contacto que Wallace tuvo con toda clase de gentes en América como en Indonesia y Australia le permitió apreciar que todos tenemos las mismas capacidades intelectuales innatas y que su desarrollo o no dependía de su utilización, de la educación y del entrenamiento. Añadamos que Wallace convivió una larga temporada en una zona de orangutanes y llegó a criar con biberón a una cría huérfana, que finalmente falleció. En definitiva, Wallace fue un de los pocos europeos no racistas en la época del racismo europeo.

 

El darwinismo y la eugenesia

Cuando los británicos asumieron que la biología estaba a su favor y que los anglosajones mostraban una superioridad genética sobre todas las demás «razas», el principal interés, excepto los círculos socialistas, fue la biología de la clase social. Los ideólogos del darwinismo social y de la eugenesia —entre los que se incluían una image-d4d5659aed586dae227805f47304b8e1generación de psicólogos que iban a influir profundamente en el camino que las ciencias de la conducta tomarían de 1920 en adelante—, aplicaron su convicción reduccionista de que las cuestiones más importantes a resolver por la psicología se referían a los orígenes de las diferencias de comportamiento de los individuos y los grupos.

Los instrumentos de cuantificación de las diferencias humanas mediante el test del CI (Coeficiente de Inteligencia), y la convicción de que las diferencias de CI eran profundamente hereditarias se convirtieron en poderosas armas para reestructurar el sistema educacional en función de intereses de clase específicos. Por razones de índole religiosa y social, las políticas eugenésicas registraron una espectacular eclosión en los países anglosajones, el área germánica y la Europa nórdica. La Europa protestante fue especialmente receptiva a la eugenesia: el onanismo, la criminalidad y el vagabundeo coincidían unos y otros, se consideraban transmisibles genéticamente y conducirían inevitablemente a la degeneración. Repentinamente la noción religiosa de que toda vida tiene un valor sagrado fue atacada violentamente, especialmente en Gran Bretaña. Los seres humanos provenían unos de otros como en las demás especies. La raza humana, por tanto, podía ser divida en categorías y en clases.

Fue así como Suecia desarrolló en 1922 la primera ley eugenésica. Un año después lo hacía Noruega y Dinamarca en 1929. Según los datos hechos públicos en toda Europa en 1997, los programas de esterilización forzosa están estrechamente vinculados con el nacimiento del Estado de bienestar. El resultado fue el compromiso darwiniano de mejorar el stock genético de la nación (La Vanguardia, «De Darwin a Hitler: la idea que prendió la mercha», por R. Aymerich, 28 de agosto de 1997).

Además de Suecia, otros países también pusieron en práctica una política destinada a perfeccionar la sociedad mediante la eugenesia. De hecho el debate sobre la purificación de la raza y la eliminación de personas menos image-9728361a6a28a8112d5e4ddc26b1b95dpreparadas para la supervivencia en la sociedad arranca a principios de siglo, cuando la asimilación y aceptación de las teorías de Charles Darwin sobre la evolución de las especies derivó en el darwinismo social. Esta corriente sociológica inspiró legislaciones como las que ahora atormentan Suecia, Estados Unidos, Finlandia, Dinamarca y Noruega, además de Alemania, que bajo el nazismo las llevó hasta sus últimas y trágicas consecuencias. La ley de esterilizaciones obligatorias se promulgó en Dinamarca en 1929 y en Noruega en 1943. A diferencia de Suecia, tanto en Dinamarca como en Noruega se registró cierta oposición. Entre 1934 y 1976 fueron esterilizados forzosamente 40.000 noruegos y 6.000 daneses, de los que un 90% eran mujeres. A su vez en Finlandia se registraron 11.000 casos de esterilizaciones forzosas entre 1935 y 1970. La ley finlandesa aplicaba la esterilización obligatoria a los enfermos mentales y las personas débiles. En Suecia y en el resto de los países nórdicos, un incalculable número de mujeres que habían solicitado abortar fueron esterilizadas sin su consentimiento.

Las legislaciones nórdicas actuales prohíben en líneas generales las esterilizaciones masivas y obligatorias. En el caso de personas con deficiencias mentales profundas, se necesita la autorización del tutor cuando los disminuidos no pueden comprender la dimensión de esta decisión, que debe ser aprobada por las autoridades.

 

Un mundo feliz

Aldous Huxley, nieto de Thomas H. Huxley, defensor de Darwin, hijo de Leonard, presidente de la British Eugenics Society (1911-1928), y hermano de Julián, biólogo y experto en eugenesia, se convirtió en anarquista por la preocupación que le causaba el maridaje entre poder y progreso científico que conoció de cerca, en su propia familia. Esta es la problemática de su novela más popular: Un mundo feliz (1932). La novela anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos (individuos alfas, betas y gammas) e hipnopedia que, combinadas, cambian la sociedad. La humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente. Se han erradicado la image-e6907b6b35f2516231a8cbed473b7b37guerra y la pobreza, y todos son permanentemente felices. No obstante, resulta irónico que todo ello se ha alcanzado tras eliminar la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.

Más que una crítica velada de las prácticas eugenésicas parece un lúgubre vaticinio. Los avances de la genética han devuelto a un primer plano este tipo de preocupaciones. Lo que sorprende del caso de Suecia es que, presentándose a sí misma como un ejemplo de democracia, mantuviera esta legislación hasta 1975. Desde luego, la derogó en silencio. Se justificaron estas políticas por motivos humanitarios: mediante la esterilización a las mujeres con deficiencias mentales o físicas se pretendía ayudarlas, ya que ellas no podían hacerse cargo de sus hijos. Maija Runcis nos da la explicación, tras investigar al Instituto para la Higiene Racial, un organismo creado en 1922 —año de implantación de la primera ley eugenésica en Suecia— con unos objetivos más que obvios: «Los socialdemócratas y los médicos de la época pensaban que hacían una importante contribución a la sociedad de acuerdo con las ideas que reinaban en ese momento». (La Vanguardia, de 28/8/1997).

Es el relativismo a la carta, en el Estado del Bienestar. Parece oportuno recordar a Cervantes cuando, en una de sus novelas ejemplares, La Gitanilla, pone en boca de un personaje: «Los varones prudentes, por los hechos presentes y por los pasados sabrán los que están por venir». En consecuencia está claro que más que discutir sobre el pasado debernos estar alerta a las consecuencias éticas de las manipulaciones genéticas que se practican hoy. Volver a respetar el valor sagrado de toda vida humana es la luz que se vislumbra al fondo de este túnel tenebroso. 

Los padres deciden, el tribunal autoriza

«Hace nueve años que la esterilización dejó de ser un delito en nuestro país (España). Desde 1988 la ley permite la esterilización de los discapacitados mentales. Aunque hoy se desconoce el número exacto de casos, la Federación de Asociaciones de Disminuidos Físicos estima que casi 60.000 personas fueron esterilizadas en España desde la aprobación del texto legal. Los tribunales son los encargados de autorizar la práctica en los disminuidos psíquicos. A no ser que la familia acuda a una clínica privada, deberá someterse a los requisitos exigidos por la Justicia española: exploración del deficiente, examen de dos especialistas (generalmente médicos) y visto bueno del Ministerio Fiscal.»

 

 El Mundo, 31 de agosto de 1997. Puede encontrase el artículo completo en el siguiente enlace: http://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1997/08/31/cronica/292875.html

 

Referencias y orientación bibliográfica

Dos libros de Darwin, Viaje de un naturalista alrededor del mundo y la Autobiografía, esta última dictada a su hijo Francis ya hacia al final de su vida, son de lectura agradable y atractiva. El aficionado a la naturaleza gozará con El origen de les especies aunque es obra que puede resultar tediosa al lector no atraído por la ciencia natural. En cambio, los libros La expresión de las emociones y sobre todo El origen del hombre son propicios a la polémica. Este image-ad7287530a3e25c878974aa2c864a031último sólo ha sido reeditado una vez en esta efemérides de 2009. A ello no es ajeno el capítulo quinto de la primera parte sobre El desarrollo de las facultades intelectuales y morales en los tiempos primitivos y en los civilizados, donde trata del hombresimio sin aceptar ningún «salto» cualitativo en relación con la mente entre el mono y el hombre. Es un ejemplo que recuerda el actual debate del tránsito de embrión a feto, aunque éste sea un caso más claro e innegable por la acumulación de pruebas experimentales. Por otra parte, en esa obra Darwin pone las bases de la eugenesia, según se ha visto. El mencionado capítulo quinto, de imposible conciliación con la igualdad humana tal como se concibe hoy día, refleja bien el contexto de la época, esto es, el pensamiento racista de las sociedades europeas del siglo XIX.

Por otra parte, y sobre todo en inglés, hay numerosos libros y escritos en general y páginas de internet sobre la figura de Charles Darwin. El panorama descrito en Wikipedia, la enciclopedia libre de internet es completo y actual, pero con dos inconvenientes serios sobre los que conviene estar prevenidos. La primera es una sutil presentación de Darwin como persona que a medida que creció en ciencia perdió la fe, con omisión de sus abundantes menciones al Creador. La segunda, la aprobación o la justificación implícita de la actividad eugenésica en varios países europeos durante el siglo XX cuyo fracaso es atribuido al experimento nazi: «La eugenesia nazi hizo perder crédito a la idea».

 

· Una visión multidisciplinar actualizada se encuentra en ARTIGAS M. y TURBÓN D. (1997) El origen del Hombre. Ciencia, filosofía y religión. Eunsa, Astrolabio. Pamplona.

· La mejor crítica al racismo biológico sigue siendo: LEWONTIN RC, Rose S. y KAMIN L.J. (1996) No está en los genes. Crítica. Grijalbo Mondadori. Barcelona.

· Una buena introducción al proceso evolutivo se debe a AYALA F.J. (1994): La Teoría de la Evolución. Ediciones Temas de Hoy. Madrid.

· Una autorizada crítica al Diseño Inteligente es la de AYALA F.J. (2007) Darwin y el Diseño Inteligente. Creacionismo, Cristianismo y Evolución. Alianza Editorial. Madrid.

· En cuanto a lo tratado sobre la Eugenesia en Europa, hay abundante material en Internet pero las fuentes aquí utilizadas son tres por estar en español y ser accesibles: La Vanguardia, de 28/8/1997); Semana (9/7/1997) y el antes citado del diario El Mundo: (http://www.elmundo.es/papel/hemeroteca/1997/08/31/cronica/292875.html).

 

Daniel Turbón

Catedrático de Antropología Física

en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona

  • 28 agosto 2009
  • Daniel Turbón
  • Número 32

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