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Raíces éticas de la crisis financiera. D.Melé

Introducción

La crisis de las subprime, o como más sencillamente se denomina en Europa, 'la crisis financiera´ es bien conocida. La situación económica es recesiva y de difícil salida. Vemos empresas que cierran o reducen temporalmente su image-0316fab239229580fe3bde03c7cd68a0actividad, mientras que el aumento del número de desempleados alcanza cifras estremecedoras. Aumenta, además, el déficit público y puede acercarse a límites muy arriesgados.

Muchos buscan una explicación en intrincadas exposiciones de carácter económico-financiero. No encuentran referentes en épocas pretéritas para explicar el fenómeno, ni saben muy bien como actuar cara el futuro. Los políticos buscan fórmulas para salir de la crisis. Estudian nuevas regulaciones y un mayor control de la actividad económica, proceden a acciones de rescate de activos financieros, inyectan dinero para dar liquidez al sistema y buscan promover políticas encaminadas a activar la actividad económica. Por otra parte es motivo de preocupación las personas que más directamente han sido afectados por la crisis, y en particular quienes han perdido el empleo. 

Pero más allá de los efectos económicos y de los problemas humanos y sociales ocasionados, la crisis sugiere una reflexión e incluso un debate sobre los aspectos éticos asociados a la crisis.

 

¿Cómo se originó la crisis de las 'subprime´?

Los orígenes remotos pueden situarse en el 2001. Ante una notaria desaceleración de la economía, varios gobiernos, y en particular el de Estados Unidos, iniciaron una política expansiva mediante una reducción de image-2c839853f470472a0106ae41299844c3impuestos, disminución del gasto público y una bajada considerable de los tipos de interés. En aquel año, la Reserva Federal de Estados Unidos bajó los tipos de interés desde el 6,5% al 1%.

El efecto fue un notable impulso a la compra de bienes privados y, sobre todo, el aumento de la inversión en determinados sectores, uno de ellos el negocio inmobiliario, que empezó a subir de modo considerable. Los bancos ofrecieron créditos hipotecarios subprime para adquirir viviendas. Conviene aclarar que los préstamo subprime se caracterizan por ser menos exigentes con la solvencia o la capacidad de devolver los pagos que tienen las personas a las que van dirigidos. El término subprime se refiere precisamente a una solvencia como “por debajo de la óptima”.

Las hipotecas subprime estaban destinadas a un tipo de personas que Leopoldo Abadía, un consultor jubilado que ha divulgado con gran éxito el origen de la crisis financiera, ha llamado ninjas (personas sin ingresos, sin trabajo y sin activos: no income, no job, no assets). Fueron créditos generosos, incluso superiores al valor de mercado que tenía la vivienda, eso sí con un interés elevado justificado por el riesgo. Los ninjas los aceptaron. En realidad, no tenían mucho que perder. En el peor de los casos se quedarían poco más a menos como estaban antes. En Estados Unidos, los sistemas hipotecarios van contras las casas, en Europa contra la persona que firma el crédito hipotecario. Si los ninjas no image-e8f4e9fbfcf2907e20943d97d530e66apodían pagar y bajaba el valor de la casa, las pérdidas serían para el banco no para ellos. 

Durante varios años el sector inmobiliario y la economía crecieron, y mucho. Los ninjas, aun con empleos precarios podían pagar y los bancos obtenían grandes beneficios. La economía se dinamizó. Los bancos seguían prestando dinero, pero necesitaban cubrir el capital mínimo exigido por la legislación y para seguir concediendo créditos, y así incrementar sus beneficios.

Los dos gigantes hipotecarios norteamericanos Fannie Mae y Freddie Mac en mayo de 2008 abarcaban casi la mitad de todo el mercado hipotecario de Estados Unidos. Incluyendo los bonos hipotecarios que garantizaban, el registro de todos los negocios de Fannie Mae en mayo alcanzó por primera vez los 3 billones de dólares, el doble que a principios del 2002. Las inversiones de Freddie Mac alcanzaban 2.2 billones de dólares en títulos respaldados por hipotecas.

Es interesante remarcar que, aunque Fannie Mae y Freddie Mac son compañías que cotizan en Bolsa, están patrocinadas por el Congreso para brindar financiamiento en el mercado de la vivienda. Los nombres de estas image-e1c48393b0a6906e6cb8be31112899c2compañías indican su vinculación al gobierno federal de los Estados Unidos. En inglés, Fannie Mae significa Asociación Nacional Federal de Hipotecas, mientras que Freddie Mac expresa Corporación Federal de Hipotecas para Viviendas.

Se corría el riesgo de que los ninja no pagaran, pero de momento pagaban unos excelentes intereses y el ciclo era expansivo. Se siguieron dando créditos hipotecarios subprime. La forma de obtener dinero para esos créditos fue crear y vender un producto financiero, que denominaron mortage backed securities. Un nombre sofisticado que, en esencia no era otra cosa que un 'paquetito´ de hipotecas bastantes de ellas calificables como de alto riesgo, junto con otras con un riesgo de no ser cobradas algo más moderado. De este modo los bancos no sólo conseguían liquidez sino que distribuían el riesgo. Las mortage backed securities fueron, en efecto, vendidas en los mercados financieros nacionales e internacionales. Bancos e inversores de todo el mundo los adquirieron movidos por su excelente rentabilidad y sin que las agencias calificadores de riesgos financieros señalaran con claridad la 'basura´ que contenían. Parte de estos 'paquetitos´ fueron revendidos por bancos e inversores a otros inversores y compañías de seguros.

La abundante inversión hizo subir el 'valor de mercado´ de los valores invertidos, y en concreto en el inmobiliario, creando lo que suele denominarse una “burbuja” o, más correctamente, una inflación de activos. Las cantidades invertidas en las 'burbujas´ eran realmente muy elevadas.

image-4f44fa9ce1ba6e4bd87b01eea2b49a0bEn el año 2004, los gobiernos preocupados por la situación, frenaron la política expansiva mediante una subida progresiva de los tipos de interés y otros estímulos. Al bajar la actividad económica muchos ninjas no pudieron pagar. La casa sería para el banco, como estaba previsto, pero su valor real era notoriamente inferior a la hipoteca. La burbuja inmobiliaria había estallado y las hipotecas habían pasado de ser arriesgadas a convertirse en ruinosas.

image-27e8475bdc47b31d85fbad57a69d797cPero esta ruina era no sólo por quienes inventaron las mortage backed securities sino para millones de personas que a través de fondos de inversión o de pensiones habían comprado esos 'paquetitos´ cuyo riesgo, en gran medida, era opaco. Al darse cuenta de contenían activos ruinosos, todavía se aceleró más la caída de su valor de mercado.  

Esta situación ha generado una doble crisis, la crisis económica del sector inmobiliario y de otros sectores más o menos interconectados y una crisis de confianza en el mercado financiero, y la consiguiente falta de liquidez y restricción del crédito. Estos último, junto con los impagados de muchos cliente lleva al cierre de empresas y al desempleo.   

 

¿Quién es responsable de la crisis?

Es fácil culpar al sistema cuando hay tanta gente que ha intervenido en la génesis de la crisis y exculpar a todos. Pero no es correcto. Hay un conjunto de actores, personas conscientes y libres, que han tomado decisiones en toda la cadena de transacciones financieras.

Podemos cuestionar, en primer lugar, la actuación de las autoridades monetarias y económicas en las políticas expansivas descritas anteriormente, quizá tomadas sin la prudencia debida. Pero, a mi juicio, la mayor image-7755e3a592df068be00e64ebb8001299responsabilidad recae sobre los gestores de los bancos que dieron créditos asumiendo excesivo riesgo y después vendieron el riesgo sin advertirlo. Tras un largo ciclo de crecimiento no previeron o no quisieron preveer que podía haber una desaceleración. Como mínimo hay que calificar esta acción como imprudencia temeraria. Más grave es aún la creación y venta de las mortage backed securities sin advertir del grave riesgo en el que incurrían sus compradores. Esta opacidad de riesgos no es, en modo alguno, éticamente aceptable.

Los organismos reguladores y los agentes de vigilancia del sistema financiero actuaron, como mínimo, con falta de diligencia. Pocos economistas y observatorios de las finanzas advirtieron del riesgo a su debido tiempo y los estados se encontraron aparentemente sorprendidos con la burbuja inmobiliaria entre sus manos.

A medida que se hacían transacciones con las mortage backed securities el conocimiento del contenido del producto por parte de los agentes podía ser menor. Bancos y grupos inversores seguramente compraron productos financieros sin saber exactamente lo que compraban. Los inversores institucionales son hoy muy importantes. Se calcula que las instituciones inversoras y los fondos de pensiones cuentan actualmente con el 75% de las acciones del mercado estadounidense, mientras a principios de los cincuenta el 92% de todas las acciones de este país estaba en manos de inversores personales. Los volúmenes manejados y el trabajar por otros requieren profesionalidad y gran sentido de responsabilidad. A pesar de la opacidad debieron haber indagado más o no comprar productos desconocidos y hasta sospechosos por su alta rentabilidad. Seguramente la negligencia o la atracción por la rentabilidad llevó a los gestores de estos fondos a un comportamiento irresponsable. La codicia por las comisiones que estos gestores obtendrían pudieron prevalecer sobre los intereses de aquellas personas cuyo dinero se encargan de invertir.

image-bb845863a50db7909379fa633417dff4También se puede cuestionar la responsabilidad de los nijas por endeudarse más de lo razonable, aunque su nivel cultural y la falta de conocimientos económicos puede exculparles probablemente en su gran mayoría.

Mención aparte merecen las compañías hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac. Su teórica función social es ayudar a mantener bajas tasas hipotecarias para muchos consumidores. Parecen contar con el apoyo implícito del Gobierno.

La estabilidad de las dos compañías era clave para el funcionamiento del mercado de la vivienda del país. Si Fannie Mae y Freddie Mac naufragaban, el impacto en el mercado de la vivienda sería tremendo. La pregunta que surge es si contando con este apoyo, los gestores de estas compañías actuaron pensando que el problema de sus morosos, si llegaba, sería un problema para el gobierno más que para ellos, como así fue. Si la respuesta es positiva, no cabe duda de su grave responsabilidad. La Oficina de Control de Empresas Federales de la Vivienda, el ente que regula a Fannie Mae y a Freddie Mac, no puede ser tampoco ajena a la situación a la que llegaron estas empresas, que finalmente fueron rescatadas por le gobierno Bush, por un importe de 140.000 millones de dólares, para evitar su quiebra. Una abrumadora cifra que superaba todos los récords.

 

Las causas más profundas de la crisis

La descripción anterior de cómo se originó la crisis no explica otras causas más profundas que pudieron concurrir. A mi juicio pueden señalarse cuatro:

1. Una regulación muy cuestionable. Es una de las primeras causas que suelen señalarse. Desde la existencia de créditos subprime hasta la regulación de las hipotéticas y de los llamados productos financieros estructurados. La image-e7e9ca4f593d2b3eb72491c60ba08ceeinformación de riesgo y la actuación y control de las agencias calificadoras debieron estar mejor reguladas. Además, no se puede olvidar la famosa cuestión: ¿Quién vigila al vigilante?

2. Los fuertes incentivos para generar beneficios a corto plazo. Una práctica habitual en los bancos y otras entidades, y no sólo para los altos ejecutivos, sino también para los operadores cuya retribución está fuertemente vinculada a los resultados a corto plazo. Los bonos, opciones sobre acciones y otros incentivos presionan fuertemente en el comportamiento de operadores y ejecutivos. Esta motivación pudo ser muy importante.

3. La ideología imperante. Esta es una causa intangible pero no dudaría en afirmar que puede haber ejercido una gran influencia. La atracción por enriquecerse en poco tiempo y por consumir de modo desmesurado favorecen las actuaciones image-1f4e66558084316c445cf73c19e25d1bdescritas. Por otra parte, la ideología liberal imperante, al tiempo que defiende la libertad, el orden y las leyes, pasa toda la responsabilidad social al estado, sin preocuparse de las consecuencias sociales de la actividad económica. Mi responsabilidad exclusiva es ganar dinero, y que los organismos reguladores cumplan con la suya. Pero, qué ocurre ¿y si no lo hacen o son engañados? ¿Toda la responsabilidad empresarial se reduce a obedecer las leyes?

4. La codicia y la corrupción del carácter moral de las personas. Por último, pero no por ello menos importante, están las personas en su actuación profesional. El que exista un incentivo para ganar mucho dinero que exime del deber de actuar de modo ético, con prudencia y diciendo la verdad, en este caso informando del riesgo de los productos financieros vendidos.

 

¿Cómo orientar el futuro?

A mi juicio, para reorientar el futuro hay que tomar acciones en varios ámbitos:

image-7e89b353c9fc4d58dd8c33f60f95e172a) En el ámbito legal y político, con una regulación y control que faciliten la transparencia y eviten abusos. Con frecuencia se considera prácticamente la única medida. Es una actitud de fondo que se remonta al siglo XVII. Sin embargo, la experiencia demuestra que la regulación y control a través de leyes y del poder políticos son limitados. La propia crisis que comentamos lo pone de manifiesto, al igual que casos como Enron, Parmalat y más recientemente el fraude de Madoff, valorado en 50.000 millones de dólares.

 b) En el ámbito empresarial. Eliminando los fuertes incentivos hacia los directivos para logar altos beneficios a corto plazo y, al mismo, tiempo, desarrollando enfoques sostenibles que pongan el acento en el largo plazo. Es necesario cambiar la idea de que los directivos han de orientar sus esfuerzos hacia los intereses de los accionistas por una dirección basada en una misión corporativa que image-1b6a0beecedbcd1630762e17b9377a53concrete el bien común de la empresa y su servicio al bien común de la sociedad. Debe también tomar en consideración los efectos de la acción empresarial y los legítimos intereses de las personas y grupos involucrados en la marcha de la empresa.  

c) En el ámbito cultural. Fomentado una nueva forma de entender la economía y unos valores que la acompañen. La economía no puede seguir viéndose como una actividad completamente desconectada del resto del ámbito social. El consumismo desenfrenado ha de ser sustituido por estilos de vida que potencien el desarrollo humano. Han de fomentarse estilos de vida más austeros, el aprovechamiento de los recursos y su reciclaje, el sentido del ahorro, así como el sentido de responsabilidad hacía personas, familias y países menos favorecidos.  

d) En el ámbito personal. Redescubriendo el papel de las virtudes y la necesidad de personas decentes y virtuosas para la gestión de la economía y de las finanzas.

 

Conclusión

Pocos se atreven a aventurar cuándo terminará la presente crisis financiera. Pero, no hay que quedarse parado, esperando que alguien lo arregle. Hay que actuar, cada uno desde su lugar. Un colega mío, profesor de finanzas y de buen criterio me decía: «Esta “crisis” se superará cuando el sentido común, el trabajo bien hecho, la competencia profesional y la veracidad vuelvan a ser la tónica dominante en la sociedad». Me refiero a dirigentes políticos, directivos de empresas, organismos reguladores, empleados... Entretanto, serenidad para aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado, para trabajar al margen de lo que dicen  los “clarividentes” mentirosos o incompetentes y sobre todo, para desarrollar una cultura con valores sólidos y recuperar la educación en las virtudes.

image-e737e7d14af6a22ecdbc30253cec4965En todo caso, si los problemas son oportunidades, por lo menos de aprender, hemos de sacar lecciones de la presente crisis, también de tipo ético; o recordar lo que ya sabemos o deberíamos saber. También el Papa Benedicto XVI ha tomado pie de la presente crisis para hacer algunas reflexiones y dar criterios. En el mensaje para la 'Jornada mundial de la paz´, el 1 de enero de 2009, hacía una referencia a la crisis financiera constatando que “la función objetivamente más importante de las finanzas, el sostener a largo plazo la posibilidad de inversiones y, por tanto, el desarrollo, se manifiesta hoy muy frágil: se resiente de los efectos negativos de un sistema de intercambios financieros –en el plano nacional y global– basado en una lógica a muy corto plazo, que busca el incremento del valor de las actividades financieras y se concentra en la gestión técnica de las diversas formas de riesgo.” Y añadía: “La reciente crisis demuestra también que la actividad financiera está guiada a veces por criterios meramente autorrefenciales, sin consideración del bien común a largo plazo.” Finalmente daba una recomendación a considerar, sobre todo en el mundo de la empresa y las finanzas: “La reducción de los objetivos de los operadores financieros globales a un brevísimo plazo de tiempo reduce la capacidad de las finanzas para desempeñar su función de puente entre el presente y el futuro, con vistas a sostener la creación de nuevas oportunidades de producción y de trabajo a largo plazo. Una finanza restringida al corto o cortísimo plazo llega a ser peligrosa para todos, también para quien logra beneficiarse de ella durante las fases de euforia financiera”.

Domènec Melé

Titular de la cátedra de Ética Empresarial

IESE Business School

Universidad de Navarra, España

  • 31 agosto 2009
  • Domènec Melé
  • Número 32

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