¿Relativista el papa Francisco?
Comentario a la entrevista del director de La Repubblica, Eugenio Scalfari
Durante el mes de septiembre de este año, el Papa Francisco concedió una entrevista al director del diario La Repubblica, Eugenio Scalfari, en sus dependencias de santa Marta, en la que abordó toda una multitud de temas interesantes de comentar, como el proselitismo, el relativismo, el Vaticano, los santos que más le han influido, y el liberalismo, entre otros. La entrevista fue publicada el día 1 de octubre y causó cierta inquietud y confusión entre algunos lectores a la vez que suscitó titulares llamativos en muchos diarios del mundo.
Sin embargo, pocos días después de su publicación, el 5 de octubre, el Padre Thomas Rosica, asistente de la Sala de Prensa de la Santa Sede para los medios de habla inglesa, señaló una serie de errores en la entrevista publicada, comentando que el entrevistador no la grabó ni tomó notas. Este hecho hace que no sea fácil averiguar lo que realmente dijo el Papa, ni discernir la interpretación que hace Scalfari. Y por eso, ya que no se habían tomado las medidas para asegurar la autenticidad de su contenido, fue retirada de las redes informativas del Vaticano. No obstante, intentaremos decir alguna cosa.
El Pontífice comienza la entrevista poniendo de relieve los problemas que considera más graves, más urgentes y más dramáticos del momento presente: el paro y la soledad de los ancianos. Se trata de un problema político y económico, pero también de la Iglesia, que se ha de preocupar de ello.
A continuación, bromearon ambos sobre la intención de convertir al otro, pasan a hablar del proselitismo, idea que el Papa califica de solemne disparate. Lo que hay que hacer, comenta el Papa, es conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. Pienso que empezamos a conocer un poco el estilo de hablar de nuestro Pontífice, al emplear un lenguaje a menudo provocativo, diferente de la precisión de Benedicto XVI, como medio de expresar alguna idea para remover conciencias. Hacer prosélitos es el encargo que recibimos de Cristo antes de irse al Cielo: «Id, pues, a todos los pueblos y haced discípulos míos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado» (Mt 28,19) y es la terminología que se utilizaba en el Antiguo Testamento, o que pasó al Nuevo Testamento (ver Hch 2,11: judíos y prosélitos). Sin embargo, hacer proselitismo significa hoy en día mayoritariamente algo negativo, no tanto por el hecho de hacer prosélitos, sino por la manera de hacerlo, presionando las conciencias e imponiendo el propio criterio, sin ningún respeto por la libertad del interlocutor, y este es el sentido que le atribuye el Papa en esta entrevista.
Diálogo entre el Papa Francisco y el periodista Scalfari
Scalfari le pregunta sobre el bien, si hay una visión única, a lo que el Papa responde, según lo recuerda el entrevistador, que «cada uno de nosotros tiene una visión del bien y también del mal». Da la impresión de que el entrevistador quiere llevar el Papa hacia posturas relativistas, ya que acto seguido le pregunta sobre la autonomía de la conciencia, haciendo referencia a una carta que el Papa Francisco le dirigió, en la que el Pontífice afirmó –según Scalfari–que la conciencia es autónoma, idea que se reitera en esta entrevista.
¿Es de verdad eso lo que piensa el Papa? ¿Tiene una visión relativista del bien y del mal? Por ello, hay que ir a la carta que menciona el director del diario La Repubblica. En ésta, el Papa responde a toda una serie de interrogantes que Scalfari le plantea con motivo de la publicación de la encíclica Lumen fidei, en dos artículos publicados en el mismo diario, los días 7 de julio y 7 de agosto. Sobre la verdad, habla en varias ocasiones, haciendo referencia al diálogo y a la salvación de los no creyentes. «El creyente no es arrogante –recuerda el Papa citando la encíclica–; por el contrario, la verdad lo hace humilde, consciente de que, más que poseerla nosotros, es ella la que nos abraza y nos posee».
Afirmaciones de este tipo no llevan al relativismo, sino a la búsqueda de la verdad, ante la cual no se puede hacer otra cosa que, al encontrarla, acogerla fielmente y dejarse transformar por ella. Sin embargo, en dicha carta, encontramos afirmaciones como que para los no creyentes el pecado existe cuando van contra la conciencia; hay que escuchar y obedecer la conciencia, y en esta decisión se juega la bondad o malicia de nuestros actos. Por tanto, tampoco aquí el Papa defiende una conciencia creativa, sino un principio de obediencia a lo que se percibe como bueno y verdadero.
Y, a continuación, al responder sobre la posibilidad de la existencia de una verdad absoluta, el Pontífice responde que él «no hablaría, ni siquiera para quien cree, de una verdad absoluta», pero lo explica diciendo que absoluto es lo que está desatado, sin ningún tipo de relación, ahora bien, prosigue, «la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios por nosotros en Cristo, por lo que, ila verdad es una relación! De modo que cada uno de nosotros la toma, la verdad, y la expresa a partir de sí mismo». Podríamos decir que, para el Papa, la verdad, al ser acogida no es ni objetivista –algo monolítico, asumido por todos de la misma manera– ni subjetivista –donde cada uno se la hace a su medida–, sino personalizadora, en el sentido de asumirla según el modo de ser de cada uno. El Papa no es, pues, nada relativista, ni defiende una conciencia autónoma, como parece dar a entender la entrevista tal como ha sido publicada.
Scalfari le plantea que el amor a sí mismo es narcisismo, y que Jesús parece bendecirlo al pedir que amemos a los demás como a uno mismo, a lo que el papa Francisco le contesta que el narcisismo es algo negativo, y no es propiamente el amor a sí mismo, sino el amor desmesurado hacia uno mismo, algo muy diferente. Se percibe en el entrevistador una falta de sentido de la analogía para entender a fondo la realidad y las intervenciones pontificias.
Al tachar el entrevistador a algunos jefes jerárquicos de narcisistas, el Papa lo ratifica y critica duramente la corte como lepra del papado, sin embargo no la identifica con la curia, aunque constata que en ésta hay quien hace la corte. De la curia resalta un defecto: es vaticano-céntrica, y descuida el mundo que nos rodea, algo que –afirma el Pontífice– intentará cambiar. Con todo, hace una fuerte defensa de la Iglesia y de la comunidad eclesial.
La entrevista pasa a hablar del mismo santo Padre, de su vocación, que la sintió desde muy joven, del comunismo, por el que que se sintió atraído, de la teología de la liberación; en este sentido, detecta una deriva política en sus planteamientos teológicos, pero a la vez también reconoce ser verdaderos creyentes y muy humanos, mostrando así su talante dialogante y acogedor. También menciona el hecho del clericalismo donde, haciendo broma, el Papa se pone del lado del buen entrevistador y diciendo que «cuando tengo delante uno clerical me vuelvo anticlerical de golpe». Habla también, el Papa, de los santos que siente más cercanos, siendo Agustín y Francisco quienes encabezan la lista, a los que añade Pablo, Benito, Tomás e Ignacio.
Al hablar de Ignacio y de la Compañía, hace referencia a los místicos y describe la actividad, lo que aprovecha el entrevistador para preguntarle si él es místico, o si lo ha experimentado, a lo cual el Papa, según Scalfari, cuenta su experiencia en el Cónclave, al ser elegido Pontífice, dando a entender unas dudas sobre la decisión y una especie de experiencia mística. Sobre estos hechos, sin embargo, el Padre Rosica ya aclaró que el relato que hace Scalfari no responde a la realidad de los hechos. Nunca salió de la capilla Sixtina, ni hubo muestras de dudas y dicha experiencia no era otra cosa que los momentos de oración en la capilla paulina.
Comentado lo que le atrae de Agustín y en qué se diferencia de Pablo, sale la cuestión de la gracia, como luz que poseemos en el alma, que, afirma el Papa, puede tocar incluso a un no creyente. De Francisco, todo le atrae, y lo califica del ejemplo más luminoso del ágape cristiano y subraya el ideal de una Iglesia misionera y pobre. Sobre el hecho de ser la Iglesia actualmente una minoría, el papa Francisco ve este hecho, que no es nuevo, incluso como una fuerza de vida y de amor.
Buscando puntos comunes
Pese a la insistencia de no hacer proselitismo, el Papa toma el papel de entrevistador y dirige una pregunta a Scalfari sobre lo que él cree, y ante la respuesta de talante espiritualista y new age, de una fe en un ser de quien surgen los entes, de una energía cósmica, el Pontífice aprovecha para remarcar la propia fe en un tono provocativo, pero esclarecedor, si se quiere entender: «creo en Dios, no en un Dios católico; no existe un Dios católico, existe Dios», afirmación que equivale a decir que el Dios de los católicos es el único Dios que existe, y que no hay diferentes dioses.
Por un lado, el Papa quería encaminar el diálogo a darse cuenta de que ambos interlocutores no están tan lejos el uno del otro en sus creencias, pero, por otro, a la hora de concretar estas creencias de ambos, uno se da cuenta que realmente no son tan compatibles, a pesar de tener elementos comunes, como la luz, que tiene resonancias diversas según los planteamientos.
Este hecho les lleva a hablar de la trascendencia y de la inmanencia, del egoísmo creciente y del amor que merma en nuestra sociedad, lo que el Papa aprovecha para enfocar un nuevo tema, el mundo de la política y de la economía, criticando duramente el liberalismo económico salvaje, que «hace más fuertes a los fuertes, más débiles a los débiles y más excluidos a los excluidos». En las relaciones sociales y ante las desigualdades, el Papa Francisco dice que, en negativo, es necesario evitar toda discriminación y demagogia y, en positivo, gran libertad y mucho amor, así como reglas de comportamiento y la intervención del Estado para corregirlas.
Al terminar la entrevista, después de comentar algunas aficiones literarias y cinematográficas, el Papa se despide, aprovechando la ocasión para provocar otra entrevista al insinuar que hay que hablar de otros temas, como la mujer –recordando que la Iglesia es femenina–, y del filósofo Pascal.
Joan Costa
Doctor en Teología
Párroco de la Parroquia de Betlem, Barcelona