Archivo > Número 45

La Madre Teresa de Calcuta. Un retrato personal

Leo Maasburg

 

Ediciones Palabra

Madrid, 2012

256 pág

 

La obra biográfica La Madre Teresa de Calcuta. Un retrato personal de Leo Maasburg supone una nueva aportación image-9cf346a16e5e4768f15a5552ce46a273para profundizar en el conocimiento de la beata Teresa de Calcuta, nacida en territorio albanés como Teresa Gonhxa Bojaxhiu. El nuevo libro muestra algunos aspectos de su personalidad y de su obra como fundadora de las Misioneras de la Caridad, aspectos que no nos eran muy conocidos y no por ello resultan menos interesantes. El autor, sacerdote austriaco, fue muy a menudo –a petición de la beata– su ayudante, asesor, traductor, confesor, chófer, etc. sin formar parte, no obstante, de la rama masculina fundada por ella misma.

Tal vez sea Leo Maasburg uno de los biógrafos más incisivos de la beata Teresa de Calcuta. En un principio, debemos decir que es uno de los pocos autores que destacan tanto el magnífico y delicado buen humor de la Madre Teresa como su espontaneidad en la heroica y caritativa trabajo de servicio de los enfermos pobres y moribundos. Esto lo hace gracias a las muchas anécdotas que relata a lo largo del libro.

Destaca, por ejemplo, algo que no era muy conocido como la devoción que tenía Teresa de Calcuta a la Virgen de la Medalla Milagrosa, a raíz de las apariciones de la Virgen a Santa Catarina Labouré. Repartía –medalla– a montones: muchas más que personas de las que tenía cuidado o de aquellas que conoció a lo largo de su vida.

El autor hace un retrato muy personal de la Fundadora y para conseguirlo acude a muchos momentos extraordinarios, como fueron su trato con los gobernantes comunistas de la Unión Soviética para instalar una casa en Moscú, las negociaciones tanto con los sandinistas del nicaragüense Daniel Ortega como también con los dirigentes de Cuba para alcanzar lo mismo: instalarse en aquellos dos países centroamericanos; relata los viajes a la ONU o los asistentes convocados para darle el premio Nobel en Suecia. Dedica muchas páginas a narrar el paso de la Madre Teresa y sus monjas por Armenia a raíz del gran terremoto de 1998.

También sorprende la narración de cómo ayudó a introducirse en el Kremlin, en 1984, al obispo eslovaco Pavol Hnilica, acompañado de Leo Maasburg. Ellos dos celebraron entonces la Santa Misa, a escondidas y secretamente, en una de las capillas del «sacra sanctorum» soviético del Kremlin. Dejaron caer una medalla de la Virgen Milagrosa en una rendija de una tumba de uno de los emperadores rusos allí enterrados.

Aparte de estos hechos más especiales, Leo Maasburg también baja a miles de detalles cotidianos que son como «pequeños milagros» en su trabajo de servicio entre los más pobres e indigentes del mundo entero. Él llama «cincuenta historias», pero son el doble o el triple; historias que se van enlazando a lo largo de los capítulos de la obra. Naturalmente, de cada historia destaca la sobrenaturalidad que sólo puede nacer de una vida movida por el amor a Dios y al prójimo. En todo aflora el amor divino envuelto de una delicada y preciosa humanidad en las maneras de hacer. Al mismo tiempo, se comprueba como su amor movía montañas gracias a su total confianza en Dios. Ella constantemente se presenta como una pobre mujer –«la humildad es la verdad» (dice Teresa de Jesús)–, como un mero y humilde instrumento, como un lápiz en manos del Señor.

Como advierte Alice von Hildebrand, en todo lo que relata Leo Maasburg aparece una «santa audacia», «siendo una pluma en las Manos Divinas». Queda también claro que la Madre Teresa se ganó el apodo de la «pequeña dictadora», porque siempre –ante las grandes o pequeñas dificultades– acababa imponiendo su buen criterio, o como también se podría decir «siempre se salía con la suya», gracias a su «sobrenatural tozudez».

Además, la beata cambió la vida de Leo Maasburg –«me enseñó a ser sacerdote», dice el autor–, como también lo consiguió con tantos otros hombres y mujeres que la conocieron u oyeron, es divertido comprobar cómo un joven enganchado a las drogas, que buscaba una emisora en la radio de su coche para escuchar música, de repente se encuentra «enganchado» por unas palabras de un discurso de la Madre Teresa en América del Norte, y se convierte.

Todas las páginas están llenas de gracia sobrenatural y humana, de optimismo, de sencillez, de santidad, de normalidad dentro de la grandeza de la acción divina. Si el conocido libro Madre Teresa. Ven, sé mi luz, del sacerdote Brian Kolodiejchuk, de cara a la beatificación de la Madre Teresa –véase Temes d´avui núm. 30 (diciembre de 2008)– requería un conocimiento muy avanzado de lo que es la mística (sobre todo la vida de fe dentro de «la noche oscura del alma»), la obra de Leo Maasburg se lee de un tirón como una buena, apasionante y amena novela biográfica.

Este es su gran mérito. Y por eso la recomendamos.

Josep Vall i Mundó

  • 22 agosto 2013
  • Leo Maasburg
  • Número 45

Comparte esta entrada