Fieles laicos en la Nueva Evangelización
iDar al mundo lo que el mundo necesita de vosotros!
“El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías.” Estas palabras de la encíclica Redemptoris Missio (n. 42), escritas por Juan Pablo II, siguen siendo actuales. Ellas inspiran este artículo en el que se presentan diversos testimonio de fieles cristianos que en medio del mundo difunden la Buena Nueva.
Cuando me puse a escribir sobre el papel de los laicos en la nueva evangelización, lo primero que me vino a la cabeza fueron estas palabras de Juan Pablo II: “Cada laico cristiano es una obra extraordinaria de la gracia de Dios y está llamado a las más altas cimas de la santidad”. iQué extraordinaria manera de llamarnos a la responsabilidad ante este gran reto que supone nuestra vocación a la santidad!
Una santidad que se logra enla normalidad de cada una de nuestras vidas, y con las circunstancias concretas que Dios ha elegido para cada uno de nosotros. Porque es en la familia, el trabajo, la cultura y los medios de comunicación, la política y el deporte, etc., donde, sin rarezas, y dejando a un lado apariencias forzadas y/o forzosas, tenemos que hacer presente el rostro de Cristo.
Pero, muchos se preguntarán: ¿Cuál es en realidad el papel de los laicos en esta Nueva Evangelización a la que nos anima el Santo Padre? ¿Cómo vencer el complejo de ser un "vulgar seglar", y “apreciar del todo la dignidad y vocación que nos es propia como laicos”, tal y como afirmaba Juan Pablo II?
¿Somos conscientes de que los fieles laicos estamos en todas partes, porque somos "de todas partes"; es decir, no somos "como ellos", sino que somos "ellos" porque nuestro lugar es el mundo, y tenemos la responsabilidad divina de “transformar, iluminar y redimir” nuestro mundo?
¿Qué cualidades debemos “dejar hacer” a Dios en nosotros para ser auténticos testigos de Cristo en esta tarea inmensa que tenemos ante nosotros?
¿Somos conscientes de que para “tocar” los corazones de los que nos rodean necesitamos serpersonas piadosas, alegres, valientes y sin complejos? ¿Hombres y mujeres bien formados, que tengan argumentos para hacer frente a los ataques contra la familia, la vida, el matrimonio, la educación, etc.? ¿Cristianos de una pieza, sin doblez ni engaño, que cautiven a los hombres con su ejemplo lleno de optimismo, de amor y de esperanza?
Y como “consejos sin ejemplo, letra sin aval”, hemos preguntado a diversas personas y recogido lo que han dicho otras. Y estas son algunas de sus respuestas.
Antes de pasar a su lectura, me gustaría destacar una actitud común en todos estos testimonios. A pesar de que cada uno de ellos nos responde desde “lo que lleva entre manos”, todos coinciden en que el “secreto a voces” de sus vidas es estar enamorados de Cristo. Esta es la fuerza que les mueve a amar a las personas: porque aman a Jesucristo.
“Es mucho lo que los “cristianos de a pie” podemos y debemos de hacer por llevar los valores cristianos a la sociedad”.
Es evidente que los laicos debemos asumir nuestra responsabilidad de evangelizar dentro de las circunstancias personales de cada uno, si bien no es tanto lo que podemos decir como lo que podamos hacer, ya que cuando el evangelio se hace Vida es infinitamente más atractivo. Personalmente me he sentido urgida a formarme en temas de Orientación Familiar para poder impartir cursos, escribir artículos y publicar un libro sobre amor conyugal, que en un principio escribí pensando en todas las personas que intentan ser felices en pareja pero desconocen el verdadero sentido del amor, del compromiso y de la entrega. Mis lectores son muchas personas alejadas de la fe, pero también sacerdotes y grupos cristianos que lo utilizan como material de trabajo en sesiones de matrimonio.
“Internet es el mundo real con todas sus bondades y maldades, pero que estamos llamados a llevar al Señor de un modo natural”.
Llevo metido en esto [Internet] mucho tiempo, he fundado y dirigido varias publicaciones y participo como asesor en otras. Puede parecer que eso de la “Nueva Evangelización en Internet” es un tema de tipos raros o de expertos. Y no es eso. Es una gran oportunidad para el cristiano.
Iternet es un “lugar” fantástico para ejercitar las virtudes humanas y sobrenaturales: el orden, la paciencia, la laboriosidad, la fortaleza, la prudencia –iay, la prudencia!–, la caridad; es bueno tener presente que detrás suele haber personas. Todas las virtudes, sin excepción. Un medio en el que podemos compartir, como nunca había sido posible en la historia, nuestro trabajo, nuestras inquietudes, nuestras aficiones. Como los primeros cristianos, evangeliza el apasionado de la historia o las maquetas que tiene un blog, o el que comenta una noticia matizando, animando, dando una visión más veraz, más cristiana, de una noticia. O el que decide compartirla con su grupo de amigos en Facebook o Twitter, sean cristianos o no. O vota en una encuesta de su periódico favorito o no tan favorito. Podemos enterarnos casi instantáneamente de lo que dice y quiere el Santo Padre...
“Cuando uno habla de lo que tiene en el corazón no hay preguntas difíciles”.
En los medios de comunicación los laicos católicos no van tanto a evangelizar sino a quitar los obstáculos que existen para la evangelización. La mayoría de la gente no escucha a la Iglesia ni a sus representantes pues tienen prejuicios o ideas mal entendidas sobre la religión católica. Por eso es tan importante no solo lo que se dice sino cómo se dice: la gente no se acuerda de lo que dicen los que salen en la televisión pero se acuerda de cómo lo han dicho y cómo les ha hecho sentir. Si se habla de manera calmada, razonable, explicado amablemente las cosas, es mucho más probable que los que lo oyen quieran enterarse de más por su cuenta luego.
Cuando estás bien preparado y sabes cómo explicarte, entonces no es difícil hablar de temas religiosos. Cuando uno habla de lo que tiene en el corazón no hay preguntas difíciles. Lo importante es estar bien preparado para tener la confianza necesaria para hablar bien.
“Lo primero para la el apostolado es la coherencia, el vivir de acuerdo con la propia fe”.
En mi opinión a los laicos nos corresponde un papel muy importante en la nueva evangelización, pues formamos parte del mundo y eso quiere decir que lo evangelizamos desde dentro. No venimos, pues, a predicar, no somos extraños, ni un ejército invasor que viene a imponer sus criterios, sino que construimos la cultura contemporánea trabajando con los demás, también con los no cristianos, a los que respetamos y de los que hay que pedir que nos respeten.
Conseguir ese respeto puede entrañar en ocasiones alguna dificultad, pues a veces hay en el ambiente una cierta cristofobia o sospecha de lo cristiano. Pero a esa sospecha se la disipa con la camaradería, con la amistad: ya digo, los no cristianos son nuestros amigos y trabajamos a diario con ellos. En cuanto nos conocen saben que no hay nada que temer.
La dificultades para la evangelización me parece que no son tanto exteriores como interiores. Porque lo primero para la el apostolado es la coherencia, el vivir de acuerdo con la propia fe, pues nadie da lo que no tiene. Y ahí sí que hay que vencer resistencias. Hace falta vida de oración y estudio. Hay que estudiar en primer lugar para creer de una forma razonable y, luego, para saber dar razón de nuestra fe.
Por lo demás las actividades de la evangelización, del apostolado, no son distintas de las de la vida ordinaria: la familia y el trabajo, fundamentalmente. Se trata sólo de transmitir la fe a los que tenemos alrededor: a los hijos, a los parientes, a los amigos, a los compañeros de trabajo. Y esto no es asunto que requiera una técnica determinada: la fe se transmite por ósmosis y, como dice el evangelio, el reino de los cielos crece como crecen los campos de trigo, lo único que hay que hacer es sembrar. Una siembra que consiste fundamentalmente en acompañar a los demás hasta lo mismo que nosotros necesitamos: los sacramentos, la vida de oración y los medios de formación.
“Vivirnos es mostrarnos”
Cada ser humano tiene una misión, la propia, y para nuestro Creador no es mayor o menor en términos comparativos. Se trata de llegar a ser la mejor persona que cada cual pueda llegar a ser, y que la única medida es el Amor, porque nuestro Dios es Amor. Hoy se entiende poco la Iglesia. Las personas de a pie no sospechan que la Iglesia de Jesucristo somos las personas, que la Iglesia es un qué VIVO, que Dios es mas intimo a nosotros mismos que nuestra propia intimidad. Vivir es mostrarnos.
Si hablamos del papel de la mujer, pues, no estamos hablando de roles diferenciados sino más bien de maneras de vivir. ¿Cuál es el diferencial, por voluntad divina de la mujer?: ila maternidad! Arraigar al hombre a la vida, en lo concreto, amando sin límites.
Por ejemplo, ¿Qué hizo Santa Mónica? Amó a Dios con todas sus fuerzas, lo trató, lo conoció, formó parte de su vida en un constante coloquio. No se cansó nunca de pedir por el bien de su hijo, rezó. Por el bien y la verdad para los demás. Una vida así es carismática, se convierte en un ejemplo de cariño, de coherencia, de fidelidad, de paciencia y de confianza.
Y esto es lo que llega a los demás, la vida. Las teorías se quedan en el mundo de las ideas, pero no comemos con ellas. En cambio, vivimos con Dios y con las personas portadoras de Dios
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“El marco para esta nueva evangelización, sin duda, será la familia.”
¿Cuál debe ser el marco para esta nueva evangelización? Sin duda, la familia. En ella aprendemos a amar y a ser amados y solo el amor puede ser el motor de esta nueva evangelización.
¿De qué forma puede nuestra familia convertirse en testimonio de esta Nueva Evangelización?
Sirviéndonos de herramientas cómo: la alegría. Que se manifieste en nuestra casa y fuera de ella, entre los vecinos, en el barrio, en la parroquia, que en nuestras caras se manifieste la alegría de sabernos queridos por aquel que es un Amor más grande.
También la sobriedad. Saber vivir con lo necesario y prescindir de todo aquello que no necesitamos. Finalmente el respeto y servicio hacia todos aquellos que nos rodean y ser conscientes de que este servicio nos va a hacer más felices.
“Procuro transmitir en mi lugar de trabajo los valores y virtudes cristianas que yo misma intento vivir”.
El sector en el que trabajo es muy joven y en constante cambio. Como católica que soy, intento transmitir en mi lugar de trabajo los valores y virtudes cristianas que yo misma intento vivir.
En el día a día he ido observando que esos valores y virtudes atraen a todo el mundo, sean como sean. Lo que más valora la gente que me rodea es ver que te esfuerzas cada día por intentar adquirir esas virtudes y vivir siendo fiel a tus valores, sin dejarte influir por lo que se lleva, o lo que hacen los demás. Me he dado cuenta de que siendo natural, sencilla y moderna (con mi estilo), es como mejor transmito lo que soy: una persona corriente que busca a Dios en su rutina diaria.
La mayoría de veces, antes de explicar nada sobre mis creencias, son los compañeros los que te preguntan por qué siempre entras sonriendo por las mañanas, el porqué de tu alegría o de tu forma de tratar a los demás. Es entonces cuando empieza a ser más fácil hablarles de Dios...
Remedios Falaguera
Periodista