Tulipanes rojos. Etty Hillesum: La Belleza interior
Lluís Pifarré Grafein Ediciones Barcelona, 2008 448 pág.
Un conocido escritor francés de obras de espiritualidad cristiana –Jacques Philippe– escribe en La libertad interior unas palabras cautivadoras sobre la chica judía Etty Hillesum, que murió en un campo de exterminación nazi, y sobre su libertad ante aquella barbarie persecutoria desatada contra el pueblo judío. Dice textualmente: «La historia de su alma se desarrolla en Holanda durante la época en que se intensifica la persecución nazi contra los judíos. Gracias a un amigo psicólogo, también judío, Etty –sin llegar a ser nunca explícitamente cristiana– descubre los valores del cristianismo: la oración, la presencia de Dios en su interior, la invitación evangélica para abandonarse en la Providencia... Es conmovedor el hecho de comprobar que esta joven, afectivamente muy frágil, pero animada por una fuerte exigencia de coherencia con ella misma, se entrega a vivir estos valores y, cuando le son arrancadas progresivamente todas sus libertades externas, descubre dentro de si una felicidad y una libertad interior que desde entonces nadie le podrá arrancar». A lo largo de su libro sobre el espíritu de la libertad interior, hace algunas citas del Diario y de las Cartas de Etty Hillesum, obras que fueron publicados en diversas lenguas, hará unas pocas décadas, que mostraron cómo la holandesa Etty siempre «se sintió libre» a pesar de los momentos tan difíciles pasados durante aquellos años.
Ahora os presentamos una larga novela biográfica de Lluís Pifarré, obra que tiene como personaje central a la joven Esther Hillesum –conocida por Etty en toda Europa–, quien fue muy popular a raíz de la publicación de su Diario y de sus Cartas, escritos durante el mencionado tiempo de la ocupación de Holanda por los ejércitos alemanes y la consecuente persecución nazi contra los judíos de aquel país. Esta novela es, de hecho, una gran «biografía novelada» sobre Etty Hillesum. Pifarré entra hasta el fondo del pensamiento y actitudes de la joven judía, tal como lo describía Jacques Philippe. Narra su nacimiento en Middelburg, el año 1914, de padres también judíos: Louis, profesor de lenguas clásicas, y Rebeca, de ascendencia rusa. Muestra su infancia y adolescencia a Deventer, al lado de sus hermanos Jaap y Mischa, junto con muchos otros parientes y amistades. Nos presenta, más tarde, a Etty estudiante de Derecho y Filología rusa en Amsterdam, y cómo frecuenta activamente los diversos círculos culturales de la capital holandesa. Allí tiene charlas habituales con otros estudiantes e intelectuales, veladas literarias y filosóficas –sobre todo, el Spier-club– sobre temas diversos de cariz humanístico que le son cercanos. No son ambientes cerrados, ya que se respira una saludable libertad en torno a los medios universitarios donde conviven judíos, cristianos calvinistas y católicos, creyentes, agnósticos, socialistas, liberales, etc. Allí Etty va configurando su propia personalidad, su cultura y se acerca para estudiar y profundizar en las diferentes opiniones y creencias. Se enriquece poderosamente en su tarea como profesora de idiomas y escritora novel. Alguien ha afirmado de sus escritos que traslucen a una gran, extraordinaria y prometedora escritora en lengua neerlandesa.
Como sabemos, la vida de Etty no fue larga, ya que durante la persecución nazi contra los judíos holandeses murió joven en Auschwitz en 1943. Todo aquel conjunto de acontecimientos la cogió de lleno, entre los años 1941 y 1943. Vivió el holocausto junto con sus padres, hermanos y otros amigos y conocidos. Su Diario y sus Cartas, publicadas en la década de los ochenta del siglo pasado, fueron escritos durante estos intensos años de guerra y persecución, pero no fueron conocidos sino mucho después. Se ve claramente como Lluís Pifarré, buen pensador, filósofo sensible y amante de la verdad y de la belleza, se ha dejado seducir y empapar por estos escritos –Una vida trastornada. Diario y Cartas, en especial las redactadas desde el campo de internamiento de Westerbork– y por la heroica historia personal de Etty, marcada muy fuertemente por los trágicos hechos de aquellos duros momentos en la historia de los Países Bajos. La novela, siendo siempre fiel a los hechos de la historia de aquella gran desgracia humana y a la vida de los protagonistas que giran en el entorno de Etty, se recrea también con todo tipo de consideraciones literarias, políticas y filosóficas (San Agustín, Goethe, Raihner Maria Rilke, Sören Kierkegaard, Fedor Dostoievski, Nietzsche, Heidegger, etc.), que pone en los labios de los diferentes protagonistas que envuelven y acompañan la vida de Etty. Hablan a lo largo de las diversas tertulias culturales. Con ello consigue dar buen ritmo y un gran interés al relato, y lleva el lector hacia la profundización de muchas realidades trascendentes: fortaleza ante la debilidad, gracia frente al pecado, alegría en el sufrimiento, fe y visión sobrenatural como reacción ante los horrores, los males físicos y morales, la violencia bélica y la injusticia social... Destaca, el autor de la novela, los valores de la amistad, del arrepentimiento, del compromiso, del sentido de la vida y de la muerte. Pifarré se sirve, a menudo, de aquellos escritores, pensadores y filósofos que influyeron positivamente sobre Etty Hillesum. Las profundas y amenas tertulias con los amigos –Julius Spier, Henny Tideman, Maria Ter Steeg, Maria Tuizing, etc.– ayudan a entender plenamente el sentido de una vida que se entrega por la salvación del pueblo judío y para reafirmar la libertad y la belleza interiores de una vida que acaba en la ofrenda total. «Me doy cuenta –dijo Etty– que en cualquier lugar donde haya seres humanos, hay vida.
Cuando plantea temas duros o fuertes cómo pueden ser las relaciones sexuales extramatrimoniales, el aborto, las fantasías eróticas, la maldad de los perseguidores, los crímenes contra la humanidad... el autor consigue reconducirlo todo hacia una lección de la historia, «magistra vitae», en boca de Cicerón. En el fondo, siempre está latente la confianza en que Etty tenía en Dios. Así, por ejemplo, Etty, que estaba plenamente convencida de la destrucción del pueblo judío, sabía que podría encontrar un sentido divino y morir, si hacía falta, con su pueblo como sacrificio por la humanidad. En una ocasión –cuándo ya no dejan moverse libremente a los judíos por las calles de Amsterdam y del país– escribe: «Pero, por encima de estos pocos metros de calles que nos son permitidos transitar, se extiende el Cielo entero. No pueden hacer nada contra nosotros; absolutamente nada. Pueden hacernos la vida muy dura, pueden desposeernos de algunos bienes materiales y... de muchas otras cosas... Pero la vida me parece tan hermosa y, por eso, me siento libre. Dentro de mí, el Cielo se despliega tan magnífico y tan grande como el firmamento. Creo en Dios y creo en el hombre, y me atrevo a decirlo sin falsa vergüenza... iSoy una mujer feliz, sí!, y me deshago en alabanzas a esta vida en el año del Señor (hoy y siempre del Señor) 1942... «¿Qué año es de la guerra?» acaba exclamando.
Al final, además, Etty decide ayudar voluntariamente a sus congéneres interviniendo activamente en el llamado «Consejo Judío» y también en el campo de Westwrbork, porque –según escribe ella– «una misma querría ser como un bálsamo derramado sobre tantas heridas».
Este libro, presentado en público hace poco tiempo, por nuestro habitual colaborador de Temes d'Avui, ayudará a entender perfectamente a la joven Etty Hillesum, famosa en toda Europa, pero poco en nuestro país, a la vez que nos adentramos en una nueva y aún necesaria incursión en aquellos tristes años de la década de los cuarenta.
Josep Vall i Mundó