Secciones > Secciones de las revistas > Libros

''La fe de los demonios (o el ateísmo superado)'' de Fabrice Hadjadj (Editorial Nuevoinicio)

image-14da0d3732d49250917a5d4192e4a566Este libro -nos aclara el autor en el prólogo- no es un tratado de demonología sino más bien un ensayo sobre cómo vivir coherentemente la fe cristiana, teniendo en cuenta nuestro gran adversario, el diablo. Como afirmaba san Juan Crisóstomo "ciertamente no nos gusta hablar del demonio, pero la doctrina que él sobre él nos da, nos permite proponeros otra de mayor utilidad. Y cuál es esa utilidad superlativa? La del pecado angélico, el pecado de un espíritu contra el Espíritu Santo que es totalmente irremisible". Por lo tanto el hecho de meditar sobre un acto de tal naturaleza -o contranaturaleza- es meditar sobre algo que nos amenaza radicalmente. De acuerdo con el autor se puede afirmar que el demonio es el ser más antihumano, aunque se nos puede presentar como "el ángel de la luz", lo que no le repugna porque es espíritu inteligente y sabe cómo hacerlo. Lo hace, además, para engañar destruyendo, mintiendo y causando los mayores daños personales y sociales posibles, aunque su poder no es infinito.

Las obras de este autor, Fabrice Hadjadj, teólogo y filósofo francés, converso al catolicismo en 1998 desde el más profundo nihilismo marxista, casado con la actriz Siffreine Michel y con cuatro o cinco hijos, brillante prosista y ensayista, ameno en la manera de escribir, aunque a veces sea desconcertante, -pero plenamente ortodoxo en cuanto a la doctrina eclesial- han obtenido un gran éxito en Francia y han empezado a ser traducidas al castellano en los últimos años por una editorial nacida bajo la iniciativa del arzobispado de Granada.

Fabrice Hadjadj nació en Nanterre en 1971 de padres de origen judío y de ideología maoísta. Ahora es profesor de Filosofía y Literatura en la Provenza, en el instituto de Santa Juana de Arco y en el Seminario de Toulon. Él mismo se presenta como un judío con nombre árabe y de confesión católica, de ascendencia judía y procedente de la ideología maoísta. Ha vivido entre la Túnez y la Francia.

Hadjadj explica que, en general, muchos cristianos creen que sus mayores enemigos, los más poderosos, se encuentran entre los lujuriosos o los libertinos inmorales, cuando de hecho son los demonios los cuales, por ser espíritus, ignoran los placeres carnales, pero, en cambio, conocen –hasta cierto punto- la verdad divina dada su condición de "ángeles" caídos. Como reiteradamente explica el autor, nuestros peores enemigos tampoco son los ateos o agnósticos, sino son siempre los demonios que tienen fe y saben cómo manipularla, Afirma Santiago: "¿Tú crees que Dios es Uno, haces bien. También los demonios creen, y tiemblan" (Santiago 2:19). El demonio, el gran enemigo de Dios y los hombres, cree, aunque esté alejado para siempre de la comunión amorosa con Dios.image-e7eb754bc0eb39e844225ebb4aa1a874

Hadjadj, en esta obra que ganó el Premio francés de Literatura religiosa, quiere enseñarnos a combatir los diferentes y sibilinos ataques del diablo que, como se ha dicho muchas veces, sabe más por viejo que por diablo, y conoce perfectamente nuestra vulnerabilidad y debilidad. Hadjadj empieza a hacerlo mostrándonos que en el pecado de nuestros primeros padres -en un precioso ejercicio de exégesis- el demonio no les tentó por la lujuria, sino proponiéndoles "ser como Dios", que es algo mucho más espiritual y más alto que la carnalidad de la lujuria. Se trataba de azuzar la envidia y el orgullo espirituales hacia su Creador. Y lo consiguió plenamente.

La obra que reseñamos tiene por subtítulo: "El ateísmo superado", ya que el "diablo no es ateo ni agnóstico". El libro está estructurado en tres grandes partes: En la primera nos explica que los demonios también creen (o sobre cómo se puede tener una fe infalible y caer en el peor de los pecados); las tentaciones en el desierto, los diablos de Gerasa, la lucidez de el ángel caído, etc. Una segunda parte sobre el diablo, padre de la mentira (o cómo la fe de los demonios es más firme que la de los hombres y puede fecundar muchos errores y herejías humanas) o sea, como logra engañarnos fácilmente para caer de cuatro patas, orquestando polémicas inútiles y ocasionando la división y la confusión entre los creyentes hasta que lleguen a la herejía o la apostasía. Y la tercera parte dedicada a la luminosidad de Satanás, por un lado y la noche de la fe, por otro (o también de lo que no tienen los demonios: la carne, la muerte y la gracia).

En la primera parte dedica bastante espacio a la actividad demoníaca en cuanto a las tentaciones de Cristo, cómo deben interpretarse y cómo se repiten en nuestra existencia. Todo lo fundamenta en los evangelios y en el resto de la Santa Escritura. Constata las confesiones de fe de los diferentes diablos cuando afirman: 'Sabemos que eres el santo de Dios', y como se postran ante Jesús, confesando la verdad sobre el Hijo de Dios, 'porque sabían -ellos, los diablos-quien era' o la afirmación '¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? Has venido a torturarnos? Sabemos quién eres: el Santo de Dios ', o aquella otra: '¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ' Estudia tanto los diversos pasajes de las cartas paulinas y las cartas católicas, como la doctrina agustiniana, que el autor conoce bien, sobre la actividad demoníaca; considera la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino, y hace una cuidadosa selección de textos literarios sobre el tema en obras de Dostoyevski, Bernanos, Bloy, Kierkegaard, Lewis y muchos otros escritores. La fe de los demonios -siguiendo la doctrina del santo obispo de Hipona- nos viene a asegurar que estos saben, se arrodillan y confiesan la divinidad de Cristo. Esta fe muerta nos la quieren traspasar a todos los cristianos. Al demonio no le importa que tengamos fe como él la tiene, lo que no quiere es que tengamos la caridad, ni las obras que nacen del amor a Dios y al prójimo. Quiere que seamos, por tanto, como él. Este es nuestro gran peligro cuando caemos en manos del gran "padre de la mentira", porque nos puede conducir hacia una gran incoherencia de vida en este mundo tan intrincado. Por eso dedica algunas páginas a la interpretación de carta de Santiago (2, 24-26) para esclarecer bien el tema de la fe y las obras de amor y la cuestión de la justificación.

image-5d68bbd83a6c892b978c4f5f8b9568eeEl autor francés muestra una gran originalidad al tratar estos temas, tan atractivos, con la novedad de su manera de hacer teología: temas que han sido, de hecho, tratados desde la antigüedad por los autores clásicos y por muchos santos como Santa Teresa de Jesús, San Luis María Grignon de Montfort, la Beata Teresa Calcuta, y como lo sufrió San Juan Bautista María Vianney, el cual conoció muy de cerca la acción diabólica. El autor inluso se atreve a hablar de las 'bienaventuranzas' que Satanás nos propone, ya que él es el "mono de Dios", el gran imitador del Creador. Hadjad ha sacado al demonio de la niebla en que se había escondido, a base de conseguir negar su existencia o banalizar sus actuaciones. Nos hace ver que pervirtiendo toda trascendencia se ha apartado y nos quiere apartar de la finalidad para la cual todos los seres fueron queridos, perturbando todo el orden creado.

No puedo dejar de poner una de las citas más esclarecedoras que encontramos en su libro. Es de Georges Bernanos -de "Sous le soleil de Satan"- hablando del demonio: "iSu risa! Esta es el arma del príncipe de este mundo. Se oculta y al mismo tiempo miente; adopta todos los aspectos, incluso el nuestro. Nunca espera, nunca se está quieto en ningún lugar. Se encuentra en la mirada de quien lo desafía; se encuentra en la boca de quien lo niega. Está en la angustia mística y en la seguridad y en la serenidad del necio ... "

Para conocer el talante del nuevo teólogo francés, en una entrevista publicada hace cierto tiempo, se le preguntó a Fabrice image-abeba958f3414c2174fe1aa49b8a0d25Hadjadj: ¿de qué tentación debemos tener más cuidado los creyentes actualmente? Responde: "Si miramos las tres tentaciones de Jesús en el desierto, vemos que las tres están ligadas entre ellas; existe siempre el riesgo de pasar de una fe sólo material a una fe descarnada (el espiritualismo), o una fe que confunde carne y espíritu. Yo tendría mucho cuidado de la tentación diabólica de perseguir la gloria humana más que la divina. Un ejemplo es el hecho de creer que servimos a la Iglesia haciendo propaganda de estilo publicitario, olvidando que la finalidad no es conseguir clientes, sino encontrar personas. No comparto la nueva evangelización preocupada solamente por las tecnologías digitales: éstas nos pueden ser útiles, pero no son esenciales. El cristianismo no es una técnica de comunicación sino una vida de comunión basada en el encuentro con una Persona, Cristo. Y, por tanto, la mejor 'técnica' será siempre ir de dos en dos a encontrarse con las personas físicamente: no es una casualidad que todos los sacramentos supongan una proximidad física. Desde el momento en que los sacerdotes se centran en las preocupaciones tecnológicas, hemos perdido la esencia de los sacramentos ... "

Josep Vall i Mundó

 

  • 30 May 2012
  • Josep Vall i Mundó
  • Libros

Comparte esta entrada