Comentario a la “Relatio Synodi”
Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, del 18.X.2014
“El Sínodo de Obispos, reunido en torno al Papa dirige su mente a todas las familias del mundo con sus alegrías, sus fatigas, sus esperanzas. De manera especial siente la necesidad de dar gracias al Señor por la generosa fidelidad con la cual tantas familias cristianas responden a su vocación y misión” (n. 1). Con estas palabras se inicia la “Relatio Synodi” (RS) y se sitúa el documento final del Sínodo en la perspectiva adecuada.
Se ha escrito mucho sobre las divisiones en la Asamblea Sinodal, sobre si se formaron dos grupos antagónicos y sobre cual prevaleció. La prensa se ha fijado en aspectos parciales y discutidos y se han olvidado de lo que se pretendía. Porque el título del Sínodo era: “Los retos pastorales sobre la familia en el contexto de la Evangelización”. Es decir de lo que se trata es de evangelizar, de mostrar al mundo la maravilla que es el matrimonio y la familia cristianos, y que este tesoro sirva de guía a todos los hombres de buena voluntad. Por eso se fija en primer lugar en las familias que responden a su vocación y misión que les ha encomendado Dios.
No se puede leer esta RS en clave polémica, porque se perdería la intención de la Asamblea Sinodal. Hay puntos que suscitaron discusiones, que fueron rechazados o que fueron aceptados con una parte de la Asamblea en contra. En este sentido, es interesante apuntar que al final de la RS vienen consignadas las votaciones de cada artículo del documento, donde se ve cómo algunos se aceptan por casi toda la Asamblea y otros por mayoría.
No se puede olvidar que, incluso esta RS no es un documento definitivo. Así se dice en la Conclusión: “Las reflexiones propuestas, fruto del trabajo sinodal realizado con gran libertad y en un estilo de escucha recíproca, intentan proponer cuestiones e indicar perspectivas que tendrán que ser maduradas y precisadas por la reflexión de las Iglesias locales en el año que nos separa de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos prevista para el octubre del 2015” (n. 62). Es por tanto un documento de trabajo para la reflexión. Lo mismo reflejó el Papa Francisco en el Discurso de clausura del Sínodo: “Un año para trabajar sobre la ‘Relatio synodi’ que es el resumen fiel y claro de todo lo que se ha dicho y discutido en esta aula y en los círculos menores. Y se presenta a las Conferencias episcopales como ‘Lineamenta’”. Los “Lineamenta” son los guiones de discusión para preparar los Sínodos. Sientan las bases de discusión pero no tienen carácter definitivo.
Después de las conclusiones de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos del 2015 el Santo Padre escribirá, como se ha hecho en otros casos, un Documento final con las conclusiones del Sínodo y sus propias reflexiones, y esto es lo que tendrá valor magisterial, y por tanto la asistencia particular del Espíritu Santo.
Documento final del Sínodo extraordinario
Después de una breve Introducción, la RS desarrolla su explicación dividiéndola en tres partes. La primera se titula “La escucha: el contexto y los retos sobre la familia”, la segunda: “La mirada de Cristo: el Evangelio de la familia”, y la tercera: “La confrontación: perspectivas pastorales”. Comentaremos la segunda parte, para subrayar la continuidad de las enseñanzas del Sínodo con la doctrina de la Iglesia, y algunos aspectos más discutidos de la tercera parte como son los casos de los divorciados vueltos a casar y la pastoral con las personas de orientación homosexual.
Es especialmente significativo que el Sínodo asuma el magisterio anterior de la doctrina de la Iglesia, como no podía ser de otro modo. Y además se hace, incluyendo los puntos del “Instrumentum laboris”, sin modificarlos, como doctrina asumida, señal de que toda la Asamblea estaba de acuerdo desde el principio: “A lo largo de los siglos, la Iglesia no ha dejado de mostrar su constante enseñanza sobre el matrimonio y la familia. Una de las expresiones más altas de este Magisterio ha sido propuesta por el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución pastoral “Gaudium et Spes”, que dedica un capítulo entero a la promoción de la dignidad del matrimonio y de la familia. Define el matrimonio como comunidad de vida y de amor, poniendo el amor al centro de la familia, mostrando, al mismo tiempo, la verdad de este amor delante de las diversas formas de reduccionismo presente en la cultura contemporánea. El ‘verdadero amor entre marido y mujer’ (GS 49) implica la mutua donación de sí, incluye e integra la dimensión sexual y afectiva, correspondiendo al diseño divino. Además GS 48 subraya la radicación en Cristo de los esposos: Cristo Señor ‘viene al encuentro de los cónyuges cristianos en el sacramento del matrimonio’, y permanece con ellos. En la encarnación, Él asume el amor humano, lo purifica, lo lleva a plenitud, y da a los esposos, con su Espíritu, la capacidad de vivirlo, impregnando toda su vida de fe, esperanza y caridad. De este modo los esposos son como consagrados y, mediante una gracia propia, edifican el Cuerpo de Cristo y constituyen una Iglesia doméstica, así que la Iglesia, para comprender plenamente su misterios, mira a la familia cristiana, que lo manifiesta en modo genuino” (n. 17).
En continuidad con el Vaticano II y los sucesivos Papas
Esta doctrina conciliar se completa con el desarrollo de los Papas posteriores: “En la estela del Concilio Vaticano II, el Magisterio pontificio ha profundizado la doctrina sobre el matrimonio y la familia. De manera especial, Pablo VI, con la Encíclica ‘Humanae vitae’, ha puesto a la luz el íntimo ligamen entre amor conyugal y generación de la vida. S. Juan Pablo II ha dedicado a la familia una particular atención a través de sus catequesis sobre el amor humano, la Carta a las familias (Gratissimam Sane) y sobre todo con la Exhortación Apostólica ‘Familiaris Consortio’. En tales documentos, el Pontífice ha definido a la familia ‘vía de la Iglesia’; ha ofrecido una visión de conjunto sobre la vocación al amor del hombre y de la mujer; ha propuesto las líneas fundamentales para la pastoral de la familia y para la presencia de la familia en la sociedad. De modo particular, tratando de la caridad conyugal, ha descrito el modo en el cual los cónyuges, en su mutuo amor, reciben el don del Espíritu de Cristo y viven su llamada a la santidad” (n. 18).
En los siguientes números se recogen las enseñanzas de Benedicto XVI y del Papa Francisco, que vale la pena consignar: “Benedicto XVI, en la Encíclica ‘Deus Caritas Est’, ha repropuesto el tema de la verdad del amor entre hombre y mujer, que se ilumina plenamente sólo a la luz del amor de Cristo crucificado. Él acentúa cómo: ‘El matrimonio basado sobre un amor exclusivo y definitivo se convierte en el icono de la relación de Dios con su pueblo y viceversa: el modo de amar de Dios se hace la medida del amor humano’ (Deus Caritas Est, 11). Además, en la Encíclica Caritas in Veritate resalta la importancia del amor como principio de vida en la sociedad (n. 44), lugar en el que se aprende la experiencia del bien común” (n. 19). Finalmente, “El Papa Francisco en la Encíclica Lumen Fidei (n. 53) afrontando la relación entre familia y fe escribe: ‘El encuentro con Cristo, el dejarse aferrar y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es digno de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades’” (n. 20).
Vemos por tanto que hay claridad de doctrina y un empeño en mostrar el matrimonio como camino de realización del amor humano que se torna camino de santidad y vocación para los esposos. Esta doctrina se confronta con la realidad “herida” de situaciones problemáticas que el Sínodo abordó. Las que han levantado más revuelo, aparecen en la parte tercera, y son la posibilidad de la comunión para los divorciados vueltos a casar y la atención pastoral hacia las personas de orientación homosexual.
Las situaciones problemáticas en el documento
Respecto a los primeros, el Sínodo dice que “el eventual acceso a los sacramentos tendría que ser precedido de un camino penitencial bajo la responsabilidad del Obispo diocesano. Hay todavía que profundizar la cuestión, teniendo bien presente la distinción entre situación objetiva de pecado y circunstancias atenuantes” (n. 52), y cita un punto del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la imputabilidad de las acciones. O sea se deja claro que hay que profundizar la cuestión que no se ve clara. De hecho la votación de este punto fue de 104 votos favorables y 74 en contra. Porque hay que armonizar los dos sacramentos. Si alguien vive en modo contrario al sacramento del matrimonio y fuese admitido al sacramento de la Eucaristía, habría una contradicción en los signos sacramentales, que son signos eficaces, reales, que hacen presente la realidad que significan. En el siguiente punto se habla de que pueden hacer una comunión espiritual con fruto y dice que algunos Padres se han preguntado por qué entonces no pueden acceder a la comunión sacramental. Se deja así la pregunta, sin respuesta, pero la dificultad mencionada es evidente.
Respecto a la atención pastoral hacia las personas con orientación homosexual, causó desconcierto la Relatio post disceptationem del Relator general que presentó para ser discutida. Decía: “Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas” (n. 52). Nada de eso aparece en la redacción final de la RS, que queda así: “Algunas familias viven la experiencia de tener en su interior personas con orientación homosexual. Al respecto se nos ha interrogado sobre qué atención pastoral sea oportuna para hacer frente a esta situación refiriéndose a lo que enseña la Iglesia: ‘No existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia’. Sin embargo, los hombres y las mujeres con tendencias homosexuales deben de ser acogidos con respeto y delicadeza. ‘En este sentido se evitará todo signo de injusta discriminación’ (Congregación para la Doctrina de la Fe, ‘Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales’, 4)” (n. 55). La votación en este caso fue de 118 votos favorables y 62 contrarios.
Las perspectivas pastorales del Sínodo, son, como se ve puntos de discusión y de profundización, que deben de tener en cuenta los principios apuntados. La práctica no puede ir contra la teoría. Existe la epiqueya que es, según el diccionario, la interpretación moderada y prudente de la ley, según las circunstancias de tiempo, lugar y persona. Pero en la vida de la Iglesia se ha producido esa adaptación de modo natural y de alguna manera también sobrenatural. Un ejemplo lo tenemos en epístola a los Gálatas (cfr. Gal 2, 11) cuando Pablo corrige a Pedro por retraerse de comer con los gentiles por temor a los de la circuncisión. Se trataba de aplicar los Decretos del Concilio de Jerusalén y de llevarlos a la práctica de la manera correcta. Y Pedro con gran humildad acoge la corrección y alaba a Pablo por su sabiduría celestial (cfr. 2 Pe 3, 15).
Insistiremos para acabar en que el Sínodo ve con optimismo a las familias cristianas, que tienen por modelo a la Sagrada Familia. Quiere que el entero pueblo de Dios, bajo la acción del Espíritu Santo, se implique en la renovación de la pastoral familiar que sigue siendo urgente y necesaria.
Joaquín González-Llanos
Doctor en Teología