El alfabeto de los afectos

Mariolina Ceriotti, psicoterapeuta y neuropsicóloga infantil, es una doctora especializada en el tratamiento de trastornos infantiles y de problemas en las parejas. Ha volcado parte de su amplia experiencia médica y sus profundos conocimientos antropológicos en varios libros que han alcanzado una notable repercusión, y de indudable interés. Si tuviera que destacar alguno, señalaría Erótica y materna (2018) y Masculino. Fuerza, eros, ternura. (2019), en los que presenta las características propias de la psicología femenina y masculina. Para la dra. Ceriotti, el olvido de la diversidad inherente a la masculinidad y a la feminidad es una de las causas de  los problemas psíquicos y las faltas de comunicación en las parejas. Por eso, su trabajo se dirige a divulgar cómo asimilamos la realidad en función de nuestro sexo, y a ayudar a sus lectores a que se comprendan mejor, y comprendan mejor a quienes les rodean.

 

El alfabeto de los afectos se mueve en la misma línea de trabajo, aunque con ciertas peculiaridades respecto a los títulos antes citados:

 

En primer lugar, la presentación de los diversos sentimientos se hace poniendo en un segundo plano los aspectos propios del sexo. Esto no significa que no se señalen cuando es necesario, sobre todo al describir afectos más propios de hombres o mujeres, o los diferentes modos en que unos y otras gestionan su afectividad. Pero el acento se sitúa en que el lector pueda poner un nombre a lo que siente, establecer de modo más consciente su origen, aceptar su valor, y (sobre todo) ser capaz de redirigirlos cuando pierden su sentido original y se convierten en elementos que dañan la vida psíquica.

 

La segunda diferencia consiste en que estamos frente a una recopilación de artículos, publicada originalmente en el diario Avvenire, por lo que el conjunto adolece de cierta falta de orden y sistematiciad. Con frecuencia, un mismo problema de fondo se aborda desde perspectivas ligeramente diversas en capítulos diferentes, alejados uno del otro.

 

Esta fragmentariedad no es necesariamente un demérito: estamos frente a uno de esos casos en los que la redundancia permite asimilar mejor los contenidos del texto. Sin embargo, hay que ser consciente de que no estamos frente un libro para consultar, sino para paladear. El lector puede seguir el orden de los capítulos o dejarse llevar por el que más le atraiga más: lo importante es empaparse del contenido, e ir comprendiendo mejor el propio mundo interior. Redescubrir la relación entre afectos y virtudes, y el valor de cultivar –porque Ceriotti muestra que sí, que el mundo afectivo es un mundo que se puede cultivar– esos sentimientos que nos ayudan a dar color a la nuestra vida y a nuestras relaciones personales.

 

El tono del libro combina muy bien la fundamentación teórica con los aspectos prácticos, gracias a que la autora señala situaciones reales en las que aparecen los sentimientos. Éstas, además, no se centran sólo en la psicología individual: muy frecuentes las relacionadas con la educación de los hijos o las relaciones de pareja.

Pep Verdià 

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