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La Conferencia Episcopal Española publica unas ''Orientaciones pastorales''

La transmisión de la fe sólo se conseguirá con la coordinación entre familia, parroquia y escuela

La Conferencia Episcopal Española publicó el pasado mes de febrero el documento Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe. Una herramienta de ayuda para el trabajo educativo y pastoral, en image-5bba6d015c24e0fc406b8623fff4a6a4el contexto de la «nueva evangelización», dirigida a los padres de familias en la tarea de educar a sus hijos; a los sacerdotes y catequistas en la paciente y apasionante misión de iniciar en la fe a las nuevas generaciones de cristianos; así como a los profesores de religión en los centros de enseñanza dedicados a la noble tarea de formación de niños y jóvenes; a las instituciones y a los agentes de enseñanza en general, y de la enseñanza religiosa en particular, en su responsabilidad de ofrecer una formación religiosa y moral y como propuesta de diálogo entre la fe y la cultura.

El documento está estructurado en cinco capítulos de los que reseñaré algunos aspectos que me parecen especialmente relevantes.

Necesidades, dificultades y posibilidades en la transmisión de la fe

No se trata solo de dar –explica el primer capitulo de estas Orientaciones–, unas indicaciones que favorecen y ayudan a la transmisión de la fe. El objetivo es «preparar o ayudar a otros a creer, a encontrarse personalmente con Dios revelado en Jesucristo. Toda verdadera transmisión de la fe ha de respetar la táctica que Jesús usó con los discípulos de Emaús: diálogo, relación y conocimiento, comunión e Iglesia, conversión y sacramentos».

Son muchas las preocupaciones y dificultades que se presentan a las familias, a la catequesis parroquial y a la enseñanza escolar: cambios profundos en la estructura y relaciones de la familia, individualismo exacerbado, un profundo relativismo, dificultad en la comunicación de los valores, falta de formación, el abandono e indiferencia de todo lo religioso, profundos cambios sociales y culturales...

Por ello, señala el documento, en esta nueva etapa el anuncio misionero y la catequesis, junto con la educación religiosa escolar y la acción educativa de la familia constituyen una clara prioridad.

Responsables de la coordinación en la transmisión de la fe

Transmitir o comunicar la fe es responsabilidad propia de todos los creyentes en coordinación y corresponsabilidad: los pastores de la Iglesia, padres de familia, catequistas, profesores, animadores de grupos, etc. Es una tarea que nos corresponde a todos, recuerdan las Orientaciones en el segundo capítulo.

Cada uno de los agentes de la transmisión de la fe ha de ser testigo de la Iglesia, en total comunión de fe, de actitudes y de esperanzas, bajo la acción del Espíritu Santo, que actúa mediante la gracia y concede a todos el aceptar y creer la verdad. Todos ellos se necesitan mutuamente, tanto más cuanto mayores son las dificultades e influencias que han de superar en el noble ejercicio de la educación.

Es necesario conseguir una sinergia mayor «entre las familias, la escuela y las parroquias para una evangelización profunda y para una animosa promoción humana, capaces de comunicar a cuantos más posibles la riqueza que brota del encuentro con Cristo».

El servicio de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe

El tercer capítulo repasa el papel específico de cada uno de los tres agentes principales en la transmisión de la fe. La familia es la primera escuela y la «iglesia doméstica». Los padres son los principales y primeros educadores. Ellos son el espejo en el que se miran los niños y adolescentes. Ellos son los testigos de la verdad, el bien y el amor; de ahí su gran responsabilidad en el crecimiento armónico de sus hijos. La iniciación en la fe cristiana es recibida por los hijos como la transmisión de un tesoro que sus padres les entregan, y de un misterio que progresivamente van reconociendo como suyo y muy valioso. Los padres son maestros porque son testimonio vivo de un amor que busca siempre lo mejor para sus hijos, fiel reflejo del amor que Dios siente por ellos.

La familia cristiana se constituye así en ámbito privilegiado donde el niño se abre al misterio de la transcendencia, se inicia en el conocimiento de Dios, comienza a acoger su Palabra y a reconocer las formas de vida de los que creen en Jesús y forman la Iglesia.

Se «dispone así a la persona para que pueda conocer y acoger el amor de Dios Padre manifestado en Jesucristo, y a construir la vida familiar en torno al Señor, presente en el hogar por la fuerza del sacramento. (...) La familia es la primera y fundamental escuela de socialización como comunidad de amor. Ello se lleva a cabo mediante la educación con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana».

«El amor de los padres se transforma de fuente en alma, y por consiguiente, en norma, que inspira y guía toda la acción educativa concreta, enriqueciéndola con los valores de dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés, espíritu de sacrificio, que son el fruto más precioso del amor».

Por todo ello, «la familia debe ser un espacio donde el Evangelio es trasmitido y desde donde este se irradia.» La mutua colaboración entre familia, parroquia y escuela hará posible una eficaz formación integral de los hijos.

Respecto a la acción catequética en la parroquia, se señala la necesidad de una atenta reflexión sobre su significado y su forma de realización «mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es comienzo de la vida nueva; la Confirmación, que es su afianzamiento; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para transformarlo en Él». Es más, se invita a que exista una relación, que resulta básica, entre iniciación cristiana familiar y catequesis parroquial puesto que la catequesis parroquial recoge el despertar religioso que ha surgido en el seno de la familia.

Con respecto a la enseñanza religiosa en la escuela, en el documento se recuerda que se trata de «un derecho y un deber de los padres y alumnos católicos». Una enseñanza que consiste en «presentar el mensaje y acontecimiento cristianos en sus elementos fundamentales, en forma de síntesis orgánica y explicitada de modo que entre en diálogo con la cultura y las ciencias humanas, a fin de procurar al alumno una visión cristiana del hombre, de la historia y del mundo, y abrirle desde ella a los problemas del sentido último de la vida».

«Siguiendo las orientaciones de Benedicto XVI, hemos de subrayar que la enseñanza religiosa, lejos de ser solamente una comunicación de datos fácticos, informativa, la verdad amante del Evangelio es creativa y capaz de cambiar la vida, es performativa. Por ello, esta materia no puede reducirse a un mero tratado de religión o de ciencias de la religión, como desean algunos; debe conservar su auténtica dimensión evangelizadora de transmisión y de testimonio de fe. Por ello, los profesores deben ser conscientes de que la enseñanza religiosa escolar ha de hacer presente en la escuela el saber científico, orgánico y estructurado de la fe, en igualdad académica con el resto de los demás saberes, haciendo posible el discernimiento de la cultura que se transmite en la escuela y respondiendo a los interrogantes de los alumnos, en especial a la gran pregunta sobre el sentido de la vida».

Sus tres fundamentales líneas de acción son:

· La revitalización de una profunda pastoral familiar.

· La prioridad y urgencia de formación y acompañamiento espiritual de los catequistas.

· Una efectiva formación pastoral de los profesores cristianos y de religión.

Elementos al servicio de la transmisión de la fe en la familia, la parroquia y la escuela

El cuarto capítulo recoge, de forma práctica, los elementos al servicio de la transmisión de la fe en la familia, la parroquia y la escuela.

Cuidando lo característico y propio, se favorece mejor lo complementario. Dichos elementos han de centrarse en «un itinerario de inteligencia de la fe, que les permita armonizar mejor sus conocimientos religiosos con su saber humano para que puedan realizar una síntesis cada vez más sólida entre sus conocimientos científicos y técnicos y su experiencia religiosa».

Así en la familia debe prestarse especial atención a:

· El despertar del sentido religioso del niño mediante una toma de conciencia de sí mismo y de lo que le rodea.

· El desarrollo en el niño de su capacidad de admiración, a través de los gestos, reacciones y palabras de la familia y de la comunidad, y ayudarle a descubrir a Dios Padre.

· El acceso del niño a la oración como diálogo con Dios, y despertar en él un conocimiento y crítica de sí mismo.

En la catequesis hay que centrarse en:

· El conocimiento de la fe (doctrina).

· La experiencia litúrgica y sacramental (celebración).

· La formación moral (virtudes y valores).

· La iniciación a la oración (experiencia religiosa).

· La educación para la vida comunitaria (la Iglesia).

· El compromiso para la misión (la Evangelización)

En la enseñanza religiosa escolar se debe incidir en:

· La dimensión teológica y científica del saber religioso (síntesis de la doctrina católica).

· La dimensión trascendente de la persona (sentido último de la vida).

· La dimensión humanizadora (concepción cristiana de la persona).

· La dimensión ético-moral (principios y valores).

· La dimensión cultural e histórica (relación fe-cultura).

Esta coordinación de tareas entre la familia, la parroquia y la escuela tiene como objetivo concertar esfuerzos e inquietudes y unir personas para conseguir un objetivo común: la transmisión de la fe católica.

Medios y modos para la coordinación en la transmisión de la fe

Es imprescindible, señala el documento en su quinto capítulo, «encontrar y contar con responsables de catequesis, enseñanza religiosa y pastoral familiar para conocer los proyectos educativos, distribuir tareas y adquirir compromisos en orden a elaborar un proyecto común; un proyecto que, a la luz de la nueva evangelización, pide una nueva sensibilidad, un nuevo esfuerzo misionero y una nueva propuesta de fe.

El testimonio cristiano de padres, profesores y catequistas redunda en los niños, adolescentes y jóvenes, y es un referente para ellos; dicho testimonio es enseñado por testimonio-aprendizaje, pues lo que trasmiten es la fe de la Iglesia, que ellos, a su vez, han recibido y, en su nombre, la transmiten con autoridad y ejemplaridad. Al dar razón de su fe (1 Pe 3, 15), testifican su propia identidad y les ayudan a descubrir la plenitud del ser humano realizada en Jesucristo, el Hombre nuevo. Él es la clave para comprender el misterio del hombre, Él es quien da sentido a toda vida y toda realidad.

Las Orientaciones pastorales terminan con un capítulo dedicado a los medios y modos para la coordinación en la transmisión de la fe. Repasa las situaciones que hay que tener en cuenta a las distintas edades; urge a los padres, catequistas, profesores y alumnos a dar testimonio cristiano; y repasa los medios y servicios mutuos que hay que tener en cuenta y prestar en los distintos ámbitos. «Los catequistas, profesores y padres, interrelacionados, han de ofrecer un testimonio coherente y concorde con los valores que la enseñanza religiosa propone y fundamente, así como han de valorarse positivamente en aquello que cada uno realiza según su función».

Conclusión

«Invitamos a todas las instituciones implicadas –concluyen los obispos– a colaborar en este proyecto al servicio de la transmisión de la fe. Formar a las nuevas generaciones siempre ha sido una labor ardua, pero gratificante. En las circunstancias actuales que nos toca vivir, podemos afirmar a que es un tarea difícil, pero apasionante. Hoy, necesitamos educadores en la fe que sean maestros y testigos: o, mejor, testigos para ser maestros» (...) «Es una ocasión para fomentar, de nuevo, la educación cristiana a todos los niveles y ofrecerla como alternativa a otras. La Conferencia Episcopal Española estudiará las posibilidades de un proyecto educativo católico que contemple una visión coherente, armónica y completa del hombre, con objetivos, acciones y medios adecuados, y que sirva como marco de referencia para todas las instituciones educativas católicas. En palabras del beato Juan Pablo II, somos conscientes de que está en juego el futuro de la transmisión de la fe y su realización».      

Remedios Falaguera 

Periodista

  • 19 febrero 2014
  • Remedios Falaguera
  • Número 46

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