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Escuelas católicas que no lo son tanto

Muchos padres tienen la preocupación de encontrar escuelas y colegios que, aparte de su calidad docentes en todas las materias, proporcionen una buena formación espiritual y religiosa a sus hijos, siguiendo el Magisterio de la Iglesia. Luis image-a276c063261c2802ca83791a62439ad9Fernando Pérez Bustamante, Director de InfoCatólica afirmaba hace unos pocos meses: “el problema que la Iglesia tiene en España es que no está nada claro que una buena parte de los colegios que son confesionalmente católicos transmitan un catolicismo sano y ortodoxo a sus alumnos”[1].¿Es cierta tal afirmación? Podría serlo, aunque –al menos que yo sepa– no existe ningún estudio riguroso sobre la proporción de colegios que se dicen católicos y que, en la práctica quizá no lo sean tanto. Sin embargo, la práctica pastoral y un persistente goteo de noticias que van llegando cuestionan la enseñanza católica que se imparte en no pocos colegios confesionalmente católicos. Presentaré algunos casos de los que he tenido noticia, por experiencia directa o de primera mano, aunque sin indicar nombres concretos: quien pueda entender que entienda.

En la elección de colegios, son muchos los padres que descartan colegios 'católicos´ por su reputación de proporcionar mala formación católica. No faltan tampoco casos de cambios de colegio cuando los padres perciben la escasa educación católica que recibían sus hijos. Conozco a uno que era presidente de la Asociación de Madres i Padres de Alumnos (AMPA) de un colegio religioso que hizo lo indecible para encauzar la situación, pero finalmente, él y su esposa, tomaron la decisión de sacar a todos sus hijos de aquel colegio para que estudiaran en otro más lejano y más caro, pero con mayores garantías en la formación religiosa. Otro padre comentaba que había llevado a sus hijos al mismo colegio religioso dónde él había estudiado, pero decidió llevarlos a otros cuando comprobó que el mayor de ellos, próximo a hacer la Primera Comunión, “no sabía nada de nada”.

Cuando la educación humana y cristiana se diluye

Hay colegios religiosos que incluso han abdicado a preparar a los alumnos para la Primera Comunión. Afirman: “El que quiera hacerla que lo preparen en la parroquia.” Me han contado de otro, que sí preparan para este gran Sacramento de la iniciación cristiana, pero lo hacen saltándose elementales prescripciones litúrgicas de la Iglesia. Uno de los profesores de este colegio alardeaba de la 'belleza´ de sus Primeras Comuniones. Habían sustituido las lecturas bíblicas previas al Evangelio por  lecturas de Umberto Eco, eso sí, “muy bonitas”, y una Plegaria Eucarística hecha ex profeso para estos niños.  

Las lagunas o falta de formación afectan a muchos ámbitos, que van desde la fe y la moral a la formación litúrgica. Faltan estímulos para la educación en las virtudes y para fomentar la piedad. Algunos se quedan también cortos en la formación en la educación de la sensibilidad y la solidaridad con los pobres y necesitados. Para no alargarme, me fijaré un caso reciente. Un joven profesional buscaba consejo pastoral ante el comportamiento de su esposa, educada en un colegio de una institución religiosa, que le exigía sistemáticamente utilizar preservativo y que luego comulgaba tranquilamente cada domingo. Antes de casarse había tenido relaciones íntimas con otro chico a “quien quería”, y con eso se justificaba.  Argumentaba eso era habitual entre sus compañeras de clase. Parece que nadie en el colegio les había explicado correctamente las enseñanzas de la Iglesia sobre el amor humano, el matrimonio y la moral conyugal.

A veces el problema llega a grandes despropósitos y hasta a crisis de identidad cristiana de algunos centros. Hace unos pocos años, en un debate de TV3 al que asistí se debatía sobre la presencia de crucifijos en las escuelas. Éramos seis personas. En el grupo que defendía la eliminación del crucifijo había el encargado de pastoral para Cataluña de una conocida congregación religiosa dedicada a la enseñanza (él no era miembro de la congregación por falta de vocaciones). En el encuentro previo al programa afirmó que ellos hacía ya tiempo que habían retirado los crucifijos de las aulas para ser más “abiertos y acogedores” y para no molestar a los alumnos no cristianos. Otro responsable de pastoral de colegios, de una respetable orden religiosa, afirmaba en otra ocasión que sus clases de religión estaban enfocadas a hacer atractiva la figura humana de Jesús, pero sin pretender pasar al plano sobrenatural. Materias como los sacramentos y su ayuda en el comportamiento moral, vida de fe y la importancia de la oración en el cristiano estaban fuera del programa.

Muchos párrocos conocen la situación de las escuelas de su entorno. Uno de ellos me decía que no recomendaría un colegio regido por religiosos situado en su demarcación a ningún feligrés que buscara una educación católica para sus hijos.

Termino recogiendo unos pocos testimonios tomados de una web católica[2] en la que se plantea la cuestión de cómo encontrar un 'buen´ colegio católico, fiel al Magisterio de la Iglesia. Manuel afirma: “Mis hijas van a un colegio católico (NN: una congregación religiosa) del cual estoy descontento en aspectos doctrinales y morales.” Norberto añade: “en su momento, para nuestros tres hijos, elegimos un colegio religioso muy cercano, 3-4 minutos andando, y, eso, permitía disponer del tiempo necesario, para corregir las muchísimas lagunas, ocasionadas por una falta de profundidad católica.” Aratxa comenta: “Nosotros pasamos un pequeño calvario con los colegios 'católicos´ en Inglaterra, hasta que decidimos, a la vez que otras familias jóvenes de nuestra parroquia, educar nosotros mismos a los niños (...) Es muy difícil encontrar un colegio realmente católico, que sea lo que debe ser en todos los ámbitos educativos”. 

Distorsión entre la que se ofrece y lo que realmente se da

El Concilio Vaticano II señalaba con firmeza que “los niños y los adolescentes tienen derecho a que se les estimule a apreciar con recta conciencia los valores morales y a aceptarlos con adhesión personal y también a que se les estimule a conocer y amar más a Dios”[3]. Es una parte esencial de una deseable educación integral. Y, como ha señalado recientemente la Santa Sede, “una enseñanza que desconozca o que ponga al margen la dimensión moral y religiosa de la persona sería un obstáculo para una educación completa”[4].

Este derecho a una formación moral y religiosa tiene exigencias, en primer lugar, para los padres. La Iglesia no se cansa de repetir que los padres, ya que han transmitido la vida a los hijos, son los primeros y principales educadores de sus hijos[5] y tienen la gozosa obligación de educar a sus hijos y, más concretamente, de cuidar la educación cristiana de sus hijos[6]. Para ello se apoyan en varios medios que han de elegirse cuidadosamente. Los padres tienen “la obligación y el derecho de elegir aquellos medios e instituciones mediante los cuales, según las circunstancias de cada lugar, puedan proveer mejor a la educación católica de los hijos.” [7]  La escuela es de la mayor importancia entre todos los medios de educación[8]; es “ayuda primordial para los padres en el cumplimiento de su deber de educar”[9].

La escuela católica, confesional o no pero que imparta enseñanza y educación católica, es vivamente recomendada por la Iglesia. Más aún, como señala el Código de Derecho Canónico, “Los padres han de confiar sus hijos a aquellas escuelas en las que se imparta una educación católica; pero, si esto no es posible, tienen la obligación de procurar que, fuera de las escuelas, se organice la debida educación católica”[10]. A veces no es posible por razones de proximidad, económicas, etc. Pero otras muchas veces es posible, al menos en nuestro país, y entonces la escuela es, o debería ser, una gran apoyo para la educación católica de los hijos.

Cuando la escuela se presenta como católica, pero en la práctica ésta es muy deficiente se está engañando a quienes han elegido esta escuela precisamente por ser católica. Esperan de ella una educación integral que incluya formación moral y religiosa según el legítimo Magisterio de la Iglesia. No sólo se engaña sino que también se comete una injusticia por no dar lo prometido. Y cuando se anuncia una cosa y se da otra, sencilla y llanamente, se comete un fraude, de modo parecido, pero mucho más grave, que cuando una empresa anuncia un producto con ciertas características o propiedades que no se dan en la realidad.

¿Por qué no hacer un “Informe Pisa” de enseñanza religiosa?

Las escuelas católicas que no lo son por la deficiente enseñanza religiosa que imparten, o por otros medios educativos empleados, pueden intentar excusarse por el hecho de que han decaído sensiblemente las vocaciones religiosas y hay que confiar la formación religiosa a seglares que pueden no tener el grado de compromiso y formación de los religiosos. Se presenta así como una fatalidad que los profesores que no son religiosos darán una mala formación religiosa. No tiene porqué ser así. En todo caso, si la escuela se presenta como católica tiene que hacer todo lo posible por no engañar al presentar su identidad. Esto exige sin duda un esfuerzo en la selección y formación del profesorado y tomar las adecuadas medidas de control de calidad.

Otro argumento podría ser que quienes imparten religión ya tienen el certificado de aptitud o idoneidad y que esto ya es suficiente garantía. No estaría tan seguro de ello, y no por desconfiar de quienes otorgaron dicha certificación. Fijémonos en el ámbito educativo general. No es por desconfianza en las universidades que graduaron profesores y maestros que ahora ejercen su docencia en escuelas que la OCDE realiza cada tres años una evaluación mediante pruebas normalizadas en diversos países sobre conocimientos adquiridos en estudiantes de 15 años (los famosos informes PISA (de sus siglas en inglés: Program for International Student Assessment). No es por no fiarse de la titulación, sino para verificar la eficacia y el rendimiento.

Que yo sepa no existe ningún informe equivalente al PISA para la enseñanza religiosa y sugiero ponerlo en marcha. Ciertamente, los conocimientos religiosos son sólo una parte de la formación religiosa, pero pienso que no estaría de más hacer controles generales periódicos de conocimientos religiosos adquiridos por alumnos de escuelas católicas de una determinada edad (15 años, por ejemplo como en el Informe PISA). Deberían ser llevadas a cabo con seriedad y garantías de fiabilidad. Se podrían complementar con el conocimiento de otros aspectos significativos de los centros y de su esfuerzo educativo, como la existencia de misas catequéticas semanales, pláticas y retiros, dedicación de sacerdotes, voluntariado para acciones sociales, fomento de la participación social, etc.

¿Quién tiene responsabilidad?

Afortunadamente muchas escuelas católicas o de inspiración cristiana lo hacen muy bien. En ellas fieles laicos o comunidades religiosas cuidan con esmero de la educación católica de sus alumnos. La dirección de la escuela y, en su caso, los superiores mayores están muy pendientes de ellos. También los obispos en su ámbito de responsabilidad. Pero, como hemos apuntado, hay escuelas católicas que no lo son tanto y alguien tiene responsabilidad en este hecho. No se trata de acusar a nadie, y menos sin tener elementos para hacerlo. Además, no es ésta mi función. Pero cabe recordar una interesante Carta Circular de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe de 2009[11], sobre la enseñanza de la religión en la escuela, en la que subyace la preocupación por este tema y se recuerdan responsabilidades.

En esta Carta se recuerda la responsabilidad no sólo del centro, sino de toda la comunidad cristiana, y remarca la responsabilidad canónica del obispo diocesano de “disponer lo necesario para que todos los fieles reciban educación católica”[12] y, más precisamente, para tener “escuelas en las que se imparta una educación imbuida del espíritu cristiano.”[13]  Recuerda también que una escuela católica se caracteriza por el vínculo institucional que mantiene con la jerarquía de la Iglesia, la cual garantiza que la enseñanza y la educación estén fundadas en los principios de la fe católica y sean impartidas por maestros de doctrina recta y vida honesta[14].

Y añade: “En estos centros educativos, abiertos a todos los que compartan y respeten el proyecto educativo, se tiene que alcanzar un ambiente escolar impregnado del espíritu evangélico de libertad y de caridad, que favorezca un desarrollo armónico de la personalidad de cada individuo. En este ambiente, se coordina el conjunto de la cultura humana con el mensaje de la salvación, de modo que el conocimiento del mundo, de la vida y del hombre, que los alumnos poco a poco adquieren, sea iluminado por el Evangelio (cf GE 8; CIC 634)”[15]

Importancia de la enseñanza de la religión

Fides ex audito, afirma san Pablo (Rom 10, 17). La fe empieza escuchando y para escuchar el Evangelio, primero hay que anunciarlo. Eso significa también que transmitir la fe, y en concreto la enseñanza de la religión, es una base primordial sobre la cual recibir el don de la fe. ¿No será que gran parte de la increencia de muchos jóvenes y adultos menores de 40 años tiene mucho que ver con las deficiencias en la educación religiosa recibida? 

La enseñanza de la religión es tan importante que Juan Pablo II llegó a afirmar que “el carácter propio y la razón profunda de la escuela católica, el motivo por el cual deberían preferirla los padres católicos, es precisamente la calidad de la enseñanza religiosa integrada en la educación de los alumnos”[16]. En esta línea, la cita Carta de la Santa Sede afirma que “La enseñanza de la religión en las escuelas católicas identifica su proyecto educativo”[17].

Acoger y respetar a los no cristianos, como exige el derecho a la libertad religiosa, no conlleva renunciar de la identidad cristiana del centro, incluso retirando los crucifijos de las aulas o dejando de dar clases de religión católica. En este sentido, la citada Carta señala: “También en las escuelas católicas, debe ser respetada, como en cualquier otro lugar, la libertad religiosa de los alumnos no católicos y de sus padres. Esto no impide, como es claro, el derecho-deber de la Iglesia de enseñar y testimoniar públicamente la propia fe, de palabra y por escrito”[18].

La enseñanza de la religión ha de ser seria y exigente: “es necesario que la enseñanza religiosa escolar aparezca como disciplina escolar, con la misma exigencia de sistematicidad y rigor que las demás materias. Ha de presentar el mensaje y acontecimiento cristiano con la misma seriedad y profundidad con que las demás disciplinas presentan sus saberes. No se sitúa, sin embargo, junto a ellas como algo accesorio, sino en un necesario diálogo interdisciplinario”[19].

Escuelas católicas que no lo son tanto: un problema que es también un reto.

Domènec Melé

Profesor de Ética

 


 

[1] http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1211220607-solo-faltaba-que-los-colegios. Acceso el 16 de septiembre, 2013.  

[2] http://infocatolica.com/blog/sarmientos.php/1001300840-dificultades-encontrando-un-b. Acceso el 16 de septiembre, 2013.

[3] CONCILIO VATICANO II, Gravisimun educationis (en adelante GE), n. 1.

[4] SCEC, Carta circular sobre la enseñanza de la religión en la escuela , 5 de mayo de 2009 (en adelante Carta). Ver en www.vatican.va

[5] Cf: JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Familiaris consortio, n. 36 (en adelante FC), Código de Derecho Canónico (en adelante CIC), c. 627.

[6] Cf  CIC, 793.1.

[7] CIC 993, 1.

[8] GE 5.

[9] CIC 796,1.

[10] CIC 798.

[11] Op. Cit.

[12] CIC 794. 2.

[13] CIC 802.

[14] Cf CIC 803.

[15] Carta, 6.

[16] JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catequesis tradendae, n. 69.

[17] Carta, 16.

[18] Carta, 16.

[19] Directorio General Catequético, n. 73.

 

  • 19 febrero 2014
  • Domènec Melé
  • Número 46

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