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Cómo es la Iglesia que recibe el papa Francisco

Del Concilio Vaticano a la actualitat

El beato Juan XXIII sorprendió al mundo el día 25 de enero de 1959 anunciando su intención de convocar un concilio image-e24ea2557b6f0b40cecc7dae35d51305ecuménico. El 11 de octubre de 1962 dio comienzo esta gran asamblea que recibió el nombre de Vaticano II y que fue recibida por los 565 millones de católicos del mundo con alegría y esperanza.

Los padres conciliares representaron visualmente la catolicidad de la Iglesia y sus miembros; Los participantes fueron 3.000 en su mayor parte obispos de todo el mundo (excepto la mayoría de los de los países del Este que fueron impedidos por las autoridades comunistas a viajar). En ese año 1962 la población de la tierra se estimaba en 3.139.723.000 personas de las que un 17,6% eran fieles católicos.

Han transcurrido 50 años de este concilio que podemos denominar verdaderamente global. ¿Qué ha cambiado en la Iglesia desde entonces? ¿Cómo es la Iglesia que se encuentra el Papa Francisco? ¿Es muy distinta o no a la que gobernó el beato Juan XXIII?

Presentamos una serie de datos cuantitativos que pueden resultar significativos para la acción del nuevo Pontífice. Estas cifras revelan problemas, retos, y desde una óptica de fe, también muestras la acción de la gracia y de la correspondencia de los hombres. En estas líneas se ofrecen datos recogidos de diversas fuentes: El Anuario Pontificio (2013), las estadísticas de la Iglesia Católica que anualmente publica la Congregación para la Evangelización de los pueblos con motivo de la Jornada Misionera Mundial (2012), estadísticas de la Congregación para el clero, el Banco Mundial y la división de población de la ONU. El objetivo es proporcionar la secuencia en la evolución de la presencia de la Iglesia en el mundo entre 1962 y 2012.

Cambia el mundo, cambia la Iglesia

La población mundial de 1962 se ha más que doblado pasando de 3.139 millones a 7.023 millones pocos meses antes de la elección de Francisco. La proporción de católicos casi no ha experimentado variación: si en 1962 suponían un 17,6% del total de la población, en 2013 representan un 17,46%. Traducido a fieles bautizados, éstos han pasado de 565 millones en 1962 a 1.195 en 2013.

Por lo que se refiere a la proporción de católicos sobre el total de población en cada continente sí se han dado variaciones significativas:

El continente americano tiene la mayor proporción y ha pasado de que los católicos representaran un 59% (1962) a un 63% (2013); en orden de peso demográfico sigue Europa que pierde unas décimas, del 40% (1962) al 39,8% de su población es católica (2013); Oceanía se mantiene en un 24,6% al inicio y final de este periodo de 50 años; África da un gran salto pasando de un 11,6% de católicos sobre el total de la población en 1962 a un 17,2% en 2013; Asia pasa de un 2,2% a un 3,1% en la actualidad, pero debe tenerse en cuenta que este continente reúne la mitad de la población del planeta.

Pero el cambio realmente significativo es visible en el rostro de la Iglesia. En 2013 de cada 100 católicos son americanos casi la mitad, 49; 24 son europeos, 16 son africanos, 10 son asiáticos y 1 de Oceanía.

Presente en todo el mundo

El Papa Francisco encuentra una Iglesia mucho más diversa que la que convocara para el Vaticano II su predecesor el beato Juan XXIII. Según el Anuario Pontificio de 2013 América representa un 48,8% de los católicos, Europa sólo un 23,5% y África da un gran salto hasta el 16%, Asia aporta el 10,9% y Oceanía el 0,8%. Esta presencia global lo es en todos los sentidos; puede ayudar a valorarlo tener presente que de las actuales 3.871 diócesis que hay en el mundo 1.374 están en Europa, otras 1.351 en América, 559 en Asia, 503 en África y 84 en Oceanía.

Europa sin duda ejerce un liderazgo cultural e histórico pero la Iglesia es mucho más diversa, más global y crece sensiblemente en aquellos continentes más dinámicos, por lo menos a la par que su crecimiento demográfico.

Las frías cifras muestran una gran vitalidad misionera y apostólica en África y Asia, y en menor medida en América, mientras que Europa y Oceanía se estancan o retroceden. No es ajena esta situación a la profunda crisis cultural y religiosa que viven las naciones del primer mundo a las que la Iglesia y los católicos no son ajenos. Crisis repetidamente denunciada tanto por el beato Juan Pablo II como por Benedicto XVI.

Señales esperanzadoras

El periodo 1962-2012 junto a las grandes esperanzas de renovación que se despertaron en la Iglesia fruto del Concilio Vaticano II, también se vivió con especial dramatismo una profunda crisis que llevó a que se vaciaran seminarios y muchos sacerdotes y religiosos abandonaran su vocación, como recordó Benedicto XVI en su alocución a los sacerdotes de Roma poco antes de su renuncia. Tampoco debe olvidarse que estos años coinciden con la revolución del 68 que puso de manifiesto una profunda crisis antropológica y social en las naciones occidentales.

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En 1961 la Iglesia contaba con 404.000 sacerdotes (entre diocesanos y religiosos) que alcanzaron los 442.000 en 1970 siendo esta la cifra más alta jamás alcanzada. Paralelamente se desató una auténtica crisis de identidad que llevó a que entre 1964 y 2006 algo más de 70.000 sacerdotes solicitaran su secularización; la mitad sólo entre 1968-1978. La llegada al pontificado de Juan Pablo II supuso un frenazo radical a esta situación. Seguramente el mayor rigor en la tramitación de las secularizaciones impuesto por el Papa las frenó. Facilitar una serena reflexión en decisiones de tanta entidad supone no dejarse llevar por emociones pasajeras. Esto se advierte atendiendo a datos de la Congregación para el clero que destacan que entre 1970 y 2006 hubo 11.387 sacerdotes que solicitaron su reingreso al estado clerical.

La situación de las congregaciones religiosas es bastante semejante. Tanto en las masculinas como en las femeninas. El descenso en el número global de miembros tiende a moderarse en las órdenes masculinas, mientras que entre las femeninas continua esa caída. Pero aquí también hay que hacer precisiones: nuevamente Asia y África tienen aumentos significativos, pero no suficientes para paliar la situación del resto de continentes. En 2013 los religiosos no sacerdotes son 54.665 y las religiosas 721.935.

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La gran crisis postconciliar vio el número más bajo de sacerdotes en 1989 con solo 401.479. Las cifras permanecieron estables hasta el año 2000 en el que se inició una leve recuperación permanente y sostenida hasta el día de hoy. En 2013 hay un total 412.236 sacerdotes tanto diocesanos como religiosos. Esta tendencia al alza se consolida al examinar la situación de los seminaristas. En 1969 –primer año de la serie estadística de la Congregación para el clero– había 88.000 seminaristas. Los candidatos al sacerdocio disminuyeron hasta tocar fondo en 1975 con 60.142 seminaristas. A partir de 1978 se experimentó un aumento, ligero inicialmente y más vigoroso a partir de 1985 hasta llegar a los 118.990 del 2013.

Una vez más los datos ofrecen matices muy significativos si observamos qué ha ocurrido en los distintos continentes durante el periodo 1962-2012. Europa que cuenta en 2013 con 190.150 sacerdotes, en estos 50 años ha perdido 60.000 sacerdotes diocesanos y religiosos (un 24% menos que los que tenía en 1962); Oceanía ha perdido un 12,4% hasta los actuales 4.816. América del Norte pierde un 24,8% hasta quedar en 53.900; por el contrario el resto del continente americano experimenta un aumento de un 55% pasando de 43.200 sacerdotes en 1962 a 67.000 en la actualidad. Y espectaculares son los crecimientos en África (+127%) con 37.527 sacerdotes y Asia (+124%) con 57.136 sacerdotes ambos continentes en 2013.

Pistas para tener en cuenta

De todo esto podemos apuntar algunas líneas de fuerza que configuran la Iglesia que el Papa Francisco ha recibido este año 2013.

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1. La Iglesia que se abría al Concilio en 1962 era culturalmente occidental. El peso de las naciones europeas, de América del Norte y en menor medida de Oceanía era abrumador. Europa era fuente de vocaciones sacerdotales y misioneras y se miraba con esperanza hacia América y los países de misión. Así en 1962 los no europeos eran casi algo exótico en el colegio cardenalicio o en la Curia romana. El Papa Francisco fue elegido por un colegio de 115 electores de los que 60 eran europeos, 10 de Latinoamérica, 14 de Norteamérica, 11 de África, 10 de Asia y 1 de Oceanía.

2. Europa continua en primer plano. La crisis que sucedió al Concilio fue sobretodo una crisis con raíces ideológicas, culturales y religiosas en occidente y en esos países se pagaron las primeras consecuencias con la secularización de la sociedad, el descenso en la práctica religiosa y la caída de las vocaciones religiosas, sacerdotales y misioneras. A pesar del crecimiento y dinamismo de otras zonas del mundo, la influencia y prestigio de Europa y Estados Unidos todavía pesa mucho para bien o para mal. Como ejemplos véase la legislación sobre el matrimonio homosexual o sobre libertad religiosa y el efecto dominó que produce sobre otras zonas del planeta.

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3. El largo pontificado del beato Juan Pablo II sufrió el final de la crisis interna de la Iglesia y sentó las bases para una lenta recuperación. A la vista de estos números nadie puede extrañarse por la acción del Papa viajero confirmando en la fe a los católicos de los cuatro puntos cardinales, promoviendo las Jornadas Mundiales de la Juventud y la acción perseverante para dotar de un cuerpo doctrinal sólido y actualizado a la Iglesia del Tercer Milenio. Benedicto XVI ha profundizado en esta línea de gobierno.

4. Gobernar la diversidad. Los países occidentales afrontan una Nueva Evangelización. América latina tiene como reto atender una inmensa población católica con escasa formación para la que no hay suficientes sacerdotes (tienen la relación número de católicos/sacerdote más alta del mundo con más de 7.000/1). Asia es la gran sorpresa con un gran crecimiento en la población católica y el número de sacerdotes. Podría ser la señal de la mayoría de edad de la Iglesia en esa zona del globo. África es otra grata sorpresa por el peso que ganan los católicos del continente dentro de la Iglesia, pero su reto es contar con clero autóctono suficiente y preparado para atenderlos.

5. Podemos apuntar, ­–en otros artículos de este número de Temes d´Avui se trata ampliamente–, que la Iglesia deberá incorporar a relevantes personalidades de todos los continentes en su gobierno central. Por otra parte, la selección, formación y número suficiente de los sacerdotes se revela como prioritaria para la santidad y crecimiento del Pueblo de Dios. También para formar a los laicos, que con su vida i doctrina, llegarán a esas últimas fronteras de las que habla el papa Francisco, para llevar allí el mensaje de Cristo.

Isidor Ramos Rosell

Periodista

  • 27 julio 2013
  • Isidor Ramos
  • Número 45

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