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Drets humans i religió a Catalunya

Pau, tolerancia i llibertat en una societat secularitzada

Daniel Arasa

Prólogo de Miquel Roca Junyent


Pagès editors

Lleida, 2012-09-25

303 págs.

 

Todavía hay quien se escandaliza de que se produzcan ataques a los derechos humanos fundamentales en nuestras sociedades occidentales, democráticas y tolerantes. Es bueno mantener esa capacidad de reacción en una sociedad image-0b562d88e9a24d2ee80b4438ee53c04fadormecida, floja y que parece perder fuerza para defender sus grandes pilares morales. Daniel Arasa, periodista de larga trayectoria profesional y prolífico escritor de temas históricos, se adentra en la que considera una libertad amenazada: la libertad religiosa. Y no duda en señalar estos ataques muy cerca, en nuestra propia casa.

Arasa llama la atención que históricamente la libertad religiosa ha sido conculcada, pero las más fustigadas han sido, habitualmente, las religiones minoritarias; por el contrario en el caso español y en el catalán, la hostilidad se dirige sobre todo contra los católicos y la Iglesia, el grupo religioso que a pesar de todo continua siendo ampliamente mayoritario.

A esta situación, el autor añade un elemento adicional: “las agresiones se han convertido en habituales, en un hecho tan cotidiano que no son noticia. iSe han convertido en parte del paisaje!” A menudo, al silencio de los medios de comunicación se añaden la pasividad policial y judiciales. Esta situación contrasta con el tratamiento que se da a las agresiones a judíos y musulmanes.

El libro de Daniel Arasa, Drets humans i religió a Catalunya, acertadamente subtitulado como Pau, tolerancia i llibertat en una societat secularitzada, quiere acercarse a este fenómeno analizándolo desde “la óptica de los derechos”, es decir desde un punto d evista no confesional y plicable a todas las religiones. Así toma como base la Declaración de Derechos Humanos de la ONU de 1948 que reconoce que “toda persopna tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y de religión; este derecho comporta la libertad de cambiar de religión y de convicción y de manifestarlo individualmente o en común, en público o en privado, mediante la enseñanza, la predicación, el culto y el cumplimiento de los ritos”.

Sesenta años más tarde de esta solemne declaración y después del hundimiento de dos ideologías que se basaron en la negación específica de este derecho –la nazi y la comunista– la libertad religiosa y de conciencia sufre ataques, violentos en algunos casos, y más sutiles en otros; pero la defensa de este derecho es fundamental porque las libertades son indivisibles y “no es patrimonio exclusivo de los creyentes, sino de toda la familia de los pueblos de la tierra. Es un elemento imprescindible de un estado de derecho”, así lo explicó Juan Pablo II ante la Asamblea de la ONU el 10 de octubre de 2003. “Es un indicador para verificar el respeto a los demás derechos humanos” afirmó Juan Pablo II.

Arasa decide verificar la salud de nuestros derechos fundamentales, en España y en Catalunya, examinando, en una primera parte, la situación de la libertad religiosa en el marco general de los derechos humanos y el largo proceso del reconocimiento de este derecho.

La segunda parte del libro la dedica a un repaso histórico de lo que ha sucedido en Catalunya y España en los dos últimos siglos: las intolerancias y persecuciones decimonónicas; la Segunda República Española y la religión como caballo de batalla; la Guerra Civil i la intolerancia religiosa; el franquismo: del nacionalcatolicismo a la tensión con la Iglesia; la Transición como modelo de tolerancia... también religiosa.

Finalmente en la tercera parte, Daniel Arasa ofrece una panorámica de la situación actual: la intolerancia religiosa que renace en el mundo, con un claro epicentro en el islam; las presiones sobre la libertad religiosa en occidente y el silencio culpable de nuestras sociedades; el caso particular de España y Catalunya; la instrumentalización de la memoria histórica como método de venganza histórica; la visión relativista como dictadura opuesta a la libertad religiosa.

Cierra el libro un breve capítulo en el que el autor hace unas sugerentes reflexiones que van más allá de lo políticamente correcto: Estados Unidos como modelo inspirador: una nación que se funda sobre el reconocimiento del hecho religioso al tiempo que legisla para que no se produzcan conflictos entre las instituciones públicas ni las confesiones religiosas, ni entre ellas mismas; el rechazo los sistemas teocráticos, así como de la afirmación de que per se la religión genera odio e intolerancia, las excepciones del fundamentalismo islámico desdibujan la realidad una y mil veces mostrada de que “son los creyentes de las distintas religiones quienes más hacen por ayudar a los demás y ser sembradores de paz”. La transformación de las sociedades antes homogéneas y ahora acogedoras de lo que denomina “poli-identidad”, en las que el ciudadano puede identificarse simultáneamente con distintos proyectos colectivos sean religiosos o laicos y esta identidad plural no tiene porque crear conflictos.

También destaca otros aspectos como: la secularización y la caída de la práctica religiosa, la crisis social y la crisis religiosa que se vive especialmente en occidente y la provocación que supone la coherencia cristiana, la mala praxis de la ONU al hacer un tratamiento discriminatorio de lo que considera atentados contra la libertad religiosa, la dinámica tolerancia-intolerancia como dialéctica de nuestro tiempo; el papel de los cristianos entre la persecución y la exigencia de sus derechos, la laicidad positiva, el proselitismo, las relaciones entre ley y conciencia, el papel de los medios de comunicación, la globalización, la revuelta árabe, la coexistencia entre Dios y el César... son algunos de los temas que podrían dar para reflexiones específicas, debates y propuestas de actuación. Sin duda un libro atractivo y sugerente para aquellas personas comprometidas con su entorno social y con deseos de aportar algo positivo con su presencia en la vida pública, aunque no es indispensable que sean profesionales de la política: simplemente buenos ciudadanos comprometidos con su entorno y comprometidos con la defensa de los derechos humanos, y ante todo con ese derecho –el de la libertad religiosa– que es como el indicador de que los demás funcionan.

Isidor Ramos Rosell

  • 22 noviembre 2012
  • Daniel Arasa
  • Número 43

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