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Benedicto XVI llega al alma del Bundestag alemán

Los fundamentos del estado liberal de derecho

 

El pasado 22 de septiembre, Benedicto XVI sorprendió al Parlamento alemán con un discurso sobre la razón, el derecho y la ecología muy superior a cualquier expectativa de los congresistas alemanes, quienes le dedicaron dos largas ovaciones en pie y aplaudieron con entusiasmo varios pasajes de su intervención.

image-a1e6162ee29266a6f58afc9e56323724Los más entusiastas fueron “los “verdes”, a los que hizo reír con ganas en varias ocasiones y a los que arrancó un cálido aplauso cuando, alabando a los ecologistas y al ecologismo, indicó, con gran sentido del humor, “y no hago propaganda de ningún partido político”.

El discurso del Romano Pontífice fue una lección magistral como la pronunciada hace un año en el Westminster Hall de Londres ante el parlamento británico.

El acto, que había levantado una cierta tensión en los días anteriores por el fanatismo demostrado por algunos grupos sociales y políticos minoritarios, se resolvió casi como un encuentro de familia, sin que nadie echase en falta a los diputados ex-comunistas que dejaron vacíos sus escaños.

Con buen humor, el presidente del Bundestag, Norbert Lammert, comentó que “raramente un discurso en esta Cámara había atraído de antemano tanta atención en Alemania y fuera de ella”.

El mensaje de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, abordó el tema de “los fundamentos del Estado liberal de derecho” recordando unas conocidas palabras de San Agustín: “un Estado que no respeta el derecho es una gran banda de forajidos” y, recordando la perenne validez de la doctrina tomista sobre el Derecho natural y su relación con la ley humano positiva, señaló enfáticamente que el gobierno de Adolf Hitler, elegido canciller democráticamente en la misma cámara ante la que ahora hablaba, “pisoteó el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho”.

 

Fundamentos del estado de derecho

Con gran rigor histórico, Benedicto XVI explicó que el cristianismo constituyó una superación del estado teocrático pues “contrariamente a otras grandes religiones, nunca ha impuesto al Estado ni a la Sociedad un derecho revelado, sino que situó las verdaderas fuentes del derecho en la naturaleza y la razón”.

El Papa se refería así a la siempre actual doctrina tomista del Derecho natural que sostiene que el fundamento del orden o Derecho natural es la naturaleza humana y que sus principios pueden ser descubiertos a través de la recta razón, en clara consonancia con la segura interpretación de los textos tomistas contenidos en teólogos y juristas de la altura de Francisco de Vitoria, Domingo de Soto o Francisco Suárez (Escuela salmantina del Derecho Natural).

Como bien explicó Benedicto XVI, la cultura jurídica occidental nació “de la síntesis entre la filosofía estoica de Grecia y el derecho codificado de Roma” y que esta cultura occidental “ha sido y sigue siendo de una importancia decisiva para la cultura jurídica de la humanidad”.

Para el Papa alemán, el Derecho natural, cuyo contenido son los primeros principios que la recta razón alcanza de forma evidente, constituyó siempre una guía clara en la actuación jurídica y política hasta el siglo XVIII. Sin embargo, es durante los últimos dos siglos cuando aparece “la razón positivista, que se presenta de modo exclusivista y que no es capaz de percibir nada más que lo que es funcional”. Ante este exclusivismo de una razón humana cerrada en torno a si misma, el Romano Pontífice propone “volver a abrir las ventanas, ver de nuevo la inmensidad del mundo, del cielo y de la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo”. Es decir, propone descubrir la intrínseca racionalidad del Universo (ley eterna) y volver, usando la recta razón (ley u orden natural), a descubrir, contra todo normativismo jurídico, que lo jurídico no es “lo legal”, sino “lo justo”.

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La naturaleza habla y hay que responder coherentemente

Además, recurriendo a un argumento inesperado en apoyo de su tesis principal, el Papa subrayó que los jóvenes ecologistas alemanes de los años setenta ya “se dieron cuenta de que en nuestras relaciones con la naturaleza había algo que no funcionaba; que no es solamente un material para nuestro uso, sino que la tierra tiene en sí misma su dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones”. Por eso, “la importancia de la ecología es hoy indiscutible y debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder coherentemente”. Para Benedicto XVI, en la misma línea cabe situar la “ecología humana”, que señala el respeto a las personas, a su vida y a sus derechos.

Después de su discurso, que fue acogido con grandes muestras de afecto por parte de los congresistas, el Papa se reunió en una de las salas del gran edificio del Reichstag con los principales representantes de la comunidad judía, a quienes recordó con emoción que estaban “en un lugar central de una espantosa memoria, puesto que desde aquí se programó y organizó la 'Shoah´ (Holocausto), la eliminación de los ciudadanos judíos de Europa”.

Benedicto XVI, con gran afecto y ante el reconocimiento unánime de los representantes judíos, afirmó que “el omnipotente Adolf Hitler era un ídolo pagano, que quería ser sustituto del Dios bíblico, Creador y Padre de todos los hombres”. Y que basta ver la desoladora realidad de los campos de exterminio nazis para cobrar conciencia de lo que sucede cuando el hombre pretende elevarse sobre su Creador. La constatación del sufrimiento del pueblo judío padecido en la “Shoah” –señaló bellamente el Papa– debe hacer que “los cristianos debemos darnos cuenta cada vez más de nuestra afinidad interior con el judaísmo”, trabajando juntos para “reforzar la común esperanza en Dios porque sin esa esperanza la sociedad pierde su humanidad”.

En suma, Benedicto XVI regaló una vez más un mensaje de paz, armonía y comprensión que fue apreciado y agradecido tanto por los dirigentes de la nación alemana, como por los representantes de la comunidad judía y por los millones de personas de buena voluntad que siguieron sus palabras en el mundo entero.

Juan Ramón Medina Cepero

Profesor de Filosofía del Derecho

Universitat Internacional de Catalunya

  • 23 febrero 2012
  • Juan Ramón Medina Cepero
  • Número 41

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