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No te hagas poner ceniza. Pensamiento y religión en Joan Maragall

Ignasi Moreta

Fragmenta

Barcelona 2010
552 pág.

Ignasi Moreta, profesor de Humanidades en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, nos ofrece un profundo estudio sobre la vida, el pensamiento y la obra del escritor Joan Maragall. Precisamente el Dr. Moreta se doctoró con image-5fb3cdfc5bdc441e94ddabdf2af82866una tesis que trataba, como tema central, del pensamiento religioso de Joan Maragall.

Esta voluminosa obra del Dr. Moreta –voluminosa en páginas y en contenido– pone de manifiesto que el autor es uno de los intelectuales que mejor conocen al escritor catalán y que con más acierto se ha adentrado en su pensamiento, en su vida y en toda su obra escrita, lo mismo en poesía que en prosa. A lo largo de su estudio, el profesor Moreta nos da a conocer el itinerario religioso que vivió Joan Maragall, cuando todavía era soltero y, luego, después de su boda con Clara Noble. También nos habla de sus relaciones con Gaudí, Torres i Bages, y otros prohombres de su tiempo.

Hay que recalcar que es una obra densa, completa, lúcida, que conviene leer sin prisas y con un cierto grado de meditación. Su lectura nos va descubriendo, paso a paso, muchas facetas del poeta poco conocidas: de su vida juvenil, su vida familiar, sus amistades, los contextos históricos en que vivió y sus reacciones y opiniones ante muchos de los acontecimientos de su vida. Maragall siguió muy de cerca la marcha de la historia literaria, intelectual, política, económica, etc., de los años que van desde la década de 1870 hasta su muerte, en 1911. Los hechos que la afectaron más profundamente son indudablemente los relativos a la Semana Trágica de 1909.

A lo largo de varios años, ha existido un debate sobre si su pensamiento, filosofía de la vida, manifestaciones, juicios y manera de explicar algunos temas eran o no ortodoxos en cuanto a la doctrina católica. El estudio del profesor Moreta aclara definitivamente la cuestión. No cabe duda alguna sobre su catolicidad o práctica religiosa, pero sí se observa un cierto cambio con el paso de los años, un cambio hacia la plenitud, huyendo de las meras prácticas formales religiosas para entrar a fondo en lo que significa ser cristiano de verdad, hasta llegar a una cierta mística. En una conferencia sobre este estudio, el Dr. Moreta destacó –y así lo repite en el libro– cuatro etapas en el itinerario espiritual del escritor: primero como niño y adolescente vivió un catolicismo fervoroso que poco a poco se decantó hacia un panteísmo romántico, exaltando la naturaleza, el arte y el amor. A partir de 1880 Maragall vive una vida burguesa aceptando un catolicismo algo descafeinado. Más tarde, hacia el 1901, se introduce en un neoespiritualismo que le distancia de la ortodoxia oficial. Y al final de su vida es cuando sus reflexiones se centran más sobre el paso del tiempo y la vida en el más allá.

Las palabras «No te hagas poner ceniza» pertenecen a una poesía que dice así:

 No et facis posar cendra, -no et facis posar cendra,

 patró de joventut,

 que no té res que veure  -la mort, la cendra, amb tu.

 No entelis amb mementos

 ton front rosat i pur.

 Tu no has pas d'havê esment -de la trista paraula

 que diu el sacerdot

 girant-se de la taula.

 Que aquest color rosat -que duus al front i als llavis

 no t'ha sigut donat -per cendrosos agravis,

 que t'ha sigut donat,

 verge de la sang tendra,

 per uns altres esblaims -que no són pols ni cendra.

 

 No te hagas poner ceniza, -no te hagas poner ceniza,

 patrón* de juventud,

 que no tiene nada que ver -la muerte, la ceniza, contigo.

 No empañes con mementos

 tu frente rosada y pura.

 No va para ti -la triste palabra

 que dice el sacerdote

 de cara al pueblo.

 Que este color rosado -que llevas en la frente y en tus labios

 no te ha sido dado -para cenizos agravios,

 que te ha sido dado,

 virgen de la sangre tierna,

 para otros pálidos (labios)** -que no son polvo ni ceniza.

* paradigma de juventud.   ** [o tal vez: para otros desmayos]

 

Este poema, escrito en 1896, que podría parecer «antirreligioso» o poco afín a la liturgia eclesial –no te hagas poner ceniza el Miércoles de Ceniza–, no es más que un arrebato juvenil poético, un piropo salido del corazón, al ver una chica desconocida, bonita y atractiva, y que, por tanto, no «puede ser polvo para el cementerio», como escribía otro poeta de nuestra tierra. «No te hagas poner ceniza porque tú no puedes morir»..., o «tú no puedes ser mortal». Ésta es una de las muchas formas en que se manifiesta su aparente arreligiosidad, pero que hoy las calificaríamos de metáforas o licencias poéticas, perfectamente correctas desde el punto de vista literario y también religioso. Otras veces, a Maragall se le ha tildado de ser algo panteísta por su amor al mundo, a la belleza de la creación, al placer de vivir intensamente la vida como un don de Dios. Yo diría que en este aspecto Maragall es aristotélico, ya que el filósofo griego, en su Ética a Nicómaco (III, 5) defiende que «la vida merece ser amada y que es sabio aquel que ama mucho su vida, ya que, desde su sabiduría, entiende que toda vida merece ser muy querida como don ». Cuanto más bella y más plena es una vida, tanto más es merecedora de ser amada.
Incluso se le ha acusado de provocador a causa de algunos artículos de prensa escritos a raíz de ciertos hechos puntuales que afectaban a la burguesía, a la familia, o a problemas laborales, sociales o económicos, y también debido a otros artículos que criticaban la práctica rutinaria, perezosa y llena de inercia de la fe, vivida sin unidad de vida o sin una verdadera espiritualidad, etc. Por el contrario, Maragall muestra, en la forma de abordar cada cuestión, que quiere ser un hombre libre en el mejor sentido del concepto libertad. Él aspira a una fe viva y fecunda. iQué mejor ejemplo que su Canto espiritual y los artículos escritos con motivo de los hechos de la Semana Trágica!

Moreta estudia muchos aspectos espirituales del poeta. Entra a fondo en los artículos publicados en la prensa –diarios y revistas– de la época, para conocer su evolución. Nos presenta perfectamente la influencia que recibió de Nietzsche, de Goethe, de Carlyle y de Ibsen, de su interés general por la literatura fuera de nuestras fronteras. En el capítulo dedicado al poema «Excelsior», Moreta desentraña todo su elevado y profundo entramado. El poema nos habla del esfuerzo y de la lucha por ser mejores, para ir siempre más arriba. Cuando esta ascética falta, entonces todo puede fallar. Y dice Moreta: «Cuando no hay este esfuerzo, cuando no hay ritmo, cuando no hay alma, la vida se convierte en mera apariencia, movimiento que responde a un simple automatismo, y de hecho lo que hay está más muerto que vivo».

Son espléndidas las palabras dedicadas al tiempo y a la eternidad, la vida mortal y los «instantes de amor» o «momentos de eternidad» que configuran ya, en el tiempo, el hecho de la eternidad futura. Ésta no es, en Maragall, sólo la que ha de venir más tarde, sino la que ya estamos viviendo y construyendo aquí y que ahora hemos de vivir para edificar correctamente el más allá. Hay que decir que Maragall nunca intenta hacer teología y toca todos estos temas como poeta y como prosista pensador, aunque en sus últimos escritos se acerque más a la mística.

Ignasi Moreta, en la cuarta parte del libro, llega a «el último Maragall». Y nos hace partícipes de un mensaje muy actual y muy propio de nuestro tiempo, ya que Maragall es un avanzado en muchas de sus opiniones.

Josep Vall i Mundó

(Versión castellana para on line, L.R.)

  • 28 febrero 2012
  • Ignasi Moreta
  • Número 41

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