Archivo > Número 40

Evangelizar

Fernando Sebastián Aguilar

Ediciones Encuentro

Madrid 2010 - 2 ª edición

417 pág.

Mons. Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona, fue profesor de Teología Dogmática y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. Este hecho es relevante porque el autor del libro que image-022582aca4728e849003785bd8229125comentamos es un intelectual de primera línea. No es pues extraño que encontremos ideas y propuestas de carácter personal y no repeticiones de lo ya dicho muchas veces.

Los orígenes de este extenso trabajo están en otro libro que el autor escribió en 1991 con el mismo título. Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho que Mons. Sebastián decidiera reescribirlo completamente de nuevo. Esto me hace dudar de si el aprovechamiento del material anterior es la causa de la reiteración de lo que podríamos llamar ideas matrices a lo largo de todo el libro, aunque también puede ser por una intencionalidad pedagógica.

El libro consta de ocho capítulos que plantean ocho cuestiones diferentes (quizás los dos últimos sólo tienen diferencias de matiz). El primer capítulo hace referencia al magisterio reciente sobre el tema: la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI y los llamamientos a la Nueva Evangelización de Juan Pablo II y Benedicto XVI. El libro no alcanza a tiempo la creación del Dicasterio para la Nueva Evangelización.

El segundo capítulo es de la máxima importancia: trata de la clarificación del concepto y contenido de evangelizar. Aquí aparecen las opiniones y polémicas –no finalizadas– respecto a esta cuestión. Algunos niegan que se haya de evangelizar porque todas las religiones llevan a Dios. Otros lo limitan a determinados aspectos, como la lucha contra la pobreza, las enfermedades, la opresión, etc., y otros se distancian de la interpretación, digamos oficial, de la profesión de fe. Mons. Sebastián afirma que estas posturas ahogan la posibilidad de evangelizar. Después ya no vuelve sobre estos problemas, podríamos decir que los deja aparcados, y continúa con sus análisis y propuestas. Ciertamente, el capítulo termina con un llamamiento a la conversión personal.

El tercer capítulo es un resumen de las circunstancias históricas que nos han llevado a la situación actual del catolicismo en España. Pero habla, sobre todo, de circunstancias políticas, culturales y sociales. Sin que éstas dejen de ser muy importantes, pienso que las que acontecen en elinterior de la Iglesia lo son aún más.

El cuarto capítulo, sobre Evangelización y Cultura, es el segundo más largo del libro. También es el más intelectual, e incluso más académico, sin dejar de ser pastoral. Mons. Sebastián estudia lo que es la cultura, la inculturación y evangelización de la cultura y las culturas. Resumiendo mucho, podemos decir que afirma que evangelizar no es sustituir una cultura por otra, pero sí es purificar una cultura de todo lo que se oponga a la fe. Con ello una cultura no pierde, sino que se enriquece. En el caso de la "nueva evangelización", esto es más acusado porque es una recuperación de las raíces de la misma cultura. Mons. Sebastián, que es aragonés y sabe ser claro y directo, no tiene ninguna ambigüedad al reivindicar la superioridad de la fe sobre cualquier cultura.

El quinto capítulo trata de los agentes de la evangelización, su cometido y las actitudes adecuadas. En esta parte, el autor muestra su preocupación por el peligro de disgregación: el papel central del obispo, por un lado y por otro, los carismas particulares de las congregaciones religiosas y las asociaciones y movimientos, que se deben respetar. La cuestión es antigua. Mons. Sebastián señala cual le parece que debe ser la actitud de unos y otros. Aunque hace mención de posibles actitudes equivocadas, en mi opinión todavía se queda un poco en la superficie de los problemas que de hecho se dan. Algo parecido me parece que pasa cuando habla del cometido de cada uno de los agentes, en el sentido de que señala lo que debería hacer cada cual, pero no se adentra en la cuestión de cómo nos las ingeniamos para convencer a los que no ven las cosas del mismo modo, que no son pocos (véase el comentario al segundo capítulo).

En el capítulo sexto, «Anunciar hoy el reino de Dios», se hace un estudio de la situación cultural y religiosa de nuestro tiempo, bastantepormenorizada. Teniendo en cuenta todos los factores en juego, se propone lo que se considera una catequesis adecuada a las necesidades de la sociedad actual.

En los dos últimos capítulos, Mons. Sebastián ofrece un haz de propuestas pastorales, litúrgicas, canónicas, muy atrevidas. Una nueva pastoral y liturgia de los bautismos; propone a los padres no practicantes, que piden el bautismo de sus hijos, que hagan un curso de catequesis, más bien largo. Desconfía de la validez de buena parte de los matrimonios que se celebran y propone una preparación seria del matrimonio. Restaurar la Iniciación cristiana en la Iglesia poniendo la Eucaristía como culminación de todo el proceso (después de la Confirmación). Cambio verdaderamente revolucionario en la disciplina de nombramientos de los obispos a fin de que pasen toda la vida en la misma diócesis y evitar así que siempre lleguen a las sedes más grandes y complicadas personas ya mayores y fácilmente con la salud gastada.

Dedica también bastante espacio a la enseñanza católica, los colegios de la Iglesia y a las universidades católicas, señalando su papel decisivo en la evangelización. Se ocupa igualmente de las tareas asistenciales de la Iglesia y de los fieles católicos en la vida pública.

Pienso que no daríamos una visión adecuada de este laborioso trabajo de Mons. Fernando Sebastián si no se remarcase que, desde el principio, en medio y al final, se pide una renovación espiritual que nos identifique más y más con Cristo y con la Iglesia como condición sine qua non para evangelizar.

Joan Garcia Llobet

  • 13 septiembre 2011
  • Fernando Sebastián Aguilar
  • Número 40

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