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El icono de la Nueva Evangelización será la Sagrada Familia de Barcelona

Entrevista al presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella

El pasado 28 de junio, en la Basílica de San Pablo Extramuros, durante la celebración de las vísperas por San Pedro y San Pablo, el Papa anunciaba que había decidido crear un nuevo organismo, en la forma de “Consejo Pontificio”, con la tarea principal de «promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de image-dc2fb99fc49062bd4d0bd3c02e6f74e0la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de “eclipse del sentido de Dios”, que constituyen un desafío para encontrar medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo». Con la Carta Apostólica “Ubicumque et semper”, Benedicto XVI instituía en septiembre de 2010 el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, poniendo al frente al arzobispo Rino Fisichella.

Nacido en Codogno, en la diócesis de Lodi (Italia), en 1951, monseñor Fisichella fue ordenado sacerdote en 1976. Enseñó Teología Fundamental en la Universidad Pontificia Gregoriana hasta que fue nombrado obispo auxiliar de la diócesis de Roma en 1998. En 2002 fue designado Rector magnífico de la Universidad Pontificia Lateranense, cargo que ahora ostenta el salesiano monseñor Enrico dal Covolo. De junio de 2008 a junio de 2010 Fisichella fue presidente de la Academia Pontificia para la Vida, siendo relevado por el obispo catalán Ignacio Carrasco de Paula.

Entre 1996 y 2010 fue “capellán” de la Cámara de los Diputados de Italia, como rector de la Iglesia romana de San Gregorio Nacianceno. Actualmente es miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para las Causas de los Santos.

 

                           Organización de la Curia Romana                              

La Curia Romana está integrada por dicasterios y organismos que ayudan al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión pastoral, para el bien y servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares. Los dicasterios pueden ser de cuatro tipos: Congregaciones, Pontificios Consejos, Tribunales y Oficinas, además de la Secretaría de Estado.

Con la creación del dicasterio para la Promoción de la Nueva Evangelización hay doce Consejos Pontificios. Los otros son: para los Laicos, para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Justicia y Paz, Cor Unum, para la Familia, para los Textos Legislativos, para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, para el Diálogo Interreligioso, de la Cultura, para las Comunicaciones Sociales y para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.

 La primera semana de enero, Benedicto XVI nombró a los primeros miembros del nuevo dicasterio, entre los que se image-7638fd5e0c5a3ef3892887b9d1713143encuentra monseñor Adolfo González Montes, obispo de Almería, que se une a otros 18, entre los que figuran los cardenales Christoph Schönborn, arzobispo de Viena (Austria); Scola, patriarca de Venecia (Italia), Francisco Robles Ortega, arzobispo de Monterrey (México) y Odilo Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo (Brasil).

A cada dicasterio pertenecen, como miembros, algunos Cardenales y Obispos, residentes en Roma o dispersos por el orbe. Se reúnen en asambleas plenarias o sesiones ordinarias. A las asambleas ordinarias se convocan a los miembros presentes en Roma, y a las plenarias se convocan a todos los miembros. Las asambleas plenarias se han de celebrar al menos una vez al año. El presidente o el prefecto del dicasterio deciden la convocatoria y el orden del día.

Además de los miembros, se adscriben a los dicasterios Oficiales y se nombran Consultores. Los oficiales tienen la misión de llevar los asuntos ordinarios del dicasterio, los registros y archivos y otras funciones de trámite, mientras que los consultores asesoran al dicasterio con su saber y prudencia.

 

P: En la presentación del nuevo dicasterio, usted dijo que el Papa, al crearlo, había tenido una intuición profundamente profética. ¿Qué quiso decir con esto?

R: Usé la expresión profética en el sentido bíblico del término. El profeta es quien vive intensamente el presente y por este motivo prepara el futuro. Con la institución de este dicasterio, Benedicto XVI quiere dar una lectura histórica, muy profunda, de lo que es la condición cultural y eclesial que estamos viviendo. En esta lectura del presente se ven las luces y las sombras del mundo de hoy. Sin embargo, no podemos fijarnos solo en las situaciones de crisis en parte de la sociedad, del mundo, de la Iglesia.

 

P: ¿Cuáles son las luces a las que se refiere?

R: Existe un gran dinamismo vital tanto en la sociedad como en la Iglesia. Pensemos, por ejemplo, en la gran aportación de la ciencia, de la técnica y en el gran desarrollo en estos campos. Esto es positivo cuando tiende al progreso real de toda la humanidad, en el respeto de los principios éticos fundamentales del actuar. Pero, por otra parte, en la Iglesia también hay mucha vitalidad. Es suficiente leer el reciente libro-entrevista de Benedicto XVI, “Luz del mundo.

 

P: ¿En qué se manifiesta concretamente la vivacidad de la Iglesia?

R: La he podido experimentar en estos meses. He recibido a muchas personas –obispos, sacerdotes, religiosos, image-ddf6a3b91c8abe3175a7b451b5d2f97claicos– que me han hablado de la actividad de la nueva evangelización que ya se está haciendo en la Iglesia. Por tanto, existen tantas situaciones positivas, dinámicas y también distintas dificultades. No podemos esconder que vivimos en una situación de crisis cultural, determinada por el secularismo, que ha puesto en crisis el tema de la verdad, lo cual significa poner en crisis la identidad misma de la persona y las relaciones personales. El tema de la verdad no es un tema abstracto; es un tema profundamente existencial.

 

P: Pero, no podrá negar que la Iglesia atraviesa momentos de “crisis”...

R: Ciertamente, ha habido crisis, como la que ha marcado a la Iglesia de modo muy fuerte con el escándalo de la pedofilia, pero existe otra situación de crisis, dominada por otra aún más profunda, que es la crisis de identidad, de no conocer los contenidos fundamentales de la fe católica, determinada también por la indiferencia religiosa, en la que han caído muchos cristianos, una crisis de decadencia profunda del impulso misionero. Por todo ello, tenemos que ser capaces de impulsar la vida de la Iglesia, de modo que nuestra presencia en el mundo pueda orientar el cambio cultural.

 

P: ¿Cómo puede hacer creíble la Iglesia su mensaje para recuperar la imagen perdida a causa de sucesos como los de los abusos de menores por parte del clero?

R: “No tenemos una receta pre-confeccionada. Sin embargo, pienso que la Iglesia debe recuperar profundamente su misión fundamental, que es anunciar a Jesucristo, siempre, en todas partes, y a pesar de todo. Vivimos en un contexto que el Papa ha definido hace unos días específicamente de “cristianofobia”. En algunos países existe el miedo de la Iglesia, el miedo de los cristianos. Esto es determinado con toda probabilidad por un conocimiento no real de la vida de la Iglesia y de la vida de los cristianos y por eso se da una situación de temor.

 

P: ¿Qué hacer ante esta realidad?

R: Tenemos que dar a conocer quiénes somos realmente por encima de los estereotipos del pasado y del presente. El mundo actual tiene necesidad de un anuncio de esperanza, pero tenemos que ser creíbles. Hay que conjugar nuestro anuncio con el testimonio coherente de nuestra vida y cuando esto se logra, –ya se da en tantos casos–, la Iglesia no se reconoce por sus “no” –por sus prohibiciones–, sino al contrario, es la Iglesia que dice “sí” al amor verdadero, al amor fiel; es la Iglesia que dice “sí” a la acogida de la vida, al respeto de la dignidad de la existencia personal, desde el inicio a su fin; es la Iglesia que dice “sí” para que todas las personas sean consideradas iguales. Ciertamente, es la Iglesia que dice “no” a la discriminación, a las nuevas formas de esclavitud, que se manifiestan en distintos lugares, a la arrogancia del prepotente en relación con los más débiles, pero creo que esto forma parte de la misión que tenemos en el mundo. Ser voz de quien no tiene voz. Entiendo que haya quienes desearían que permaneciésemos en silencio, pero esto no lo podemos consentir. Somos el eco de una voz que a lo largo de los siglos no hace sino expresar aquel mensaje, aquella buena noticia que da esperanza al mundo que está profundamente atormentado por el miedo y también por conflictos que originan confusión.

 

P: Durante el viaje a Santiago de Compostela y a Barcelona en noviembre pasado, el Papa dijo en respuesta a un periodista que con este Consejo Pontificio había pensado en el mundo entero, pero que había un centro, y este es el mundo occidental, con su laicismo, su secularismo, etc. Añadió que el mismo problema vale también, de una manera fuerte, para España, que siempre ha sido un país “originario” de la fe, pero también es verdad que en esta nación ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un laicismo fuerte y agresivo.

R: España no vive fuera de la realidad de Europa. Casi el 80% de las propuestas legislativas de un país provienen de las disposiciones de la Unión Europea. Esto normalmente no se sabe, pero es así. Por tanto, aislar a España del resto de Europa no es justo; España vive como en gran parte de Europa, una condición de crisis, determinada por una acción más global. Sería injusto exasperar la situación de crisis española, sin ver la gran acción dinámica de las diversas iglesias presentes en España.

 

P: Sin embargo, en el panorama actual, no es fácil ver este dinamismo de las diferentes iglesias...

R: No hay que olvidar que España ha logrado llevar a cabo, en cierto modo, la Sagrada Familia, que fue construida con la aportación de las ofertas de la gente, porque este era el deseo de Gaudí. Y por tanto, uno se puede preguntar: ¿cómo es posible que haya cambiado tanto el ambiente con respecto a aquellos años? Creo que es necesario tener una visión global.

 

P: ¿Qué impresión le produjo la Basílica de la Sagrada Familia cuando la visitó recientemente?

R: Cuando la visité hice bastantes anotaciones que me servirán para mi trabajo. Me alegra poder

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decir que el icono de la nueva evangelización será la Sagrada Familia de Gaudí. Si no existiese este templo, habría un vacío enorme. En Barcelona hay una parte secularizada, moderna, pero en esta ciudad también hay una presencia que reclama profundamente a mirar siempre hacia lo alto. Si uno observa la Sagrada Familia se ve obligado a mirar inevitablemente en alto y entonces percibe una profunda serenidad. Esta es la experiencia que he tenido; de una profunda serenidad. Todas las curvas, las intersecciones de los arcos, producen serenidad. La Sagrada Familia es el signo de cómo el arte y la belleza pueden hablar todavía al hombre contemporáneo, con sus instrumentos. No es una catedral gótica, es una catedral moderna. Es decir, la nueva evangelización es esto; debe encontrar un lenguaje del hombre de hoy para hablar a la sociedad secularizada, sin olvidar quienes somos. Aquí no hay capiteles dóricos y jónicos a los que estamos acostumbrados, pero hay capiteles. Por eso, quien entra en la basílica piensa que está en discontinuidad con el pasado y con la historia pasada, pero hay una historia que continúa, una Iglesia presente en el mundo contemporáneo.

 

P: En el Motu Proprio para la creación del dicasterio se señala que una de las tareas específicas es promover y favorecer, en estrecha colaboración con las Conferencias episcopales interesadas, el estudio, la difusión y la puesta en práctica del Magisterio pontificio relativo a las temáticas relacionadas con la nueva evangelización. ¿Cómo llevará a cabo este cometido?

R: Antes que nada hay que tener en cuenta que este dicasterio fue instituido hace cuatro meses, y en este tiempo ya me he encontrado con varias conferencias episcopales. En 2011 tengo que viajar a España al menos cuatro veces: es una agenda muy intensa.

 

P: ¿A qué se deben –si me permite la pregunta– tantas visitas a España?

R: Debo reconocer que en España he encontrado un gran interés por la nueva evangelización, tanto por parte de la image-86ab4f9268f1e30871184a480cf2465fconferencia episcopal como de las diferentes diócesis. Iré de nuevo a Barcelona, después a Madrid, para participar en un congreso sobre medios de comunicación organizado por la conferencia episcopal; a Bilbao, y de nuevo a Madrid. La nueva evangelización se lleva a cabo de este modo, sobre todo conociendo de primera mano lo que las conferencias episcopales están haciendo por la nueva evangelización y después tratando de colaborar en los futuros proyectos.

 

P: El Motu Proprio dice que sería recomendable que cada conferencia episcopal tuviera un organismo “ad hoc” para la nueva evangelización.

R: Sí, será útil para poder planificar ulteriormente esta acción en cada país. En este aspecto no tenemos que tener prisa, porque la colaboración es lo más importante. Además hay que esperar al Sínodo de los Obispos de 2012, que estará completamente dedicado a la nueva evangelización. Por el momento, tratemos de conocer lo que ya se está haciendo, preparemos el sínodo y después contaremos con la aportación de todos los obispos para planificar, junto con la exhortación apostólica del Papa, el camino del dicasterio.

 

P: Otra de las tareas específicas del nuevo dicasterio es dar a conocer y sostener iniciativas relacionadas con la nueva evangelización organizadas en las diversas Iglesias particulares y promover la realización de otras nuevas, involucrando también activamente las fuerzas presentes en los institutos de vida consagrada y en las sociedades de vida apostólica, así como en las agregaciones de fieles y en las nuevas comunidades.

R: Sí. Muchos movimientos, tanto religiosos como laicos, están haciendo la nueva evangelización. Este es el momento de superar la fragmentariedad. Hay que ofrecer un signo de unidad profundo en la complementariedad de los dones y de los carismas. Ciertamente, los movimientos, las órdenes religiosas, las parroquias... es decir, la realidad de la Iglesia, vive una complementariedad constante. Es cierto que a algunos lugares solo pueden llegar los laicos, y por eso es justo que los laicos estén presentes donde sea necesario. También están los movimientos, con su carisma propio, que no son un absoluto, pero pueden llegar a vastas partes de la población con su acción misionera. Pienso que no tenemos que ser víctimas de la crisis cultural de la fragmentariedad; debemos vivir de la complementariedad, pero sabiendo que no podemos vivir aislados. La Iglesia es un solo cuerpo y los miembros son muchos. Es necesario recuperar la dimensión de unidad del cuerpo, cuyo objetivo es único: anunciar el Evangelio para la salvación.

 

P: Por lo que respecta a los medios de comunicación, ¿cómo favorecer su uso para que sean verdaderos instrumentos de evangelización, sobre todo aprovechando las nueva tecnologías digitales? ¿Cómo hacer llegar mejor el mensaje?

R: Debemos colaborar con el dicasterio de las comunicaciones sociales, porque tiene la competencia tecnológica y nosotros tenemos que “llenarla” de contenido. Los medios de comunicación son importantes, determinantes en la cultura actual. Tengo una cuantas ideas sobre cuál puede ser la contribución de la TV, de internet, de la prensa, etc, pero el problema no es éste.

 

P: ¿Cuál es?

R: Es cierto que hay que contar con todos los instrumentos a nuestra disposición, pero la credibilidad del anuncio del Evangelio pasa a través del encuentro interpersonal, depende de que haya una persona que anuncia y otra que recibe el anuncio. La fe, en estos 2000 años, se ha transmitido siempre de este modo, a través de un encuentro interpersonal. Los instrumentos son válidos, los debemos usar, pero tenemos que pensar sobre todo en lo que es la comunicación interpersonal.

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P: En el Motu Proprio se indica que, entre las competencias del dicasterio, está la promoción del uso del Catecismo de la Iglesia Católica. ¿En qué modo piensa cumplir este objetivo?

R: Existe una comisión instituida por Benedicto XVI para reflexionar sobre esto. Está previsto que a principios de este nuevo año nos encontremos las personas competentes en este campo de los diversos dicasterios de la Santa Sede. Al Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización no le compete tanto el aspecto celebrativo como el encontrar las formas que se adapten a los instrumentos de los que hemos hablado antes. Hay que tratar de hacer conocer el catecismo, porque es lo que la Iglesia siempre ha creído en cualquier parte del mundo. Que los distintos catecismos locales, sea para los jóvenes que para los adultos, “beban” de esta fuente y sobre todo que el Catecismo de la Iglesia Católica siga siendo el signo que el Concilio Vaticano II ha querido dar a la Iglesia.

 

P: Por último, hablemos de sus colaboradores. Además de usted, que es el presidente, ¿quiénes forman parte del dicasterio?

R: Todavía nos estamos organizando. Faltan por designar al secretario y al subsecretario. El Papa ha querido que se cubran diferentes campos. Para ello, habrá responsables por áreas lingüísticas: inglés, francés, español, italiano, alemán y lengua eslava. Además habrá miembros y consultores; los primeros ya han sido designados. Será un dicasterio “ligero”, porque quien se encarga de la nueva evangelización debe poder correr, no caminar. La Palabra de Dios corre, como dice San Pablo, y para ello no debemos llevar mucho peso; tenemos que ser ligeros y veloces.

Alfonso Bailly-Baillière

periodista y corresponsal en Roma 

  • 25 mayo 2011
  • Alfonso Bailly-Baillière
  • Número 39

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