La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia

Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini

La XIIª Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebró en el Vaticano del 5 al 26 de octubre de 2008, tuvo como tema «La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia». Dos años después, Benedicto XVI recoge las reflexiones y propuestas de este encuentro en un texto que los expertos han considerado como el documento más importante sobre la Biblia desde la Constitución dogmática Dei Verbum, del Concilio Vaticano II.

Con palabras del Papa, la finalidad de esta Exhortación es «que los resultados del Sínodo influyan eficazmente en la image-c84ac1b0f203a4a998137077a2745570vida de la Iglesia, en la relación personal con la Sagrada Escritura, en su interpretación en la liturgia y en la catequesis, así como en la investigación científica, para que la Biblia no quede como una palabra del pasado, sino como algo vivo y actual.»1

Queda claro que el documento tiene varios destinatarios (sacerdotes, personas consagradas, fieles laicos, jóvenes, emigrantes, personas que sufren...) y, en este sentido, encontramos también una variedad de contenidos. Algunos de sus números tienen una gran densidad teológica y son éstos los que estudiamos en este breve comentario.

En la primera parte de la Exhortación, Benedicto XVI repasa los grandes principios de la exégesis católica sobre la interpretación de la Biblia.2 Teniendo en cuenta cuál es la naturaleza de la Escritura, el Papa promueve una interpretación que no se limite a los aspectos históricos y literarios, sino que busque cuál es el significado del texto bíblico como Palabra actual de Dios. Es decir, recuerda al exegeta católico que debe saber aplicar dos metodologías a la vez, la histórico-crítica y la teológica, si no quiere que su hermenéutica sea reduccionista. Por eso, debe saber acercarse a la Biblia con la razón y con la fe, en plena armonía.

Pero, para poder interpretar correctamente la Biblia, hay una cuestión capital que es entender el concepto Palabra de Dios. El Papa explica que esta expresión significa realidades diversas, y, en concreto, se refiere a las siguientes:

- la comunicación que Dios hace de sí mismo;

- el Verbo, el Logos eterno;

- Jesucristo, el Verbo que se ha hecho uno de nosotros;

- la historia de la Salvación, en la que Dios ha dejado oír su voz;

- la palabra predicada por los Apóstoles, fieles al mandato de Jesucristo; y, por último

- la Sagrada Escritura, proclamada en el seno de la Tradición.

Es decir, la Palabra de Dios es la explicación que Dios ha dado de sí mismo, con hechos y con palabras, como expone image-24d6f44fabe665db04c75c8d57237831la Dei Verbum.3 Con hechos como la creación y la historia de la salvación, y con palabras como las que podemos leer en la Biblia. Pero, de una manera singular, la Palabra de Dios es Jesucristo, que ha hablado con los hombres y mujeres, con lenguaje humano, con palabras y nos ha explicado de forma definitiva quién es Dios, y cuál es su plan para las personas de todos los tiempos. Por eso, Cristo es la llave de interpretación de la Biblia, y Benedicto XVI lo dice de una manera muy gráfica, para que lo puedan entender todos. Él es el «narrador», el «exegeta» de Dios,4 quien explica y hace realidad el mensaje de Dios.

Uno se puede preguntar porqué Benedicto XVI comienza este documento descubriendo el significado de la expresión Palabra de Dios. La respuesta no es difícil. Porque, sin duda, para poder interpretar la Biblia hay que evitar una image-b4048516a411067872864a6d289e84dbidentificación simplista, que entiende la Sagrada Escritura como si fuera el libro que recoge todas las palabras que Dios ha dicho. No podemos olvidar que la Palabra definitiva es Jesucristo, no la Biblia. Así, se capta la verdad de la Biblia cuando se entra en contacto vital con Dios, cuando se pasa de las palabras a la Palabra.

Son muchas más las cuestiones que el Papa trata en esta primera parte del documento: el sentido de la Biblia, la unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, el peligro de las interpretaciones fundamentalistas, el ecumenismo, el papel de los santos en la interpretación de la Biblia...

La segunda parte lleva el título «La Palabra de Dios y la Iglesia». Benedicto XVI afirma que «la Biblia ha sido escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo»5. Por ello, la Iglesia tiene un papel activo en la Biblia. Podríamos decir que la Escritura es un libro de la Iglesia, que Dios le ha dado. Más aún, la Iglesia vive del Evangelio y vive de la Eucaristía. ¿Cómo se puede entender este doble principio vital? El Papa lo explica con detalle. Hagamos una síntesis.

En primer lugar, Benedicto XVI profundiza en la relación entre la Palabra de Dios y los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Tanto una como los otros hacen referencia a la misma realidad. La Palabra se hizo carne, es Jesucristo, y la Eucaristía es su signo. Por tanto, la Palabra de Dios tiene un carácter sacramental.

Dando un paso más, el Papa describe la Iglesia como la «Casa de la Palabra».6 El lugar donde se hace actual el misterio de la salvación, de una manera fundamental, es la celebración litúrgica. El esquema de la revelación de Dios que veíamos antes –hechos y palabras– se repite en la celebración de la Eucaristía: el image-2be7aa04c323fcfc8fddc6ea71b17d59hecho es que Jesucristo se entrega por los hombres y así los salva, las palabras son las que ha recogido la Biblia, que se vuelven actuales cuando son pronunciadas en la celebración significando lo que dicen. En definitiva, «la Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, por su parte, ilumina y explica el misterio eucarístico».7

Benedicto XVI afronta un tema que aportará luz para entender de una manera más profunda el valor de la liturgia, pero trata también aspectos muy concretos, como el uso de la Escritura en la predicación, en la catequesis y, en general, en la actividad pastoral.

Si en la segunda parte la mirada del Papa se dirige a la Palabra de Dios en el seno de la Iglesia, la tercera y última mira hacia el mundo entero, ya que Dios quiere hablar con todos los hombres y mujeres, sin excepción, también con nosotros. De hecho, a través de la Biblia da respuestas a los problemas de hoy. Por eso, explica que la Iglesia no sólo es destinataria, sino también anunciador de la Palabra.8 A todos los fieles les corresponde explicar el mensaje de la salvación, y lo harán con el testimonio de su vida coherente. La dimensión misionera de la Iglesia surge de la misma Palabra de Dios, que quiere sentirse escuchada en todo el mundo. Y, cuando se anuncia, comunica la paz, la caridad, la justicia y la esperanza. Además, es una Palabra viva que puede entrar en diálogo con cualquier cultura y religión.

Benedicto XVI busca que sus escritos produzcan un ensanchamiento de nuestra racionalidad, y que nos den una visión más profunda de la realidad.9 En este documento lo consigue una vez más, y pone al servicio de los investigadores, de los Pastores y de los fieles un instrumento de primera calidad para la evangelización.

Gloria Heras

Doctora en Teología


1 Exh. Apos. Verbum Domini, n. 5.

2 Cf. Exh. Apos. Verbum Domini, n. 34.

3 Cf. Const. Dogm. Dei Verbum, n. 2.

4 Cfr. Exh. Apos. Verbum Domini, n. 90.

5 Exh. Apos. Verbum Domini, n. 30.

6 Exh. Apos. Verbum Domini, n. 52.

7 Exh. Apos. Verbum Domini, n. 55.

8 Cf. Exh. Apos. Verbum Domini, n. 91.

9 Cf. Discurso a la IV Asamblea nacional eclesial de Italia (19 de octubre de 2006): AAS 98 (2006), 804-815.

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