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Mujer e Iglesia

David Cameron, Primer ministro inglés, dijo a Benedicto XVI en el aeropuerto de Birmingham, al despedirlo en su reciente viaje a Gran Bretaña: "Santidad, nos ha retado al país entero a sentarnos a pensar, y eso sólo puede ser bueno".

Esto reto lo vivió la mujer del siglo XX. Pensó su vida, su función social, su construir cultura. Y tomó decisiones y accedió a image-7506baed8c5357940edc09a59e736c8acampos novedosos. Alcanzó logros y un lugar propio en la sociedad y en la cultura. Un dato expresivo: hoy ninguna economía se sostendría sin el trabajo de la mujer.

Pero el reto de pensar en la mujer sigue vigente. Hay campos que hacen aguas. Su liderazgo en puestos claves está por lograr. Hay alarma roja del amor en el matrimonio, fallos en la fidelidad que se prometieron los esposos. La educación de los hijos refleja carencias paterno-maternas: piden una real conciliación trabajo/familia y una madurez de los padres en su propio rol. La experimentación biotécnica, desplegada a nivel mundial, acosa a la mujer en gran escala y origina verdaderas plagas: las consecuencias del aborto, de la experimentación en su propio cuerpo, etc. El reto de pensar en la mujer y en el varón grita con especial intensidad, de alarma disparada que no calla, a quién lo recibe en perspectiva cristiana.

 

Lo que la mujer ha recibido de la Iglesia

Ante todo, ¿qué recibe la mujer de la Iglesia? La respuesta es sencilla: la mujer, al igual que el varón, recibe de la Iglesia la Fe en Jesucristo, Salvador, que su Fundador depositó en ella para transmitirla “a todas las gentes” (cfr. Mt 28, 19-20).

Esa Fe requiere una atenta escucha, y la luz de la gracia. “Gracia”, nos hace pensar en “gratis”, don, no merecido, sino dado por voluntad de quién lo posee, Dios, pues la gracia es la vida de Dios en nosotros, que nos permite conocerle y actuar con su ayuda.

Para la fe cristiana las realidades temporales y materiales (familia, trabajo, cultura, política, etc.) son reflejos de Dios y caminos de santidad. Lo sostiene la Iglesia en el Vaticano II (Vid. Constitución Gaudium et Spes). San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, lo predicó y ayudó a vivir desde 1928. Con su mensaje, dirigido a hombres y a mujeres por querer de Dios, ha facilitado que muchas mujeres encarnen el Evangelio con naturalidad en la vida de cada día[1].

La mujer ha recibido de la Iglesia los tesoros que en ella depositó Cristo: el conocimiento y la vida participada del Dios Uno y trino y los sacramentos. Los recibe al igual que el varón, ambos con igual dignidad de persona humana y con la diferencia específica complementaria que el ser hombre –varón y mujer– expresa.

Recibió la mujer la Verdad de Dios. El Señor –que reveló la dignidad de las hijas de Abraham y al mismo tiempo destacó la originalidad que distingue a la mujer del hombre– la anunció a la Samaritana, que se sabía pecadora, en el pozo de Sicar. Juan Pablo II en su Carta Dignitatis mulieris (15-VIII-1988) n. 15, pone de relieve lo insólito del caso, dado el modo usual de tratar a las mujeres los maestros de Israel. Destaca Jesús la fe de la cananea –“No he hallado fe tan grande en Israel” (Mt 15, 28) y el amor de la pecadora que en casa del fariseo rompe el frasco de perfume a los pies del Maestro (cfr. Lc 7, 47). Son mujeres las primeras testigos de la Resurrección y envía el Resucitado a María de Magdala a anunciar a los doce que ha resucitado, convirtiéndola en “apóstol de apóstoles” (cfr. Juan 20, 16-18) (cfr. Carta Dignitatis mulieris, 15-VIII-1988, nn.15-16).

De la Iglesia la mujer recibe la gracia. Se incorpora con pleno derecho al culto, a la vida sacramental. El bautismo le confiere el sacerdocio real, participa así en el único sacrificio y en el único sacerdocio, por el que los bautizados, hombres y mujeres, deben “ofrecerse a sí mismos como una víctima viva, santa y agradable a Dios” (cfr. Rom 12,1), dar en todo lugar testimonio de Cristo y “dar razón de su esperanza en la Vida Eterna a quien lo pida” (cfr.1 Pet 3,15).

Al instituir la Eucaristía en el cenáculo, Jesucristo encomendó realizarla a los doce apóstoles, varones, que transmitieron esa misión al sacerdote varón que impersona a Cristo Esposo. La mujer, que representa a la Iglesia, Esposa, recibe así de Cristo, el Esposo, el sacrificio Redentor.

Con la institución del sacramento del matrimonio, Jesús introduce por vez primera la igualdad de ambos cónyuges, como exigencia de esa unión especial y única, mediante la cual el hombre y la mujer llegan a ser “una sola carne” (Gen 2,24; Eph 5,31). Además pone como modelo del amor del esposo, el amor de Cristo por su Iglesia: “Maridos amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella” (Eph 5, 25), el baremo más alto de la historia de la humanidad.

La fe en Jesucristo, la gracia y con ella la entrada en la vida trinitaria, la participación en la misión sacerdotal, profética y regia de Cristo, la recuperación de su dignidad y su capacidad para vivir sacramentalmente el amor de la Iglesia-esposa: tales son algunos de los bienes –hay muchos más– que la mujer recibe de la Iglesia[2].

 

Respuestas de la mujer

En la Historia de la Iglesia, incontables mujeres recibieron los dones de la Iglesia y los interiorizaron con mente y corazón. Sostenidas por la gracia, respondieron con agradecimiento y generosidad al hilo de lo que en ellas se actuaba. Una respuesta desde su propia personalidad, su calidad humana, sus valores y virtudes; por ello, una respuesta personal única, y significativa. Hasta el punto de que “–desde María a Mónica, hasta la Madre Teresa– (...) las mujeres definen de muchas maneras el rostro de la Iglesia más que los hombres”[3].

María de Magdala anunció la Resurrección a los que estaban escondidos por temor; Priscila anunció el Evangelio –junto con su esposo, Aquila– a Apolo (Hch, 18,26); y Lidia, primera en recibir el Bautismo en Europa, llevó a él a “los de su casa” (Hch, 16,13-15 y 40).

En la Edad Media la mujer tuvo notable impacto: las reinas acercan a sus maridos al Bautismo –Clotilde a Clodoveo; Ingunda a Hermenegildo; Berta, a Etelberto de Kent. Catalina de Siena y Brígida de Suecia, juegan un papel principal en el regreso del Papa de Aviñón a Roma.

En la Edad Moderna, Timage-a07f9083479adfc5da4839ee2f917000eresa de Jesús sigue la llamada de Dios a la reforma del Carmelo para salvar la unidad de la Iglesia rota por la Reforma luterana. Isabel la Católica sostiene la evangelización de América y la libertad de los indios. Ángela de Mérici (+ 1540) reúne por vez primera a un grupo de mujeres para instruir a la mujer. Teresa del Niño Jesús se entrega por la santidad de los sacerdotes en los cinco continentes, y fue proclamada “patrona de las Misiones”.

En el siglo XX, la mujer se ha convertido en protagonista explícita en los ámbitos del vivir humano: social, familiar, económico, científico, artístico, político y ha incidido en la cultura. Desde el claustro influyen Teresa de Calcuta, Teresa Jornet, sor Ángela de la Cruz, Teresa de los Andes. Desde la cultura y buscando la verdad, llegó al Carmelo Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz). Construyen hoy la Iglesia las que recorren los caminos de Sor Ángela; las Clarisas de Lerma; las hijas de la Madre Teresa; en Estados Unidos, la Madre Angélica, a través de televisión e Internet, lleva a Cristo hasta rincones olvidados.

Han construido la Iglesia, entregándose a los que le rodeaban, muchas profesionales que cumplieron su deber y que se dieron a sus familias. Ante la imposibilidad de citarlas a todas, mencionaré sólo algunas.

 

Algunas mujeres que destacaron por su respuesta de fe y vida cristiana

La médico pediatra italiana Gianna Beretta Molla (1922-1962), profesional de prestigio y madre heroica, canonizada por Juan Pablo II el 16 de mayo del 2004. Al enterarse del crecimiento de un gran fibroma maligno y percibir el peligro para el hijo que llevaba en su seno dijo a los médicos: Salvad a mi hijo!

Lo cuenta su esposo, el ingeniero Pietro Molla: "Mi esposa era una santa normal. (...) tenía infinita confianza en la image-654d2575b3b93c1e483076037ff856c9Providencia y era una mujer llena de alegría de vivir. Era feliz, amaba a su familia, amaba su profesión de médica, también amaba su casa, la música, la montaña, las flores y todas las cosas bellas que Dios nos ha donado (...)” Y añade: “la santidad no está solo hecha de signos extraordinarios (...) [sino] de la adhesión cotidiana a los designios inescrutables de Dios"[4].

Gianna se negó a recibir tratamiento de quimioterapia y eligió sintiéndose libre la solución más arriesgada para ella. Fue coherente con la luz de la fe encendida en su alma. Falleció una semana después de haber dado a luz a su cuarto hijo.

 

Distinta trayectoria vital es la de Dorothy Day(Nueva York, 1897-1980), periodista, eficaz luchadora por los derechos humanos, tras iniciativas socialistas primero y, desde su recepción en la Iglesia católica, como camino de encuentro con Dios y de servicio a los demás, especialmente a los más necesitados[5]. El16 de marzo de 2000, el arzobispo de Nueva York, Cardenal John O´Connor, abrió su proceso de canonización.

image-0619a38c4cea3e69024626cf24c74ff9En 1932 puso en marcha el periódico The Catholic Worker, para impulsar el compromiso social y las obras de misericordia. Luego ayudó a los que carecían de todo: techo,comida y algo de calderilla, por tiempo ilimitado. En 1936 funcionaban 33 casas en el país. Alguna vez sus críticos le argumentaron con la frase de Jesús, “pobres habrá siempre entre vosotros”. Ella replicó: “pero no nos alegramos de que haya tantos. La estructura de clases es obra nuestra y con nuestro consentimiento, no el de Dios, y hemos de hacer lo posible para cambiarla. Estamos urgiendo un cambio revolucionario”.

 

Guadalupe Ortíz de Landázuri (Madrid 1916 – Pamplona, 1975) fue una de las primeras mujeres del Opus Dei. Trabajó para extender la llamada universal a la santidad en España, México, e Italia[6]. El 18 de noviembre de 2001, el arzobispo de Madrid, cardenal Rouco Varela, abrió su proceso de canonización.

En 1944 San Josemaría Escrivá le descubrió la llamada a la santidad en medio del mundo. Poco después pidió la admisión en el Opus Dei. En Madrid y en Bilbao inicia la administración doméstica de dos colegios mayores, y organiza cursos de formación profesional y cristiana para jóvenes empleadas. Dirige una Residencia de estudiantes universitarias en Madrid, en las que arraiga un apostolado eficaz. En 1951 el Fundador la invita a comenzar la labor de las mujeres del Opus Dei en México, donde deja honda huella. En 1956 viaja a Roma, desde donde impulsa el apostolado en todo el mundo.

Regresó a España –el corazón comienza a fallarle– y obtuvo el doctorado en Ciencias con la máxima calificación (1965). Premio de Investigación Juan de la Cierva, obtiene plaza de profesora de Ciencias en una Escuela profesional pública. Atiende también tareas formativas y de dirección en el Opus Dei. Hasta el final, reflejó el anhelo que movió su vida: acercar a Dios a las almas, con su alegría y amistad.

 

Jutta Burggraf (Hildesheim, 1952 – Pamplona, 2010), doctora en Psicopedagogía por la Universidad de Colonia (1979) y doctora en Teología por la Universidad de Navarra (1984), profesora del Departamento de Dogmática, en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Falleció el 5 de noviembre, tras luchar varios meses, con denuedo y serena confianza en Dios, con una grave leucemia.

Descubrió Jutta la llamada universal a la santidad en la Residencia universitaria Muengersdorf (Colonia) (1978) y pidió la admisión en el Opus Dei. San Josemaría Escrivá impulsó el estudio de la teología de las mujeres de la Obra, y Jutta optó, además, profesionalmente por esa ciencia hasta obtener el Doctorado.

Siempre buscó penetrar en la Verdad y descubrir el Bien para incorporarlo a su vivir y transmitirlo en clases, conferencias, escritos[7] y en el trato personal. Su enseñanza manifestaba la razón y el fin de su vida: el Dios que es amor. Abordaba con libertad los temas más conflictivos con deseo de dar luz sobre ellos. La calidad de su magisterio motivó que recibiera invitaciones de muchos países que siempre procuró atender.

 

Mujeres que siguen dando un testimonio cristiano coherente en el mundo de hoy

Mary Ann Glendon (1938, Berkshire County, Massachusetts), casada con Edward R. Lev, han tenido tres hijas. Profesora de Derecho en la Universidad de Harvard, es miembro de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales desde su constitución (1994), actualmente es su presidenta. Encabezó la delegación de la Santa Sede ante la IV Conferencia de la Mujer de la ONU en Pekín (1995)[8]. Embajadora de los EE.UU. ante la Santa Sede (2007-2009)[9].

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Trabajadora, sociable y sencilla, buena transmisora de sus convicciones –en clases, escritos e intervenciones-, con notable capacidad de escuchar y de darse a los demás y consecuente con la fe que profesa, Glendon ha construido Iglesia tanto en su familia, como en su profesión, difundiendo los principios de la ley natural y de un orden social adecuado a la misma. Lo ha hecho al máximo nivel.

Entre sus libros destacan A World Made New: Eleanor Roosevelt and the Universal Declaration of Human Rights, sobre la declaración de los derechos humanos por la ONU, iniciativa de Mss. Roosevelt; Dos estudios comparativos: Abortion and Divorce in Western Law y The Transformation of Family Law premiado el segundo, en 1993, con el Order of the Coif Triennial Book Award, de la Legal Academy. Doctor Honoris Causa por numerosas universidades: Chicago, Lovaina, Navarra etc. Recibe el premio National Humanities Medal (2005), al mérito de la Cultura Católica (2008) y Proudly Pro-Life Award (2009) por defender la vida del no-nacido. The National Law Journal la incluye entre las "cincuenta juristas más influyentes de América" (1998).

 

Mercedes Aroz (Zaragoza, 1944) testimonia hoy la fe que le llegó tras un largo iter[10]. Doctora en Economía, joven marxista, educó a sus dos hijos en esos principios. El menor alcanzó la fe por gracia de Dios, antes que Mercedes.

Afiliada al PSOE (1976), una de las fundadoras del PSC (1978), diputada socialista (1986- 2000), y senadora (2000), fue la más votada de la democracia, con 1,6 millones de votos en Barcelona (2004)[11].

Tras abrazar la fe, renunció a su escaño en 2007. Lo hizo público “para subrayar (...) que el cristianismo tiene mucho que decir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, porque hay algo más que la razón y la ciencia”, pues, “a través de la fe cristiana se alcanza a comprender plenamente la propia identidad como ser humano y el sentido de la vida”.

Para Mercedes, “el político católico debe ante todo representar y defender los valores fundamentales del ser humano”. En el X Congreso Católicos y Vida Pública, defiende: "Hay que plantear la abolición del aborto como lo que es: un objetivo progresista, de avance de la civilización, pues el reconocimiento jurídico de los derechos humanos y su ampliación es fruto del progreso del ser humano en la comprensión de su realidad y de su dignidad como persona".

Denuncia la ideología laicista: "La libertad religiosa reclama el respeto y un reconocimiento positivo del hecho religioso, frente a un intento de imponer el laicismo"; y exige al Estado facilitar "la educación religiosa en la escuela”, ayudar al matrimonio y la familia, afrontar con respeto a la persona la biotecnología, la interculturalidad o la interreligiosidad, que son " las cuestiones más graves que afectan a la visión del hombre".

 

Mariqui Dueñas (Madrid, 1959), Secretaria en España de Manos Unidas, casada con Alfonso Cervera Dueñas, es signo del valor del sufrimiento vivido con Fe. Personalidad activa, llena de energía, vivaz, con muchos amigos; mientras estudiaba, practicó la natación: campeona de Galicia a los 15 años, subcampeona de España, buenas marcas internacionales. A los 17 años un fuego devorador cambió su vida. Sufrió mucho, pero supo que Dios le daba otra oportunidad de vivir, y buscaba un porqué.

Tras el alta, estudió en Inglaterra y EEUU. Desde España viajó a Kenia (1991); experimentó la dureza del Tercer Mundo y optó por el voluntariado. Primero en África, después en Naga (Filipinas), donde conoció a las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa. Trabajó con los más pobres entre los pobres con total gratuidad y percibió que el dolor asumido construye a la persona. Aprendió de la Madre Teresa, en la India, el valor de “lo poco hecho con gran amor”. Al fin, descubre su llamada: servir a través del testimonio.

Regresó a España y trabajó como voluntaria de proyectos de Manos Unidas (1999), y asistío a enfermos terminales de Sida (Misioneras de la Caridad en Madrid). “Muchas veces es más difícil darse a los demás aquí, -afirma- que en el Tercer Mundo”[12]. Como Secretaria de Manos Unidas, ha debido dejar el área de proyectos sobre el terreno. De nuevo, “Es dejarme usar por Dios” y, concluye, “Doy gracias a Dios por cada día de mi vida”.

 

Mercè Riera, fundó "El Xiprer" (1993), institución de acogida en Granollers[13]. Sólida fe, sabe encarnarla amando al prójimo. "El Xiprer", se asienta en la casa familiar que, al morir los padres, quedó vacía. Mercé se preguntaba en su interior: "Señor...¿ que esperas Tú de esta casa?". Participaba en un grupo de oración y leyó en el Salmo 132: "El Señor te bendecirá y te colmará de provisiones, y los pobres podrán comer hasta saciarse". Imaginó la sala grande, como un gran comedor, donde se cumpliese esa bendición. Y así fue.

Cuenta hoy “El Xiprer” con 140 voluntarios que trabajan en el comedor, en la distribución de alimentos a personas sin recursos... En 2009 distribuyeron 140.000 kilos. de alimentos. Además de ofrecer comida, “El Xiprer” acoge a cada persona, analiza las causas de su situación y busca soluciones. Desde 2008 atiende personas que antes tenia estabilidad económica, pero con la crisis y el paro, no han podido afrontar una hipoteca, y tienen una difícil situación económica, familiar, y legal. 20 voluntarios, economistas, abogados, y empleados de banca, estudian solucionar estos problemas y que puedan llegar a fin de mes, aunque modificando hábitos. El trabajo se hace coordinado con Caritas. Un grupo de apoyo busca recursos para el centro; al preguntar a Mercè si alguna vez faltaron, respondió "Si cada uno hace su parte, la Providencia no falla jamás".

*     *    *

Podríamos seguir hablando de otras muchas mujeres que “construyen Iglesia”. Lo hacen, ante todo, tantas que en su familia se entregan a los suyos: “La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a sus hijos a rezar y rezan con ellos (cf. Familiaris consortio, 60); cuando los acercan a los sacramentos y los van introduciendo en la vida de la Iglesia; cuando todos se reúnen para leer la Biblia, iluminando la vida familiar a la luz de la fe y alabando a Dios como Padre”[14].

Así lo veía San Josemaría: “En todos los ambientes cristianos se sabe, por experiencia, qué buenos resultados da esa natural y sobrenatural iniciación a la vida de piedad, hecha en el calor del hogar. El niño aprende a colocar al Señor en la línea de los primeros y más fundamentales afectos; aprende a tratar a Dios como Padre y a la Virgen como Madre; aprende a rezar, siguiendo el ejemplo de sus padres. Cuando se comprende eso, se ve la gran tarea apostólica que pueden realizar los padres, y cómo están obligados a ser sinceramente piadosos, para poder transmitir –más que enseñar– esa piedad a los hijos.” (Conversaciones, 103).

“Una madre puede formar a sus hijos en profundidad, en los aspectos más básicos, y puede hacer de ellos, a su vez, otros formadores, de modo que se cree una cadena ininterrumpida de responsabilidad y de virtudes.” (Conversaciones, 89)[15].

Elisa Luque Alcaide

Profesora agregada de Historia de la Iglesia, Universidad de Navarra

Doctora en Filosofía y Letras y en Historia de América 

 


[1] Cf. Ana Sastre, Tiempo de caminar, Semblanza de Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid 31990, pp. 100-106; 301-316, passim; Francisca Rodríguez Quiroga, 14 de febrero de 1930: la transmisión de un acontecimiento y un mensaje, en Studia et Documenta (Roma) 1 (2007) 163-189.

[2] No me detengo, por ser más conocido, en la evangelización y educación de la mujer, el trabajo a favor de niñas huérfanas o de padres desconocidos; y ahora, para atender a las sufren las consecuencias del aborto.

[3] Benedicto XVI, en Luz del mundo. Conversaciones de Benedicto XVI con Peter Seewald,: http://www.zenit.org, 21.11.2010.

[4] Aciprensa, 10-X-2010, http://www.aciprensa.com/.

[5] Cf. Jim Forest, Love is the Mesure: A Biography of Dorothy Day, Orbis Books, 1994. Vid. www.catholicworker.org,

[6] Mercedes Eguíbar Galarza, Guadalupe Ortíz de Landázuri Palabra, Madrid 2001.

[7] Entre sus más de 20 libros, algunos traducidos a varios idiomas: Teresa von Avila. Humanität und Glaubensleben", "Vivir y convivir en una sociedad multicultural", "Una perspectiva cristiana en un mundo secularizado", "Teología Fundamental", "Conocerse y comprenderse", y "Libertad vivida: con la fuerza de la fe". Contaba que Juan Pablo II una vez le dijo: “iTienes que escribir mucho!”, “iescribe mucho!”.

[8] Primera mujer en asumir esos dos cargos.

[9] Cf http://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Ann_Glendon.

[10] http://www.archiburgos.org/sembrar/854/entrevista.htm.

[11] http://www.forumlibertas.com: Entrevista, 22/09/2010.

[12] María Rosario Dueñas, Testimonio presentado en el Simposio de la Facultad de Teología, Universidad de Navarra, 16.04.2010 (en prensa). Citado con autorización de la autora.

[13] Antoni Pedragosa, Cuando fe y acción se complementan http://www.forumlibertas.com, 17/11/2010.

[14] Benedicto XVI, Homilía en la Santa Misa en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (9 de julio de 2006).

[15] No es fácil relatar esa proyección. Muchos autores han relatado la influencia de una madre. Cf. Humphrey Carpenter, J.R.R. Tolkien. Una biografía, Minotauro, Barcelona, 1990, p.43; José Vasconcelos, Ulises criollo, Ed. crítica (Claude Fell, coord..) ALLCA, Madrid-México 2000, pp.7-8; Julián Herranz, Atajos del silencio, Eds. Rialp, Madrid 2004, p.81.

  • 16 febrero 2011
  • Elisa Luque Alcaide
  • Número 38

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