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Ecofeminismo y sostenibilidad

Raíces filosóficas del ecofeminismo y sus inspiradoras

Desde que, en el informe publicado por la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, se presentó el image-91a3dfd396ac9b37a7f51c1a55385bfeconcepto de Sostenibilidad como un «Desarrollo que tiene en consideración las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras» (Informe Brundtlant, 1987), se ha cambiado la visión según la cual el progreso y el desarrollo humanos son incompatibles con la conservación del medio ambiente. Poco a poco las políticas, los programas educativos y la ciudadanía general adquiere el nuevo paradigma de la sostenibilidad en el que incluyen los aspectos sociales, económicos y medioambientales. Analizan y se intentan resolver los problemas humanos desde perspectivas más globales y sistémicas.

Esta visión holística que intenta disolver compartimentalizaciones entre los aspectos ecológicos y los socioeconómicos empieza ya a desarrollarse con la crítica feminista y ecofeminista de los años 70.

 

Relación entre mujer y medio ambiente

Hay diferentes caminos que muestran la relación entre mujer y medio ambiente. En la misma época que se forman los grupos ecologistas como Greenpeace (1971), surgen movimientos de justicia social liderados por mujeres, como el de Love Canal (1978) en el estado de Nueva York, que denuncian impactos medioambientales porque han provocado abortos, enfermedades y malformaciones en los niños.

Paralelamente, desde una perspectiva más académica, algunas feministas como Françoise d'Eaubonne (1974) publica El feminismo o la muerte, obra en la que analiza las causas de la crisis social y medioambiental y culpabiliza a la modernidad y al hombre patriarcal occidental, que son identificados como los responsables de esta crisis. Presenta lo que hasta entonces algunas feministas como De Beauvoir habían criticado: la afinidad entre las mujeres y la naturaleza, y las actitudes genuinamente femeninas de la maternidad, como habilidades positivas porque facilitan el respeto y el cuidado del medio natural. Estas actitudes contrastan con las propias del hombre patriarcal, que son, según d'Eaubonne y todas las ecofeministas, el dominio y la explotación.

Si en los inicios de los años 70 los feminismos reivindican los derechos de las mujeres en el mundo de la cultura y se denuncian los estereotipos femeninos de considerar a la mujer como pasiva y sentimental, y recluída en el ámbito privado, a partir de la obra El Feminismo o la muerte de d'Eaubonne, se recupera la identificación patriarcal de Mujer-Naturaleza, pero para darle un nuevo significado. La asociación mujer-naturaleza en lugar de ser vista como la causa del dominio es interpretada como el catalizador que permitirá construir una sociedad más humana y sostenible. Algunos grupos ecofeministas derivan del feminismo y otras emergen de acciones reivindicativas de protección del medio ambiente, cuando éste es fuente de subsistencia y condiciona la salud de los propios hijos.

En los grupos ecofeministas que derivan del feminismo, surgen voces que denuncian una visión mecanicista y dominadora de la naturaleza y proponen un tratamiento alternativo más integrador. No todas las denuncias son iguales, ni los conceptos de naturaleza humana y naturaleza no humana y desarrollo humano, son similares, sino que hay diferentes posicionamientos entre los grupos ecofeministas.

El origen académico del ecofeminismo es independiente, en casi todos los casos, de la praxis ecológica reivindicativa de iniciativa femenina, a excepción de los ecofeminismos del Sur o ecofeminismos teórico-prácticos, en el que, junto con la práctica social y ambiental, hay un cuerpo filosófico y una investigación académica.

Por otro lado, hay una nueva realidad que es el fenómeno llamado la feminización de la pobreza, a raíz de que en el siglo XXI es cuando se produce un mayor índice de pobreza en el sexo femenino.

En países en vías de desarrollo, mayoritariamente del Hemisferio Sur, las personas consumen los productos naturales sin casi ningún tipo de transformación y cuando, no hay, debido a la deforestación, la contaminación, el cambio climático o los diversos conflictos bélicos, no tienen posibilidad de acceder a otras alternativas de subsistencia. La población más pobre del planeta es la más dependiente del medio ambiente, y esta dependencia acelera la emigración en busca de recursos para poder sobrevivir.

Ante el desplazamiento de millones de ecorrefugiados por escasez de energías fósiles y recursos naturales, quienes han permanecido en sus hogares a cargo de sus familias o comunidades han sido las mujeres. Por esta razón,ellas constituyen el grupo de las más pobres entre los pobres, y son a la vez las que han sido capaces de conservar y cuidar el medio ambiente como medio de subsistencia. Ante el hecho de que la mujer es la más perjudicada por los problemas medioambientales, algunas feministas lo denuncian desde una perspectiva de víctima y otras como Vandana Shiva proponen establecer lazos o alianzas: lazos entre hombre y mujer, lazos entre los habitantes de la gran familia humana y lazos con el medio ambiente.

 

Tipos de ecofeminismos

El ecofeminismo presenta un marco teórico difuso en el que es muy difícil precisar los términos y, por tanto, las relaciones entre el ser humano y la naturaleza, así como las clasificaciones de los tipos de ecofeminismos que derivan de las concepciones filosóficas.

Hay diferentes clasificaciones de los ecofeminismos en la bibliografía consultada1. En este artículo, a partir de la clasificación de los feminismos realizada por Holland-Cunz2, se ha elaborado un esquema de cada uno de ellos, incorporando aquellos ecofeminismos que surgen posteriormente. Los recogemos todos de una forma sintética, señalando los diferentes nombres que adquieren y mencionamos las autoras más representativas.

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Ecofeminismo radical o biologicista

El ecofeminismo radical procede del feminismo radical de diferencia y constituye los orígenes o las raíces del ecofeminismo. Las autoras de este grupo son estadounidenses y destacan las conexiones históricas, biológicas y sociales entre la naturaleza y las mujeres. Critican el patriarcado como forma de opresión y recuperan el matriarcado, rechazando, por tanto, los postulados del feminismo liberal y acercándose más a un feminismo romántico, con una visión ginocèntrica. Sostienen que, al estar la mujer más cerca de la naturaleza, está por tanto en una mejor situación para salvar el mundo del desastre ecológico.

El mismo año de la publicación de Le féminisme ou la mort (1974), la teóloga Mary Mellor ya trabaja los conceptos ecofeminismos y se celebra la primera Conferencia sobre Mujeres y Medio Ambiente en Berkeley.

En 1978, aparecen obras de Mary Daly y Susan Griffin, que atribuyen al varón los desastres ecológicos y de la dominación sexista. En ningún momento, quieren parecerse (feminismo de la diferencia); proponen el protagonismo de la mujer como la única solución para conseguir la paz y el equilibrio ecológico.

image-784fec6c80d4b1cee1b480bd1b8d1395En la mayoría de estas autoras, se identifica la Naturaleza con la Madre Tierra divinizada. Se busca una nueva cosmología y se presentan planteamientos acientíficos y en algunos casos también antiecológicos. Este ecologismo radical de diferencia, se puede considerar una variante de la Ecología profunda, con planteamientos biocentristas.

 

Ecofeminismo del Sur

Este tipo de ecofeminismo deriva del feminismo cultural, pero en lugar de potenciar el matriarcado contra el patriarcado (superando, pues, los términos de la dominación dualista), pretende conseguir la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, a través del reconocimiento de las diferencias. No intenta anular las diferencias biológicas, sociales y culturales, sino buscar la complementariedad e interdependencia.

La diferencia fundamental de este tipo de ecofeminismo, es que no ha surgido de una investigación académica sobre ecología y feminismo, sino del encuentro con mujeres que habían sufrido graves problemas ecológicos, que afectaban la salud y el sostenimiento de sus familias. Ante estos hechos, mujeres sencillas –sin formación académica y sin recursos materiales– no han permanecido indiferentes, sino que han movilizado iniciativas de justicia social, en las que se vincula el cuidado del medio ambiente con la alimentación, la salud y el progreso humano.

Este ecofeminismo se ha involucrado socialmente en movimientos a favor de la defensa y la protección de los más marginados, de las mujeres, los indígenas y, por tanto, también de las culturas locales que se consideran fuente de conocimiento. Representantes importantes de este ecofeminismo son Vandana Shiva en la India, María Mies en Alemania (que ha publicado conjuntamente con Shiva) y Wangari Maathai, en Kenia.

El Ecofeminismo de Vandana Shiva tiene su origen en la praxis ambiental (fundamentalmente, en el movimiento hindú Chipko), a partir de la cual posteriormente se desarrolla un marco conceptual que lo fundamenta filosóficamente. En cuanto a su vinculación con los feminismos, en Shiva hay un posicionamiento del feminismo radical de diferencia (hombre y mujer son diferentes teniendo igual dignidad como personas), pero sin tener una actitud negativa hacia el varón en general, sino que propone la complementariedad entre hombre y mujer para lograr un desarrollo humano integral.

Las cualidades que se atribuían a la feminidad, como la proximidad a la vida, el cuidado y la dependencia de unas personas de las otras y de la naturaleza, son vistas como actitudes positivas para superar la crisis ambiental. Se potencia la capacidad de la mujer de ser sustentadora y asistente de la vida natural.

Shiva y Maathai han abogado por movimientos socioambientales como Chipko y Navdanya en el subcontinente indio, y El Cinturón Verde, fundamentalmente en el continente africano. En estos movimientos, se encuentran involucradas millones de mujeres pobres del Hemisferio Sur.

Estas iniciativas han intentado potenciar y preservar recursos locales, como las semillas autóctonas y los árboles a fin de evitar la erosión y la desertización. Proteger los bienes naturales locales ha sido la forma de luchar contra la pobreza y la desnutrición de una forma constructiva.

Dentro de este grupo, como autora con más obras publicadas, figura Vandana Shiva y posteriormente María Mies, entre las que comparten la autoría de dos obras. Ellas mismas no se sitúan dentro del ecofeminismo radical o cultural, porque consideran que las autoras radicales continúan utilizando las mismas estrategias del patriarcado reduccionista de dominio pero invirtiendo los términos.

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Postulan que el ecofeminismo radical parte de una situación de privilegio en cierto modo artificial, dado que sólo son discursos teóricos sin tener ninguna vinculación con la práctica socioambiental, y por el contrario, el ecofeminismo teórico-práctico promueve los derechos humanos y la conservación de la naturaleza.

Hacen denuncias explícitas de las manipulaciones de la sexualidad, como una expresión de dominio y, por tanto, de trato indigno que perjudica sobre todo a las mujeres más pobres.

Sostienen que el feminismo tecnicista va en contra de la naturaleza y, por el contrario, la praxis del ecologismo popular liderada por mujeres que respetan las leyes de la naturaleza va a favor del medio ambiente y de las personas. Reafirman la idéntica dignidad del hombre y la mujer, al tiempo que reconocen la dependencia con la naturaleza.

En cuanto a la imagen que tienen de Dios, la naturaleza y el ser humano, se posicionan como panteístas o transpersonalistas. Identifican –sobre todo Shiva– el universo como una energía creativa autoorganizada, autogenerativa y autorrenovable3.

 

Ecofeminismo socialista

Este grupo es el que reúne un mayor número de autoras, todas ellas de países occidentales: Ynestra King, Mary Mellor, Carolyn Merchant, Evely Fox Keller e Irene Diamond (Estados Unidos), Ariel Kay Salleh (Australia) y Barbara Holland-Kunz (Alemania).

Ynestra King organizó el primer encuentro sobre Ecofeminismo: Women and Life on Earth: ecofeminismo in the 80, a raíz del cual esta corriente de pensamiento tomó cuerpo de movimiento.

La característica del ecofeminismo socialista es la de destruir los dualismos: cultura/naturaleza, hombre/mujer, mente/cuerpo, espíritu/materia y promover una nueva metodología científica feminista, no dualista ni fragmentaria. Es muy conocida la obra de Carolyn Merchant: The Death of Nature: Women, Ecology and the Scientific Revolution (1980) en la que se identifica la naturaleza con la figura de mujer y madre y se denuncia la visión mecanicista del mundo que ha provocado la explotación ecológica.

 

Ecofeminismos de la Teología de la Liberación

Las autoras de este grupo presentan características comunes al ecofeminisme socialista y al constructivista.

En su lectura de la realidad, siguen el mismo discurso del ecofeminismo de denunciar los dualismos hombre / mujer, cultura / naturaleza, alma / cuerpo, pero acusan al patriarcado no sólo de haber conseguido un dominio económico, político y bélico con la explotación de la naturaleza y la mujer, sino que la característica propia de este ecofeminismo es que acusan al patriarcado de haber ejercido un dominio también espiritual. Proponen la deconstrucción del modelo teológico para reconstruir un nuevo modelo de teología ecofeminista. Las autoras más representativas de este grupo son Ivone Gebara y Rosemary Radford Ruether.

Rosemary Radford Ruether, teóloga de formación, publica en 1975 New Women / New earth: Sexist Ideologies and Human Liberation. En esta obra afirma que se han de unir las demandas del movimiento feminista con las demandas del movimiento ecologista para poder concebir unas nuevas relaciones socioeconómicas, que no se basen en los patrones de dominio subyacentes en la sociedad industrial.

Mary Daly, a quien hemos incluido en el Ecofeminismo Radical o Cultural de carácter biologicista, tiene tesis en común con la Teología de la Liberación, en tanto que es teóloga feminista.

Otras autoras de este grupo, que tienen en común con Ivone Gebara el hecho de ser teólogas de América del Sur, son Margarita Pintor y Coca Trillini. Se critica la imagen masculina de Dios, que la califican de sexista. Se sustituye un Dios Trascendente –que se identifica como patriarcal– por un Dios inmanente y femenino. Como alternativa, se adora a la diosa Tierra, sustentadora de vida.

Presentan una visión holística del planeta, las personas somos un todo con la naturaleza. La religiosidad se manifiesta como una posibilidad de trascender a partir de la naturaleza.

 

Ecofeminismo constructivista

Esta actitud surge de algunas investigadoras como Bina Agarwall, Gesta Menon y Mira Burra, todas ellas indias, y Val Plumood (australiana), que critican algunos aspectos de los ecofeminismos, fundamentalmente aspectos del ecofeminismo de Vandana Shiva, que califican de esencialista. La autora que más se ha pronunciado en esta línea ha sido Bina Agarwall. Al proponer una alternativa y una reformulación del ecofeminismo, sugiere también un cambio de nombre: Feminismo medioambientalista o Feminismo ecologista.

Proponen un ecofeminismo de la reconstrucción distanciándose del racionalismo.

 

Aportaciones del ecofeminismo a la sostenibilidad

Como digna alternativa  a la dominación patriarcal de la mujer y de la naturaleza, está la complementariedad hombre-mujer y el respeto por las leyes de la naturaleza.

Respeto y cuidado en lugar de dominio y explotación. Desde el ecofeminismo de Shiva y desde el nuevo paradigma de la sostenibilidad, se presenta una visión integradora de la realidad, que permite superar el dualismo.

Se proponen las soluciones de conflictos desde una visión más integradora: hombres y mujeres incorporan valores que tradicionalmente se habían identificado sólo como femeninos: la intuición, la capacidad de alteridad, el cuidado del débil y desprotegido –anciano, niño, enfermo o ciudadano de un país en vías de desarrollo– y también las actitudes corporativas, la tendencia a lo concreto, lo pequeño y lo local. Estas actitudes «femeninas», se unen a un modelo de desarrollo sostenible que contempla los límites de los sistemas y acaban siendo la esencia del nuevo paradigma ecofeminista.

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Los valores relacionados con el cuidado y la protección de la vida se han asociado históricamente a las mujeres: se ha catalogado el género femenino de pasivo porque no entraba en las economías de mercado, porque no producía y porque no estaba asociado con actitudes dominadoras.

Las actitudes de cuidado y atención del otro son actitudes activas para presuponen la iniciativa de salir de uno mismo para servir al otro. El servicio desinteresado y humilde asociado a la compasión, es activo porque supone un pronunciamiento y muchas veces una renuncia voluntaria a éxitos. Estas actitudes, que se han visto como pasivas por ser silenciosas y ocultas, son activas cuando son libres y son constructoras de una civilización más humana.

El nuevo paradigma ecofeminista de la responsabilidad y del cuidado, presenta un modelo alternativo al modelo patriarcal, y tiene, principalmente, estos postulados:

· Los elementos que se veían anteriormente como opuestos: razón / emoción, masculino / femenino, espíritu / cuerpo, norte / sur... son vistos como complementarios.

· Se valora la diversidad social, cultural y natural (biodiversidad).

· Se analizan los problemas sociales y ecológicos de una forma sistémica y relacionados entre sí.

· Aparecen ciencias nuevas como la ecoeconomía.

· Se difunde el valor del cuidado, de la atención del débil y el indefenso.

· Se sustituye la independencia y la autosuficiencia por la interdependencia.

· Se relativiza la cultura del éxito para abrazar la cultura de la felicidad.

· Se rescata el valor de lo pequeño, lo descentralizado, ante el poder de lo grande.

· Se reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos.

· Se sustituye el modelo de progreso productivista por un modelo sostenible.

· Se es más consciente de los propios límites.

· Se utilizará la ciencia y la técnica con ética.

· Se modifican los conceptos de desarrollo humano, riqueza y calidad de vida, desde una perspectiva únicamente material y económica, por otros que consideran el bien integral de la persona en todas sus dimensiones. En definitiva, se trata de valorar lo pequeño, lo diverso, que no siempre produce económicamente. Reconocer el valor ontológico de cada ser humano, para cuidarlo.

· La propuesta es realizar la tarea de valorar y cuidar a la persona y a toda la creación de forma compartida, los hombres y las mujeres. Por tanto, en el nuevo paradigma ambiental (que incluye todas las dimensiones de la persona) se habla de corresponsabilidad familiar, social y ecológica.

Silvia Albareda Tiana

Profesora de Educación para el Desarrollo Sostenible

Universidad Internacional de Cataluña

 


1 Bellver, V. y Nuévalos, C. (1999), Una mirada diferente. La mujer y la conservación del medio ambiente. Valencia, Editania., pàg. 76-91; Holland-Cunz, B. (1996). Ecofeminismos. Madrid: Instituto de la Mujer, pàg. 45-57, Del Bravo, M. A. (1999), El ecofeminismo: un reencuentro con la naturaleza. Jaén: Universidad de Jaén, 18-30; Bustillos, S. (2005). Mujeres de tierra. Ambientalismo, feminismo y ecofeminismo. Noesis, julio-dic (15). Nº 28, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez: Ciudad Juárez, pàg. 59-77; Puleo, A. (2002). Feminismo y Ecología. Un repaso a las diversas corrientes del ecofeminismo.El Ecologista, 31, pàg. 36-39. y Romañà, T. (2007). Hacia nuevos modelos de resolución de conflictos: ecologismo y feminismo como propuestas de cambio en Novo, M. (Ed.), Mujer y medio ambiente: los caminos de la visibilidad. Utopías, Educación y Nuevo Paradigma. Madrid: Catarata, pàg. 111-141.

 

2 Holland-Cunz, B. (1996). Ecofeminismos. Madrid: Instituto de la Mujer, 45.

 

3 Cfr. Shiva, V. (2010). Terra. Superar l´era del petroli, per una nova justícia ambiental. València: Guada, pàg. 260.

  • 17 febrero 2011
  • Sílvia Albareda Tiana
  • Número 38

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