Archivo > Número 35

Vivir la Santa Misa

Javier Echevarría

Ediciones Rialp

Madrid 2010

196 pág.

 

Este libro del Prelado del Opus Dei que acaba de publicar la editorial Rialp es una consideración de los ritos litúrgicos de la Misa. Se trata de un libro de catequesis mistagógica sobre la Eucaristía. No es, por tanto, un libro más sobre image-3952c2c757681c526f238c90e5320071la Misa, sino que persigue un objetivo muy concreto.

En la Carta Apostólica Mane nobiscum Domine, el Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II convocaba para la Iglesia universal el Año de la Eucaristía. En ese documento instaba a los pastores a hacer una verdadera catequesis mistagógica sobre la celebración de la Misa.

Mons. Javier Echevarría hizo esta catequesis aquel mismo año 2005, dirigiendo una serie de cartas pastorales a los fieles del Opus Dei. Ahora, coincidiendo con el Año Sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI, ha revisado y dado nueva forma a aquella catequesis sobre la Misa.

Decía que este libro es una catequesis mistagógica porque ayuda a descubrir el sentido de los gestos y de las palabras de la Liturgia, orientando a los fieles a pasar de los signos al misterio y de centrar en éste toda su vida. El autor ha procurado seguir punto por punto los tres principios que debe tener esta catequesis, claramente indicados por el Papa actual en la Exhortación Apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis: de entrada, interpretar los ritos a la luz de los acontecimientos salvíficos; después, introducir a los fieles en el significado de los signos contenidos en los ritos; y por último, enseñar el significado de los ritos en relación con la conducta cristiana.

El libro, de poco menos de doscientas páginas, está dividido en una presentación y siete capítulos que siguen por orden los diferentes momentos del Ordinario de la Misa. Casi todos los capítulos tienen la misma extensión, excepto el quinto, dedicado a la Plegaria eucarística y que es claramente más largo que los otros, y el sexto, en el que explica el rito de la Comunión. Los apartados cortos en que se divide cada capítulo, además de facilitar la comprensión y la lectura, incitan a seguir leyendo.

Hay tres cosas que me han llamado especialmente la atención, y las quisiera mencionar. La primera es que toda la obra está salpicada o, mejor dicho, aderezada por continuas referencias a los Padres de la Iglesia. Son muy variadas, porque se citan más de diez autores. San Agustín es, con diferencia, el autor más referido. Esto es lógico y natural si tenemos en cuenta la importancia que los primeros escritores eclesiásticos dieron a la catequesis mistagógica.

La segunda cosa que llama la atención son las continuas llamadas que hace el autor a la mejora personal en el trato directo con Dios en la misma Misa y a lo largo de toda la vida. Como no podía ser de otra manera, hay referencias constantes a las enseñanzas de San Josemaría Escrivá. Algunas son de textos ya publicados, pero la mayoría son de notas tomadas en reuniones familiares y, por tanto, siempre muy espontáneas e incisivas. Es importante en este tipo de catequesis la relación de los ritos con la conducta cristiana: y por eso estas referencias son muy adecuadas. Como el Papa Benedicto también insiste mucho sobre este tema en sus intervenciones, son también abundantes las referencias al Pontífice, y en especial a la citada Exhortación Sacramentum Caritatis. Las cartas que escribía Juan Pablo II a los sacerdotes, su última encíclica Ecclesia de Eucharistia y la Mane nobiscum Domine también sirven a Mons. Echevarría para ir fundamentando lo que escribe.

La última cuestión que quería señalar es la estrecha relación que se hace, a lo largo de toda la obra, entre la celebración eucarística y la dimensión apostólica y misionera que tiene la vida de cualquier cristiano. Sirvan, a modo de ejemplo, estas palabras sacadas de las últimas páginas del libro: "Ante la tarea de la nueva evangelización de la sociedad, en la que todos estamos empeñados, tenemos que pronunciar un 'sí´ a Dios, tomando como motivo supremo el Sacrificio eucarístico. En la Misa encontramos las energías siempre nuevas para realizar un hondo y capilar apostolado en medio del mundo; empeñémonos en convertir cada jornada en una misa, por nuestra unión estrechísima con Cristo en el Sacrificio del Altar. De ahí sacaremos la fuerza para amar a todos, como ese Cristo misericordioso que se conmovía al contemplar las multitudes –la humanidad entera– y que se entregó para redimirnos con el precio infinito de su sangre".

Son unas líneas que, como todo el libro, llenan el corazón de optimismo, fomentan el deseo de trabajar más intensamente por Cristo y las ganas de celebrar o participar cada día con más fruto del Sacrificio eucarístico, amándolo.

Ignasi Fabregat Torrents

  • 08 julio 2010
  • Javier Echevarría
  • Número 35

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