Archivo > Número 35

El Rosario de Nuestra Señora

Romano Guardini

Desclée de Brouwer

Bilbao 2008 

146 pág.

 

Esta pequeña obra del gran pensador y teòlogo alemán se acaba de publicar con muchos años de retraso. Se escribió unas décadas antes de su muerte (+1968) y fue conocida, juntamente con el Via Crucis, como una obra image-cde470e7bf99fc423b958cbd9e817558piadosa. Como él dijo, con buen humor, el hecho de escribirlas le llevaron “a perder todo mi prestigio” ante los autores del movimiento litúrgico de aquellos tiempos, para los que él había significado tanto con el libro “El espíritu de la liturgia”.

¿Porquè “perdió todo su prestigio? Sólo por el hecho de escribir dos obras de devoción popular tales cómo Der Kreuzweg unseres Herrn und Heilandes, y Der Rosenkranz unserer lieben Frau, cosa que no fue bien recibida por algunos liturgistas europeos. Estas dos obritas –profundas y piadosas a la vez– le valieron algunos injustos reproches y ya no pudo colaborar en adelante en las revistas punteras de la reforma y movimiento litúrgico, previo al Concilio Vaticano II, cuando de hecho, ha sido Guardini, directa e indirectamente, uno de los teòlogos que más influyeron en la postguerra y en el citado Concilio.

La editorial Desclée nos ha hecho un gran servicio al publicarlo, como lo hizo la editorial Rialp cuando editó el Via Crucis hacia los años cincuenta. Este catedràtico impartió grandes lecciones sobre teologia, humanismo cristiano y vida de oración en las Universidades de Bonn, Tübingen, Berlín y Munich.

En las dos obras –aunque me referiré más a la del Santo Rosario–, Romano Guardini evidencia la buena y profunda relación que hay entre doctrina y piedad, entre la alta ciencia teológica y la vida contemplativa. Nos ayuda a entender, con su enseñanza, que el pueblo de Dios necesita seguir unos caminos que le faciliten el trato con Dios, y con su Madre María. Lo hace dándole un toque muy personal, ya que combina perfectamente el conocimiento teológico con la oración vocal, con las devociones que el pueblo ha vivido durante generaciones y que le han llevado a la plenitud de su ser en Cristo.

En el libro que presentamos, el autor “razona” la piedad popular bien arraigada en la Iglesia. Lo consigue con sencillez, con claridad, con amor y lo hace con palabras y conceptos absolutamente acertados. Trata –antes de pasar a la consideración de cada misterio del Santo Rosario– de cómo vivir bien la oració vocal para no caer en el acostumbramiento repetitivo de las mismas oraciones, manteniendo siempre el sentido de la auténtica plegaria y de la contemplación de los grandes misterios salvíficos. Guardini pone todo el corazón y la mente para ayudar al creyente a crear un espacio personal de devoción adecuada, en el que no pueda perderse en la rutina o el aburrimiento. Por esto explica qué temas primordiales hay que potenciar: el espacio vital del trato amoroso con el Señor y María Santísima, la complementariedad que mantienen todas las diversas formas de oración, la intimidad y donación religiosa que nacen de un alma que vive vida teologal, los ritmos preciosos que contienen el rezo y la meditación de los misterios que se contemplan en el Rosario de la Virgen, el valor de la repetición vocal como medio per llegar al ambiente más propicio para una verdadera plegaria, la grandeza de las cosas sencillas, el buen uso de esta devoción a fin de alejarse del llamado “mal uso”, etc.

Después de unas páginas llenas de buena teología espiritual, pasa a la consideración de cada uno de los quince misterios, e incluso nos enseña cómo cada nación, país, comunidad cristiana... ha adaptado el rezo del Santo Rosario a su propio talante, lo que ilustra con algún ejemplo.

La obra viene prologada por Alfonso López Quintás con una clara exposición del libro, que la editorial ha puesto a nuestro alcance, con un pequeño añadido que no tiene el original; en concreto lo hace dentro de la colección “Hablar con Jesús” con el título Orar con... el Rosario de Nuestra Señora de Romano Guardini. También ha reeditado el Via Crucis de manera parecida.

Josep Vall i Mundó

  • 08 julio 2010
  • Romano Guardini
  • Número 35

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