Archivo > Número 35

De ética y de estética

Ferran Blasi I Birbe

Prólogo de Benito Badrinas Amat

 

Publicaciones de la Abadía de Montserrat

Barcelona 2009

315 pág.

 

Esta prestigiosa editorial acaba de publicar el último libro del Dr. Mn. Ferran Blasi, muy conocido en nuestros lares por la diversidad de obras de teología, de memorias, de divulgación periodística. Ya no es ninguna sorpresa para cualquier image-46b8899ff95a97670ed86160647f3eb4lector encontrar cada año una nueva publicación del citado autor. Todas tienen un denominador común: han sido escritas sabiamente desde la larga experiencia sacerdotal pastoral, periodística y de tareas de enseñanza.

Hay quien ha dicho que el autor ha puesto muy oportunamente estas bonitas palabras –ética y estética en el título del libro porque no dejan de estar presentes en ningún momento en el cuerpo o contenido del libro. Principalmente porque se refiere a lo que pueden ser les normas ordinarias de un adecuado comportamiento humano. Por otra parte, porque el buen hacer en la conducta y las actividades que tienen una proyección visible, deja una nota que les hace gratas a la observación. En algún lugar, el Dr. Blasi subraya que por esta estrecha unión –casi equivalencia en algunos aspectos– de la verdad, de la bondad y de la belleza, algunos adjetivos a los que se refieren son intercambiables, como los de bueno, verdadero, y bello o bonito. De hecho, no podemos salir –naturalmente cuando los temas tratados muestran un profundo humanismo cristiano– de lo que siempre hemos llamado “trascendentales” y que siempre nos elevan el pensamiento, el corazón y la palabra.

El Dr. Blasi dice que, a veces, sucede que no parece necesario o no sería delicado o bien recibido, a propósito de ciertos temas, decir que una institución social no es ética, y en casos así puede ser igualmente expresivo decir que es fea, o que no es bonita, o no es estética. Como es lógico, también en esas cuestiones hemos de dudar de la esencial veracidad existencial de ellas.

El libro no pretende ser un tratado sistemático de ética o de moral, pero no hay que dudar que todos los grandes temas que exigen una calificación en estas materias están presentes. Y si el lector lee todas estas páginas, sabrá hacer de adecuadamente un juicio sobre cualquier cuestión que se relacione con la conducta humana. Y esto, por diversas razones: en algunos casos porque se va acercando en sucesivas aproximaciones; y también en lo que se puede considerar el núcleo del libro, uno se va ejercitando en la utilización de los grandes criterios de la ética, como sería un estudio básico del objeto moral o la manera de influir en una decisión, del fin y de las circunstancias.

De la mano del autor se pueden ir completando las exigencias aparentemente contradictorias como serían la llamada a vivir todas las virtudes en la actuación moral, pero también la prudencia a la hora de pedir a los demás, la medida de conducta buena que puedan dar, porque puede suceder y no raramente, que, –como suele decirse–: “lo que teórica u objetivamente es mejor, puede ser enemigo de lo bueno”. El lector de esta obra encontrarà siempre la valoración de un tema, o la respuesta a una cuestión, en un sitio u otro del libro, en algunos comentarios que en un tono periodístico están destinados –a veces directamente y otras, de paso, hablando de otro tema– y a veces, le saldrà donde menos se espera. Pero seguro que con el uso de los razonamientos que le sugieren, el lector harà esta valoración por sí mismo y será como una hallazgo personal.

No es necesario decir que en el libro no falta una presencia reiterada de los grandes temas de la vida humana –como las cuestiones importantes de bioética, de la actividad económica, con alguna referencia a la crisis que se ha padecido–, de la defensa de los grandes principios del derecho, que son garantía de libertad, con el intento de hacer un análisis de los aspectos más urgentes de la libertad política y religiosa que ayuden a llevarlos a la práctica siempre que se precise, con conciencia de la libertad personal.

Como siempre, y a ello nos tiene ya acostumbrados, el Dr. Blasi se propone huir tanto de un relativismo descuidado como de un integrismo escrupuloso. No incurre en ninguno de estos extremos porque su rectitud le empuja a ser objetivo, claro y diáfano... y porque siempre tiene bien presentes los criterio de la justicia, de la verdad, del amor y de la prudencia cristiana. Además añade el buen juicio –sentido común– y el respeto a las personas, sobre todo cuando ha de contradecir las opiniones de otros.

Acabo con otra alusión a la estética que justifica el título. Quizá en algunos temas de más entidad, tratados con mayor extensión, ha puesto el màximo cuidado respecto al estilo literario, al orden de las ideas y a la variedad del vocabulario. En algunos itinerarios históricos, como el de la libertad política y la distinción entre la religión y el Estado intenta siempre, con vistas a la superación de clericalismos, cesaropapismos o laicismos, recorrer todas las posiciones que influyeron decisivamente en los documentos definitivos del Concilio Vaticano II.

El prólogo de Benito Badrinas es un verdadero ensayo sobre la materia general del libro, y tiene además una gran parte de interés histórico, ya que el prologuista revive o rememora algunos de los ambientes que respiraron los dos, en algunas épocas de su formación universitaria, y que permiten conocer mejor las raíces de su preocupación intelectual y gran sensibilidad para los diversos hechos sociales y para los ricos y variados avatares de la vida de los humanos.

Un buen índice de nombres y materias nos permite acceder a los temas que más nos pueden interesar, teniendo también en cuenta el índice general con que acaba el libro, donde constan los títulos de cada artículo.

Josep Vall i Mundó

  • 08 julio 2010
  • Ferran Blasi i Birbe
  • Número 35

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