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En el centenario de la Semana Trágica. X.Vilella

Jornadas en torno a unos hechos que acercaron más la Iglesia a los pobres a pesar de la violencia sufrida

 

La Iglesia en Cataluña sufrió, pero también se acercó más a los pobres tras la sublevación popular del verano del año 1909 conocida como la Semana Trágica. Ésta es una de las conclusiones de las Jornadas sobre la Semana Trágica celebradas en Barcelona del 5 al 7 de mayo para conmemorar el centenario de aquellos sucesos, según la Fundación Balmesiana, organizadora del congreso junto a la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales.

“La relectura de los hechos de la Semana Trágica ha suscitado una reflexión de serena autocrítica por parte de la Iglesia que, a partir de estos hechos, entre 'lágrimas y enseñanzas´ (···) image-85dfa92ce9060fff27915fb0690b1b92se vio mucho más comprometida e implicada en la acción social de inspiración católica”, señala el documento final de las conclusiones. En la inauguración del congreso, el arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, afirmó que la “dolorosa experiencia” de aquellos días “fue una enseñanza provechosa” que llevó a la Iglesia a “sentirse invitada a aproximarse más aún al mundo obrero y de los pobres”. Después de la Semana Trágica, la Iglesia quiso aproximarse más a los pobres y “seguía de esta manera la invitación a la reconciliación y al perdón postulada por el Papa Pío X (···) para incidir en la sociedad en el orden del apostolado y particularmente en el campo social”, explicó el cardenal Martínez Sistach. 

El cardenal deseó que también hoy “la fe de los cristianos –situados en el clima de la laicidad positiva– (···) se haga presente en la vida catalana como fermento y levadura”.  Y deseó que esa fe cristiana “contribuya a alcanzar una sociedad justa, que elimine contrastes odiosos y permita a toda la población sentirse ciudadanos libres de este país” y que promueva siempre una cultura, “una mentalidad y una espiritualidad de comunión”. 


Los hechos y su contexto

Las Jornadas de celebraron en el salón de actos de la Fundación Balmesiana, en su sede barcelonesa como entidad organizadora. También colaboraron la Facultad de Teología de Catalunya, el Arxiu Nacional de Catalunya, la Obra Social de “La caixaC, la Residencia de Investigadores del CSIC y el Canal Cultura del Instituto de Cultura de Barcelona. Apoyaron esta iniciativa la Real Academia de Buenas Letras y la Universidad Abat Oliba-CEU.

La conferencia inaugural corrió a cargo del historiador y escritor Joan B. Culla que invitó a hacer una relectura de los hechos de esos trágicos días. En las mesas redondas participaron conocidos especialistas como Cristóbal Robles, historiador y director del Departamento de Historia del CSIC, que se centró en el contexto político de los hechos; Nazario González centró su intervención en dar a conocer el contexto social y el P. Valentí Serra de Manresa hizo lo propio con el contexto eclesial.

El impacto de los hechos de la Semana Trágica lo expuso el profesor José Andrés-Gallego y Pedro Álvarez se centró en exponer el papel de la masonería en la vida, obra y posterior proceso de mitificación de Francesc Ferrer i Guàrdia; por su parte Josep M. Figueras disertó sobre la recepción y tratamiento de estos hechos por la prensa de Madrid y la desactivación de la protesta en el resto de España a través de la censura y la amenaza del separatismo. El profesor y crítico de cine Josep M. Caparrós fue el responsable de la selección y presentación de unas secuencias de la película La ciutat cremada de Antoni Ribas. La repercusión internacional de los hechos fue el tema que trató Fernando García Sanz.

Finalmente el Dr. Ramon Corts i Blay, director de las Jornadas, y Sergio Pagano, prefecto del Archivo Secreto vaticano, que clausuraron las Jornadas, expusieron algunos detalles inéditos en torno a los hechos de la Semana Trágica a través de documentos que han investigado en este archivo secreto.

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Durantes estos días pudo verse en la Fundación Balmesiana una selección de fotografías de la exposición Memoria gráfica de una revuelta: la Semana Trágica en Cataluña, julio-agosto 1909 que el Arxiu Nacional de Catalunya inauguró posteriormente en la Semana Internacional de Archivos.

Las actas de este congreso mencionan “el grado de la fuerza potencial y subversiva de algunos movimientos de tipo anticlerical y antirreligioso, como los librepensadores particularmente el anarquismo, el socialismo, el republicanismo lerrouxista y, posteriormente a los hechos de la Semana Trágica, también la masonería”.

Estas actas se publicarán próximamente en el volumen 93 de Analecta Sacra Tarraconensia, publicación de la Biblioteca Balmes. El documento de conclusiones de las Jornadas destaca que “se ha aclarado, a través de nueva documentación, el proceso de mitificación de Francesc Ferrer i Guàrdia”, uno de los fusilados tras el motín por su presunta responsabilidad en el mismo. También señala la conveniencia de estudiar “las posibles vinculaciones entre la Semana Trágica de Barcelona y la Semana Trágica de Buenos Aires (1919), donde, al cabo de diez años de los hechos de Barcelona, está registrada la presencia de activistas catalanes huidos de la represión”. 

El prefecto del Archivo Secreto Vaticano, el padre Sergio Pagano, deseó que las celebraciones en torno al centenario de la Semana Trágica “ayuden, mediante una objetiva discusión sobre los hechos y las personas implicadas en ellos, a un entendimiento mutuo entre el mundo eclesiástico y el político o civil en España”.

Xavier Vilella

Periodista

 

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¿Qué ocurrió en Cataluña del 26 de julio al 2 de agosto de 1909? 

La mecha se encendió cuando el gobierno español de Antonio Maura ordenó el reclutamiento de una unidad de reservistas catalanes para sofocar un incidente en Marruecos.  En el embarque de éstos hacia Melilla, en el puerto de Barcelona, comenzó un estallido popular que, tras una huelga image-5a63b88655b191f3f1c4aa4a4fe01df2convocada por sorpresa y las noticias del fallecimiento de numerosos reservistas en Marruecos, desembocó en revueltas callejeras y quema de iglesias, conventos, colegios y otras obras asistenciales de la Iglesia. 

Entre los templos que fueron destruidos en la ciudad de Barcelona se encuentran el monasterio de Valldoncella, la antigua iglesia de la Ayuda y las parroquias de Sant Cugat, Santa Madrona y San Andrés, según publicaciones de la época recogidas por el archivero de los capuchinos de Cataluña, fray Valentí Serra de Manresa. El Congreso ha sacado a la luz una rica documentación localizada y transcrita en el Archivo Secreto Vaticano y en el archivo de la Fundación Antonio Maura de Madrid. 

Entre el 26 de julio y el 1 de agosto del año 1909, ardieron 80 iglesias de Barcelona y la violencia provocó la muerte de dos sacerdotes y un religioso marista. El ejército reprimió duramente el estallido popular, que se saldó con cerca de un centenar de personas fallecidas. 

  • 10 diciembre 2009
  • Xavier Vilella
  • Número 33

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