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Aportació de los ''framenors'' capuchinos a la cultura catalana

Desde la fundación a la Guerra Civil (1578-1936)

Valentí Serra de Manresa, ofm cap.

Col·lectània Sant Pacià. Facultad de Teología de Cataluña

Barcelona, 2009

741 págs.

 

Un libro tiene que juzgarse por sí mismo, y éste se lo merece; y es fácil de hacerlo, son 741 páginas dedicadas al tema: la vida y los trabajos de los capuchinos y su influencia en la cultura en los más de cuatro siglos en que están image-d136d01d5e03395ef9dde95f9346e655presentes en nuestro país, y desde aquí en las de otros territorios, especialmente de América y Oceanía. De ellas, más de cincuenta dedicadas a un interesante apéndice gráfico, con índices sobre diversos conceptos, y se ofrece una extensa bibliografía que se puede considerar exhaustiva, y el detalle de los materiales que el autor ha conocido y utilizado en número de archivos, no sólo los de la provincia capuchina que se encuentra en Cataluña –y se puede recordar que él es el celoso y activo archivero–, sino de otros lugares, entre ellos los más importantes de Roma.

Las investigaciones del libro, con las valoraciones del autor y la riqueza documental que se ha vertido en las notas, nos permiten por una parte conocer características de la formación de los capuchinos –en el estudio y en la ascética– que les han permitido realizar una tarea pastoral y misionera, a través de la predicación y la administración del sacramento de la penitencia, y de la enseñanza, y también estar presentes en los diversos ámbitos de la cultura. Y todo con un fuerte arraigo en el terreno que han trabajado.

Y por otra parte, a través de la lectura de un libro que resulta apasionante para el estudioso, se encuentran los hitos de la historia de la vida eclesiástica y civil del periodo que abarca, y muy especialmente desde los principios de la progresiva normalización –después de periodos de dificultades colectivas– de los diversos aspectos de la vida social y religiosa, que se produjo desde el último tercio del siglo XIX y en el primero del siglo XX, en unos momentos estimulantes de la reconstrucción nacional de Cataluña, hasta el desmoronamiento de la Guerra. Podemos apreciar en este trabajo un magnífico florecimiento de los capuchinos con su presencia en todos los ámbitos de la vida cultural de una Barcelona que parecía esplendorosa.

Sin embargo, en este caso, podríamos utilizar un signo externo para una adecuada valoración del libro y de la persona que lo ha elaborado: es el hecho que de manera ciertamente espontánea, en la presentación del libro se llenó hasta los topes el Aula Magna –y en eso hace honor a su nombre– del Seminario y de la Facultad de Teología de Cataluña. La interpretación de todo esto me parece obvia: era un marco adecuado para poner de manifiesto la estima que en la ciudad, en la archidiócesis y en todo el país se tiene del trabajo del padre Valentí, y del afecto tan general hacia todo lo que hace al franciscanismo y a la presencia que ha habido de los capuchinos en la vida religiosa y cultural de nuestro país, y con la identificación que los framenors capuchinos han tenido con él, de lo cual era tradicionalmente una muestra el vínculo que en el nombre de cada religioso se mostraba con la población de origen, que en el caso del padre Serra es Manresa. En esta presentación, había además otra razón. Entre los que avalaban el libro y toda la obra del Dr. Valentí Serra, estaba el que ha sido catedrático de la Facultad de Historia de la Universidad de Barcelona y de la Facultad de Teología, y que desde el patronazgo de la tesis doctoral de nuestro autor ha estimulado a este alumno a hacer sucesivos y valiosos trabajos –numerosos y siempre importantes libros sobre estos temas–, el que le ha prologado todos los que ha hecho, en una muestra bien patente de fidelidad y gratitud recíprocas entre profesor y alumno. E incluso planeaba en el acto el reconocimiento de la tarea directamente pastoral del padre Valentí en beneficio del obispado de Barcelona, y la edificación que en sus hermanos capuchinos produce su fraternal y generosa observancia como uno más en su convivencia religiosa.

A mí, en el libro, me han interesado de forma muy particular las biografías –generalmente sucintas– de capuchinos que se distinguieron en el periodo señalado de los últimos 150 años, y que el autor ha elaborado, y para las cuales no sólo aporta datos y documentos. Además de la que fue el padre Calassanç de Llavaneres y después Cardenal Vivas y Tutó, no me resisto a mencionar las del padre Miquel d'Esplugues o las de los padres Antoni M. de Barcelona y Rupert M. de Manresa, y he podido volver a rememorar con admiración la respuesta diligente que un equipo de capuchinos -buenos escrituristas, teólogos y literatos- dio a Francesc Cambó para la preparación y la edición de aquella gran Bíblia que fue la de la Fundación Bíblica Catalana, con aquel Nuevo Testamento bilingüe, en el cual encontramos también las contribuciones de diversos eminentes clérigos seculares, como Carles Cardó, Cebrià Montserrat o Ramon Roca-Puig. Y aunque la anécdota pueda parecer marginal, quiero acabar aludiendo a una que tiene relación con aquella Bíblia y alguna de las personas mencionadas, y que es un índice del tesoro documental, histórico, y diría que periodístico, del libro. Son las referencias que se hacen en diversos lugares al padre Pío de Pietralcina, ahora santo canonizado. Dos recogen los datos de un trabajo del padre Marc de Castellví, publicado el año 1921 (i!) con criterios muy plausibles para el discernimiento de los fenómenos extraordinarios de aquel capuchino estigmatizado. Y quizás por esta relación, cuando, acabada la Guerra Civil, se tenía que acelerar la feliz clausura de la Bíblia, y era justamente el P. Marc, con la salud muy deteriorada, quien se tenía que ocupar, el patrocinador, Francesc Cambó, expresó el deseo de que se pidieran oraciones al P. Pío que ayudaran a su recuperación. Sin embargo no pudo ser él quien pusiera el punto final, sino el Dr. Ramon Roca-Puig.

Y ahora, pensando en alguna otra publicación del autor, como nos gustaría que, sin dejar de cubrir historiogràficamente algún periodo que todavía le falte, quisiera mirar hacia adelante y, haciendo de la historia una maestra de la vida, nos ofreciera alguna prospectiva que nos pudiera comunicar esperanza para el futuro.

Ferran Blasi Birbe

 

 

  • 31 agosto 2009
  • Valentí Serra de Manresa
  • Número 32

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