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De una carmelita descalza: poesías. María Montserrat del Corazón de Jesús

De una carmelita descalza: poesía

Maria Montserrat del Corazón de Jesús

Ed. Monte Carmelo

Burgos, 2008

133 pàg.

Muchas de las obras publicadas post humus comparten una cualidad peculiar: la de una especial intimidad. Lo que el escritor escribe para nadie, sin afán de publicar, ante la presencia sola de sí mismo o, en el caso que nos ocupa, ante la presencia de Dios, puede a veces adolecer del rigor artístico propio de los textos que se engendran para los ojos del mundo, pero eso queda compensado por el encanto de una mayor libertad expresiva. El lector abre estos libros con cierto pudor, temeroso de oír consideraciones, expansiones que no le corresponde oír, pues forman parte del tesoro de la intimidad de su autor.

 

La hermana Mª Montserrat del Corazón de Jesús (1932-2006), carmelita descalza, nació en Barcelona y vivió, desde 1955 hasta su muerte, en el Monasterio de San José y Santa Teresa de Igualada. Desde su juventud manifestó un notable talento artístico, que al principio orientó hacia la música y más tarde hacia la poesía. En 1994, su Música callada recibió el XIV Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística. Los poemas de este nuevo libro, compilados por las hermanas carmelitas de su monasterio tras su muerte, revelan aquel talento musical y confirman su familiaridad con la poesía mística, pero ante todo revelan la plenitud y la dicha de una vida anclada en Dios, consagrada por entero a Él.

 

Abre el volumen un prólogo de Romà Casanova, Obispo de Vic, diócesis a la que pertenece el monasterio en que vivió la autora. A continuación, 83 poemas, que las editoras han agrupado temáticamente en ocho capítulos. Aunque el índice no lo hace explícito, esos capítulos pueden agruparse a su vez en tres secciones mayores: sobre la vida (los capítulos «De camino», «De noche» y «La entrega»), sobre Dios («Dios Creador» y «El Verbo hecho carne») y homenajes («San Juan de la Cruz», «Juan Pablo II» y «Varias»).

 

Entre los poemas de la primera sección, sobre la vida del cristiano en camino hacia la casa del Padre, sobre la vida confiada a Dios, abundan las glosas de versos de los Salmos y de palabras del Evangelio; de fondo, como hilo conductor, el sentimiento de la filiación divina. Hay poemas de belleza muy comprimida: «Dame, Señor, tus ojos / para mirar el mundo y mis hermanos; / para coger las flores entre abrojos, / dame, Señor, tus manos; / y para amarte a Ti en cada latido, / dame, Señor, tu Corazón herido...». Y hay poemas de planteamiento audaz, como el titulado «Oración para cuando no se puede hacer oración».

 

En la segunda sección, sobre Dios, la poetisa habla del Creador a través de la contemplación de su obra: la naturaleza —el viento, la nube, el pájaro, el laurel— cobra un especial protagonismo. Aquí encontramos una colección de tankas, las estrofas japonesas de cinco versos que parten siempre de un motivo natural y extraen una consideración existencial. Y junto al Creador, el Redentor, contemplado en la Eucaristía y en la Cruz.

 

La tercera sección, como decíamos, es una serie de homenajes: en primer lugar, San Juan de la Cruz, cuyos versos glosa a lo largo de varios poemas; y asimismo, Santa Teresa de Jesús, Santa Teresita del Niño Jesús (a quien dedica un poema acróstico) y el papa Juan Pablo II. El último capítulo, «Varias», contiene también otra clase de poemas, como una nueva serie de tankas o como el titulado «Barro y luz», que sintetiza el espíritu del Carmelo y, por extensión, el de la vida cristiana: «Pardo y blanco, barro y luz... / el hábito del Carmelo / tiene fulgores de Cielo / junto a sabores de cruz...».

 

Gonzalo Salvador

 


  • 15 julio 2009
  • Gonzalo Salvador
  • Número 30

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