Archivo > Número 30

Un juez obliga a retirar los crucifijos en una escuela pública. D. Melé

 

El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número dos de Valladolid en una sentencia fechada en 14 de noviembre de 2008 ordenó la retirada de símbolos religiosos de las aulas y image-e7e484c57ddd4b16148d441dff1fb8ffespacios comunes del colegio público Macías Picavea de Valladolid. Era la primera sentencia en este sentido que se dictaba en España. La demanda había sido presentada por el Sr. Blanco Rodríguez, en representación de la Asociación Cultural Escuela Laica de Valladolid y padre de un alumno del citado colegio. Se demanadaba la decisión adoptada democráticamente por el Consejo Escolar de dicho centro educativo de mantener los crucifijos en las aulas.

El fallo de la sentencia, firmada por el Magistrado-Juez  D. Alejandro Valentín Sastre, declaraba que el acuerdo del Consejo escolar de no proceder a la retirada de los símbolos religiosos vulneraba los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Española en los artículos 14 y 16. 1. Como consecuencia se obligaba al colegio a "retirar los símbolos religiosos de las aulas y espacios comunes".

El art. 14 de la Constitución Española afirma: "Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social." El art. 16.1 establece: "Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley".

En la sentencia se argumentaba también que "la presencia de estos símbolos en las zonas comunes, en el que reciben educación menores de edad en plena fase de formación de su voluntad e intelecto, puede provocar en estos el sentimiento de que el Estado está más cercano a la confesión con la que guardan relación los símbolos presentes que a otras confesiones".

Esto iría en contra del artículo 16.3 de la Constitución, que afirma lo siguiente: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones".

 Reacciones ante la sentencia

Las reacciones a la sentencia no se hicieron esperar, tanto por parte de autoridades eclesiásticas y civiles como por destacados representantes de partidos políticos. No faltaron tampoco debates televisivos y radiofónicos.

El cardenal arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo, señaló que la erradicación de un signo tan arraigado en nuestra cultura como el crucifijo "no favorece la convivencia". Argumentó que "lo importante es que se eduque a los niños y niñas de Valladolid a respetar los signos religiosos de cualquier religión". Añadió que "las medidas drásticas no educan a las personas" y que lo importante no es "tirar por la borda" los símbolos religiosos sino "ayudar a respetarlos".

En una nota de prensa emitida por la Confederación Católica de Padres de Alumnos (Concapa), estimaba que la decisión judicial era "desafortunada y grave" que afectaba a los padres del centro que han inscrito a sus hijos en la enseñanza de la religión católica y a también a los que no se ha tenido en cuenta. Para la Concapa esta decisión se enmarca en "una política de ataque rabiosamente laicista contra los símbolos religiosos".

La ministra de Educación, Política Social y Deporte, Mercedes Cabrera, ante la cuestión de la presencia de símbolos religiosos en las escuelas públicas se inclinó por respetar la "autonomía" de cada centro para decidir sobre la presencia o retirada de los símbolos religiosos de los colegios públicos, puesto que "son los que mejor conocen qué tipo de alumnos tienen y qué piensan los padres".

En cambio, el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, consideró que "en los colegios públicos no debe haber crucifijos porque hay que respetar las creencias de todo el mundo". "En los colegios públicos, yo comparto la decisión del juez. Y se lo dice un creyente", concluyó tajante el dirigente socialista.

La secretaria general del Partido Popular Dolores de Cospedal aseguró que respeta la decisión del juez pero consideraba que "a la mayoría de los españoles no les molesta que haya un crucifijo en las aulas". Tampoco a su partido se opone a que haya un crucifijo en las aulas de un colegio público, ya que la Constitución consagra la aconfesionalidad del Estado, pero también la posición particular de la confesión mayoritaria.

El presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, explicó que no puede "compartir una parte de la sentencia, según la cual, la presencia en algunos colegios públicos de un símbolo religioso, como es el crucifijo, sea un elemento de agresión, de vulneración de derechos y de libertades". A juicio del presidente autonómico, esa apreciación "no es así en la España de hoy para el cien por cien de los ciudadanos, de las familias, de los alumnos y de los profesores, profesen o no una religión". De modo similar se expresaba el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, quien consideraba que en un país con "importante" tradición cristiana "a nadie le puede ofender un crucifijo".

Pío García-Escudero, portavoz del Partido Popular en el Senado, afirmó en una rueda de prensa que no veía "la necesidad" de retirar de las escuelas el crucifijo. "Los católicos son mayoría en los centros escolares, algo que ha de respetarse tanto o más que se respete el uso del velo islámico o cualquier otro símbolo de religiones minoritarias, especialmente cuando se dan en un centro público sin que los católicos se quejen por ello. Una minoría está imponiendo sus criterios a una mayoría". A este propósito García-Escudero citó al profesor Tierno Galván, socialista destacado y hombre de gran cultura. Una vez que le preguntaron, sobre este tema contestó: "el crucifijo es un símbolo de paz, que no ofende a nadie"1

Quitar los crucifijos no es neutralidad

Atenta la cruz a la libertad religiosa?

La sentencia ha sido recurrida. Aparte de los razonamientos derivados de la ordenación jurídica vigente, en los cuales no entraremos aquí, es claro que la sentencia contiene una valoración subjetiva del juez. La presencia de la cruz discrimina a alguien, privándole de legítimos derechos, por motivos religiosos? Atenta con la libertad religiosa? En la Convención de los Derechos del Niño, ratificada por España, prescribe (art. 14.3) que "la libertad de profesar la propia religión o las propias creencias estará sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la moral o al salud públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás." No parece que la presencia del crucifijo en el aula ocasiones nada de ello.

El juez reconoce que en el caso enjuiciado, la presencia de símbolos religiosos en el aula y dependencias comunes no forma parte de la enseñanza de la religión católica ni un acto de proselitismo, pero añade que dichos símbolos puede provocar en los alumnos el sentimiento de que "el Estado está más cercano a la confesión con la que guardan relación los símbolos presentes que a otras confesiones." No hay ninguna prueba empírica que lleve a esta conclusión, ni tampoco que la cruz ofenda o irrite a los estudiantes. Pero, esto, en todo caso, haría referencia a la aconfesionalidad del Estado. 

Es contraria a la aconfesionalidad del Estado?

El hecho de que ninguna confesión tenga carácter estatal implica neutralidad del Estado, ante las diversas confesiones y creencias, entre las que no debería excluirse el laicismo beligerante en la reducción de la religiosidad a la más estricta esfera privada. Por otra parte, tender en cuanta la religiosidad de la sociedad española supone admitir el hecho religioso y actuar considerando las creencias de la mayoría que sigue siendo cristiana. Y, si la voluntad de la mayoría en un colegio es mantener el crucifijo, por qué quitarlo?

Aconfesionalidad del Estado es neutralidad, sin hacer profesión pública de ninguna religión, pero sin ver la religión como un mal que como máximo se tolera. Eso sería laicismo, no laicidad y, menos aún, laicidad positiva. La no existencia de un Estado confesional no implica que el Estado deje de apoyar diversas confesiones religiosas y, de acuerdo con la Constitución del Estado español, teniendo en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española.

No han sido judíos o musulmanes quienes han pedido quitar los crucifijos, sino una asociación que promueve el laicismo. En realidad, más que neutralidad entre religiones, quitar la cruz es favorecer el nihilismo. Es como afirmar, no queremos nada que nos recuerde nuestros orígenes y nuestra identidad, no queremos más símbolo que la ausencia de todo símbolo. Eliminar la cruz con la idea de que esta no influya en la formación de niños y jóvenes es apoyar al laicismo, que en el fondo es también una creencia, y una verdadera confesión.

En ocasiones la ausencia de símbolos es un auténtico símbolo. Pensemos, por ejemplo, en la ausencia injustificada de personas en determinados actos como señal de protesta; o no izar la bandera española en ayuntamientos vascos. El vacío de la cruz es símbolo de laicismo, más aún cuando este vacío es intencional y fruto de un forcejeo judicial.

La trampa está en presentar la ausencia del crucifijo como 'neutral´. No lo es. La neutralidad que se libra hoy no es entre religiones sino entre teísmo y ateismo, y la ausencia de símbolos religiosos, al menos en este caso, es manifestación de ateísmo. 

Fomenta la tolerancia y la convivencia quitar la cruz?

La sentencia cita una sentencia del Tribunal Supremo que alude a una sociedad "que aspira a la tolerancia de otras opiniones e ideales que no coincidan con los propios". Uno se pregunta si tolerancia es quitar la cruz o si más bien lo intolerante es quitarla con manifiesta ofensa a los cristianos y a la opinión democrática de la mayoría que desean mantenerla. Los crucifijo estaban en el citado colegio desde los años 1930. Por espacio de 70 años nadie se había cuestionado su eliminación. Son ahora los laicistas los que rompen la convivencia pacífica, provocando conflictos y enfrentamientos con la mayoría de padres. Tiene toda la razón Mons. Amigo al afirmar que la erradicación de un signo tan arraigado en nuestra cultura como el crucifijo "no favorece la convivencia". 

 

La cruz, un cúmulo de valores educativos

La cruz, símbolo de identidad cultural

La sentencia reconoce que la cruz no es sólo un símbolo religioso, pero no profundiza sobre este importante aspecto, olvidado que es el símbolo identitario de más antiguo de la cultura de nuestro país y de toda Europa. Cierto que no todos son ahora cristianos, pero el cristianismo ha forjado nuestra cultura, y el respeto a la persona y a los derechos humanos tiene en el mensaje cristiano sus raíces más profundas. Son muchas banderas de Europa que incluyen la cruz aunque sean países altamente secularizados. Como son muchas las fiestas cristianas celebradas por todos, empezando por la Navidad y a nadie le modesta, excepto quizá a fanáticos fundamentalistas laicistas.

Llevada la sentencia a sus últimas consecuencias, habría que prohibir hacer belenes, cantar villancicos o celebrar las fiestas patronales. Pero acaso se celebran también muchos eventos paganos en las escuelas como el Carnaval o el Hallowing? Habría que prohibir también los nombres cristianos, porqué tienen también una simbología religiosa?

Con todos los respetos que merece un juez, pero considerando también los elementos subjetivos e ideológicos que encierran ciertas valoraciones incluidas en la sentencia, es penoso, al menos para los cristianos, reducir el valor educativo del crucifijo a algo tan negativo. Ver la cruz como un elemento de agresión y un modo de vulnerar derechos fundamentales y de que el Estado busca favorecer una religión sobre otras denota una visión muy estrecha de la educación. Si la cruz tiene una clara connotación cultural la lectura que se puede hacerse es que el Estado desea una educación arraizada en la cultura patria. Todo ello sin olvidar los múltiples valores educativos simbolizados en la cruz.

 

Valores morales

La cruz es símbolo de amor sacrificado, de entrega, de perdón y de paz. Desde otra perspectiva es también una imagen elocuente de lo que puede llevar el fanatismo, la intolerancia, la crueldad y la injusticia. Cierto, que los niños difícilmente la captarán si no les explican que esta simbología responde a hecho reales. Y, eso se les podría y se les debería explicar. Sería un valioso "recurso" educativo. 

Para los cristianos es sumamente doloroso el desprecio que supone quitar el crucifijo, que nos recuerda nuestra Redención y el precio de sangre que Cristo pagó por nosotros. Pero , aún sin fe, el crucifijo tiene un gran valor humanístico.

Como ha escrito Blasi2, "No todos sabrán ver en Cristo su divinidad, pero todos encontrarán en él su humanidad. Allí está aquel hombre que sufre, a quien Pilatos había señalado diciendo: "Ecce Homo!" -he aquí el Hombre- y que puede ser contemplado como el Hombre por excelencia, el modelo de todos los valores y de todas las virtudes humanas, que en la cruz sufre, ama, perdona. No es apropiada su imagen para una escuela donde se han de formar los hombres y las mujeres?"

La cruz debería estar no sólo es escuelas y colegios, sino también en los tribunales de justicia. Cito de nuevo a Blasi: "El Cristo clavado en la cruz es el resultado de una sentencia injusta, culminación de un juicio inicuo. Por ventura no es oportuno que en un lugar donde han de actuar no solamente los jueces sino que en él tienen también su papel acusadores, defensores y testigos, este recuerdo plástico de un hecho histórico sea un grito de atención para que no se vuelvan a repetir injusticias parecidas?3".

 

El ejemplo de Italia

Algunas reacciones citadas más arriba presentan buenos argumentos, otros están en línea con el más puro laicismo, por mucha profesión de creyente que hagan quien las profiere. Unas son firmes, otras más eclécticas o francamente tibias. Prefiero dejar al lector su propia valoración. Pero no se resisto a presentar algunas reacciones significativas surgidas en Italia hace apenas cinco años ante una situación parecida.

En 2003 el juez Mario Montanaro ordenó retirar el crucifijo de un escuela ante la demanda de Adel Smith, presidente del partido Unión de Musulmanes de Italia –y a quienes otros musulmanes acusan de buscar notoriedad- presentó una demanda contra una escuela pública elemental, alegando que la presencia del habitual crucifijo violaba la libertad religiosa de sus hijos. La reacción de las autoridades y de los dirigentes políticos fue contundente. 

Casi todos los partidos políticos firmaron una resolución multipartidaria en el Parlamento italiano señalando que el crucifijo "es el más antiguo y poderoso símbolo de la libertad de todos", al tiempo que reclamaban al gobierno que verificara "el efectivo respeto" de la ley que prevé la presencia del crucifijo en todas las aulas. Se trata de una ley de 1923, todavía vigente, que sanciona la presencia de la cruz en escuelas y tribunales.

El Presidente de la República, Azeglio Ciampi, declaró: "el crucifijo en las escuelas se ha considerado siempre no sólo como el signo distintivo de un determinado credo religioso, sino sobre todo como el símbolo de los valores que están en la base de nuestra identidad".

El vicepresidente Gianfranco Fini, por su parte, señaló que la decisión del juez no sólo violaba la ley y la tradición italiana, sino que "está ofreciendo argumentos a quienes niegan la posibilidad de una convivencia pacífica y de una integración respetuosa (de los musulmanes) en nuestra sociedad".

El ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, declaró que "me siento ofendido como cristiano, pero también como ciudadano. El crucifijo no es sólo el símbolo de mi religión, sino asimismo la expresión más elevada de dos mil años de civilización que pertenecen al pueblo italiano. Esta sentencia amenaza con alterar la sincera disposición al diálogo que existe entre la abrumadora mayoría de las iglesias, comunidades y grupos religiosos de Italia".

En un plano más operativo, el Ministro de Justicia, Roberto Castelli, ordenó a los inspectores regionales que abran una investigación para determinar "si se ha respetado el ordenamiento o si se han ignorado las leyes vigentes", pues existen leyes en vigor y disposiciones anteriores del Tribunal Constitucional a favor de la presencia de los crucifijos en las aulas públicas.

La resolución invita además al gobierno a preparar en todas las escuelas una campaña "para hacer comprender a todos por qué motivos el crucifijo representa nuestra identidad nacional, europea y occidental".

Por su parte, el Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Cardenal Camillo Ruini, afirmó que el crucifijo "expresa el alma profunda del país y debe seguir siendo signo de la identidad de la nación"; mientras que el Secretario General del Episcopado italiano, Mons. Giuseppe Betori, recordó que la sentencia "contradice una ley estatal que ningún Parlamento ha modificado nunca. El crucifijo no es sólo un símbolo religioso, sino también la imagen en la cual el pueblo italiano reconoce las raíces de su civilización"

Se ha anunciado una preocupante reforma de la ley de libertad religiosa en España, que muchos temen que más bien será de falta de libertad o de confesionalidad laicista. Seguirá la línea italiana o veremos la eliminación de símbolos religiosos en centros educativos, no ya por sentencia, sino por ley?

 

Domènec Melé

Doctor en Teología. Profesor de Ética Empresarial en eI IESE


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1 Resumen de diversas fuentes periodísticas.

2 F. BLASI, Debate sobre el crucifijo, Gaceta de los Negocios, 30 de octubre, 2008.

3 F. BLASI, o. cit.

  


  • 15 julio 2009
  • Domènec Melé
  • Número 30

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