Palabras del Cardenal Martínez Sistach en la inauguración de las 49 Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura, 21 de enero de 2014

Un muy cordial saludo a todos los participantes en estas 49 Jornadas de Cuestiones Pastorales de Castelldaura. Un saluto molto cordiale al Cardinal Robert Sarah, Presidente del Pontificio Consiglio Cor Unum, ringranziando la sua presenza e la sua partecipazione in questo Incontro. Grazie Eminenza per la sua disponibilità in mezzo del molto lavoro che ha come Presidente del dicasterio romano.

Donde hay caridad, allí está Dios. Por una razón muy sencilla, porque Dios es Amor y, por tanto, donde hay amor Dios se image-b2f74c39a9ab737f0a24e02f0193e2d1hace bien presente.

Estas Jornadas están dedicadas a un tema primordial en la Iglesia, en la vida de las instituciones eclesiales y de las comunidades cristianas ya la vida cristiana de todos los bautizados. Leyendo el Evangelio tomamos mucha conciencia, porque Dios ha creado por amor y nos ha salvado por amor. El amor está presente en las páginas del Evangelio, en la Buena Nueva que Jesús predicaba.

Sabemos que la naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma, martyria), celebración de los sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de la otra. Como afirmó Benedicto XVI, "para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestaciónirrenunciable de su propia esencia" (Dios es amor, 25).

En la carta pastoral que he escrito este curso “Vivir la fe y edificar la comunidad cristiana”, he querido poner de relieve la forma eclesial de la fe. Mientras la escribía este verano pasado, recibí un don precioso del Papa Francisco, la primera encíclica La luz de la fe, de 29 de junio de 2013. Es muy significativo que en la encíclica se dé un gran relieve a la dimensión eclesial de la fe. Me ayudó muchísimo en mi trabajo.

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A lo largo de sus páginas, pero especialmente en el capítulo III, titulado “Transmito lo que he recibido”, el Papa mantiene y desarrolla, como unas tesis teológicas, las siguientes afirmaciones: la existencia creyente se convierte en existencia eclesial; la vida de fe se da en el ámbito comunitario y tiene un fundamento comunitario; y la vida de fe tiene una estructura sacramental.

Atendida la dimensión eclesial de la fe, al tratar de la solidaridad de la caridad, hemos de tener muy presente que no se trata sólo de la solidaridad de unos cristianos, sino que es fuente y expresión de nuestra fe sacramental y eclesial. La solidaridad que practicamos los cristianos es también una manifestación de nuestra fe que nos lleva a amar, y esto lo hacemos como miembros de la Iglesia y contribuimos a que ésta realice su diaconía de caridad.

image-d1a33f45e889f0380eb18d2662dba7e9La Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio, del Papa Francisco, en su capítulo IV, trata de la dimensión social de la evangelización, y se justifica con estas palabras: “Ahora quisiera compartir mis inquietudes acerca de la dimensión social de la evangelización precisamente porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora” (N. 176)

Francisco nos recuerda que “el corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo 'se hizo pobre´ (2 Co 8, 9)” (N. 197). Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica.

Ninguna comunidad cristiana puede olvidarse de los pobres y de la práctica de la caridad, porque la caridad es una dimensión esencial de la Iglesia. En la tradición de la Iglesia se ha unido la Fracción del Pan –celebrando la eucaristía– a la colecta para compartir los bienes y ayudar a los image-d27bcce90eeabba08d175177b6330c24necesitados. Y el Papa Francisco hace este grave juicio certero: “Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficàcia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos” (N. 207).

La temática de las Jornadas es capital para la Iglesia. Hoy tenemos el reto de la evangelización y también el reto de las graves consecuencias que deja la crisis económica en muchísimas personas y familias. Son dos retos que van muy unidos. No podemos responder solamente al primero, olvidando el segundo, como tampoco podemos hacer al revés. Son las image-f6e520cd962d0b3dfea96e3799529a1fobras de misericordia que las hay corporales y espirituales. El hombre no vive sólo –aunque lo necesita– de pan, sino también de la palabra que sale de la boca de Dios. Dos retos que la Iglesia se afana y cada uno de los cristianos se afanan para responder. Deseo explicitar que en esta línea, el Plan Pastoral de la Archidiócesis de Barcelona, para los años 2011-2015, incluye tres objetivos. El primero consiste en dar a conocer Jesús a quienes no le conocen, y el tercero, consiste en la solidaridad como expresión de nuestra fe.

Deseo a todos los que participan en estas Jornadas una agradable estancia en la Iglesia y ciudad de Barcelona y que el trabajo sea muy fecundo.

Cardenal Lluís Martínez Sistach

Arquebisbe de Barcelona

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