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Vuelve el cine bíblico

NOÉ, ENTRE LA SAGRADA ESCRITURA Y EL ESPECTÁCULO ECOLÓGICO

 

"Noé fue el primer ecologista. La primera persona en plantar viñedos, beber vino y emborracharse.

Me quedé de piedra al retroceder y ver lo sucias que son algunas de aquellas historias.

No son para todos los públicos de ninguna manera”.

 (DARREN ARONOFSKY)

  

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Envuelta en polémica, se ha estrenado una superproducción hollywoodiense que evoca los años dorados de la Meca del Cine. Se trata de Noé, un film-espectáculo de un  género que tuvo su esplendor con las epopeyas bíblicas realizadas por el maestro Cecil B. de Mille. Con todo, en esta época de laicismo en el mundo occidental, ha sorprendido la ambiciosa película de Darren Aronofsky, quien ha contado con un presupuesto de 130 millones de dólares y el apoyo de Paramount Pictures.

 

 

Un cineasta “comprometido”

 Darren Aronofsky (Brooklyn, Nueva York, 1969), hijo de dos profesores de origen hebreo, descendientes de polacos, estudió cine en la Universidad de Harvard. A los 29 años, debutaría como realizador con Pi (1998), un thriller sobre un matemático que quiere controlar el universo con la fórmula del número pi y es requerido por Wall Street. Premiado en el Festival de Cine Independiente de Sundance como Mejor director, su siguiente cinta, Réquiem por un sueño (2000), se centró en el mundo de las drogas y sus consecuencias. Hoy esta galardonada y “comprometida” película es una cult movie. Pero hasta el año 2006 no volvió a dirigir cine. Fue con La fuente de la vida, una original reflexión sobre el amor y la muerte que dividiría a crítica y público. Aun así, con su cuarto largometraje, El luchador (2008), obtuvo el “León de Oro” del Festival de Venecia. Protagonizado por Mickey Rourke y Marisa Tomei, es el biopic de un antiguo campeón de lucha libre que se encuentra en el ocaso de su vida profesional. Poco después volvió a triunfar con Cisne negro (2010), un thriller psicológico en torno al mundo de la danza. Natalie Portman interpretó a una bailarina de ballet y ganó el Oscar a la Mejor actriz por su papel de Nina.

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            Y ahora, con Noah, sobre la vida del patriarca bíblico, su famosa Arca y el Diluvio universal, Aronofsky ha vuelto a centrar la atención del gran público y ha dividido a la crítica mundial. No obstante, las reacciones más contrarias han venido de grupos religiosos, que consideran el film sacrílego por cambiar la historia bíblica; primordialmente, de los Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Kuwait, Indonesia y Malasia. Es más, la Comisión de Censura de Películas de este último país ha prohibido la exhibición de la cinta, afirmando que es contraria a las normas del islam, ya que -en palabras del presidente de la comisión, Halim Abdul Hamid- “contraviene uno de los preceptos: no se puede mostrar la cara de un profeta”. Ante la prohibición de proyectar su película en estas naciones y las reservas que han llegado de varios líderes de iglesias protestantes de Estados Unidos, la Paramount respondió que incorporaría un letrero anunciando que se trata de “una película inspirada en la historia de Noé, en la que se han tomado licencias artísticas”. De momento, en la versión española no aparece tal indicación.

 

La defensa del director

 

            El primer sorprendido de esas críticas es el propio director y coguionista, Darren Aronovsky, quien declararía al periodista Gabriel Lerman: “Lo que me llama más la atención es que la controversia se generó antes de que alguien hubiera podido ver la película. Lo curioso es que ésta es la primera vez en 50 años que en Hollywood se filma una epopeya basada en el Antiguo Testamento. Creo que la última fue precisamente La Biblia de John Huston, y una década antes se había hecho Los Diez Mandamientos de Cecil B. de Mille. Aquellos filmes fueron bien recibidos. Desde entonces, todos los intentos de Hollywood por acercarse al cine bíblico han irritado a ciertos grupos, por una razón u otra. Siempre hay gente molesta con el cine bíblico”. Y, a continuación, se extendería así en su defensa:

 “Ahora que finalmente la gente ha podido ver la película, esta percepción errónea ha cambiado. La recepción que Noé ha tenido en los que la han visto ha sido totalmente diferente y muy positiva. Lo cierto es que éste ha sido un proyecto muy complicado porque sólo hay cuatro capítulos del Génesis en que se podía basar. No hay muchas palabras que relaten lo que pasó y por eso tuvimos que releer el texto una vez y otra buscando pistas. Hay una vieja tradición judía consistente en buscar una explicación de ciertos párrafos de la Biblia que no son demasiado claros. En mi cultura, hay la costumbre ancestral de tomar viejas historias y aplicarlas a la vida moderna; no es nueva. Cuando luchas con una historia como la de Noé estás trabajando con una cosa que no es sólo bíblica: es mítica. Y has de tomarla de esta manera. (…) El poder de estas viejas historias es que contienen ideas con las que conectamos. Que somos los descendientes de los pecadores originales, y que podemos elegir entre el bien y el mal. En la época de Noé, la gente optó por la crueldad. Y por eso el mundo fue destruido. En la actualidad, continuamos viviendo en esta segunda etapa que le fue otorgada a Noé después el diluvio. La historia posee una lección, porque las aguas han comenzado a subir. Otra vez. Estamos en un momento de la humanidad en que tenemos la opción de poder salvar la naturaleza. Somos nosotros como humanidad los que hemos de decidir qué haremos con esta segunda oportunidad. En este sentido, es una película ecológica”[1].

 

Ecología y espectáculo digital

 Ciertamente, Noé posee un toque ecologista que la hace más atractiva para los espectadores del siglo XXI. Pues si los descendientes de Caín aparecen como carnívoros y poco respetuosos con la Natura, al tiempo que apenas estiman la vida humana; los pocos descendientes de Set se alimentan de plantas y tienen conciencia de que deben cuidar la Creación. Incluso aparece más como vegetariano el viejísimo Matusalén (Anthony Hopkins), que vive en una cueva como un ermitaño.

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Asimismo, Darren Aronofsky reinterpreta la figura del patriarca Noé, encarnado por el actor neozelandés Russell Crowe (Gladiator, Master and Commander): “Todo el mundo espera a un hombre viejo -dijo el director-, con barba larga, con una túnica y sandalias y todos esos animales felices, y no es así, ya que la idea es reinventar al personaje. Creo que hice una película para creyentes y no creyentes. La parte medular de Noé son los valores, que quienes creen reconocerán como propios porque nos apegamos mucho al texto original, y para quienes no son creyentes o menos religiosos encontrarán una película emocionante, que no está en La Biblia de su abuela, sino un espectáculo visual con un gran drama”, concluyó.

De ahí que Aronofsky haya utilizado los efectos especiales para su puesta en escena, realizando un impresionante espectáculo digital, que abusa demasiado del ordenador (los animales dormidos en el arca son todos artificiales) y deja algo frío al espectador. Además, aparecen unos monstruos llamados Vigilantes que nos recuerdan demasiado a los Ents de Peter Jackson, en El Señor de los Anillos, y a los Transformers de Michael Bay. Por último, resulta poco verosímil el vestuario de los protagonistas, que llevan ropa de diseño cosida a máquina. Si bien, todo ello está subrayado con una notable banda sonora de Clint Mansell.

 Veamos, sin embargo, la valoración crítica del tan citado especialista José María Aresté: “La película funciona en algunos aspectos y muestra su debilidad en otros. Lo más logrado del carácter de Noé -bien Russell Crowe-, entre patriarcal y profético, investido de una misión, de ánimo apesadumbrado, y al que se le han insuflado rasgos de otros personajes bíblicos, hace pensar en Jonás a la hora de mostrar falta de compasión por el ser humano pecador, y en Abraham cuando se le plantea sacrificar la vida de los de su propia sangre. Y alrededor de esto se suscitan cuestiones de carácter religioso de indudable interés, como la existencia del pecado, el castigo que merece, y las oportunidades que da el Creador, todo en un marco veterotestamentario, o sea, no vemos a un Dios personal interactuando con el hombre, a no ser a través de señales y visiones, y está ausente la idea de la oración. Ideas como la de escudarse en que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios para suplantar precisamente a Dios, resultan sugerentes. Igual que las consideraciones sobre el don de la libertad, y cómo se concilia la idea de justicia con la de misericordia”[2].

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Entre los aspectos positivos está la figura de la esposa de Noé, Naameh, que interpreta casi románticamente Jennifer Connelly (“partenaire” del mismo Crowe en la “oscarizada” Una mente maravillosa), que parece reivindicar a la mujer y el matrimonio monógamo. ¿Habrá molestado también eso a los países árabes? La Connelly manifestó: “Cuando lees la historia de Noé en el Génesis no se habla de su esposa. Darren en el guión la ha descrito como una mujer definida por el amor a sus hijos y la devoción a su esposo, una mujer virtuosa. Para realmente darle humanidad al personaje y hacerlo un personaje completo, vi lo que los historiadores dicen al respecto”. La actriz encontró inspiración en algunos proverbios de La Biblia que hablan de la mujer virtuosa e incorporó a su personaje todos aquellos atributos que ella había de tener. También destaca la interpretación de una ya crecida Emma Watson (Harry Potter) como el personaje inventado de Ila, la hija adoptiva y esposa de Sem.

 

Valoración escriturística

 Una primera pregunta que se hace quien visiona el film es la de si los productores han pretendido hacer una obra de temática religiosa. Y ésta nos sugiere otra parecida: ¿Han intentado hacer una obra histórica? Y hay otras preguntas encadenadas, de este estilo: ¿Han querido acercarse a la realidad o más bien se han servido de la imaginación para fabular sobre temas de los que se tienen obviamente pocos datos? La respuesta sería que sí, pero con unos matices que resultan del particular género literario de las fuentes de que se dispone y de la peculiaridad de los documentos y datos científicos que se tienen.

 La obra puede tener, en efecto, una significación religiosa en el sentido que parten de un libro característico de la Biblia y encuentran en él el personaje de la película, Noé. Es el primer libro del Pentateuco donde se encuentra la base de la Ley de Moisés. Es el Génesis que, como  ya indica el nombre  de la versión  griega,  trata del origen de todo el universo visible con la creación. Y ésta viene resumida con las palabras con las que empieza en hebreo, y que son las de su nombre para los judíos: “En el principio creó Dios (Bereschit barah Elohim) los Cielos y la tierra”. Ese sería  el primero de los temas religiosos: la creación por parte de Dios del mundo visible, un mundo bello y bueno, tal como aparece en la película. Y ello se pone de manifiesto con la recitación en el film, por una voz en off, bonita y solemne, del capítulo primero del Génesis sobre la creación. Y dentro de él se da la culminación de este trabajo de Dios, con la creación del primer hombre y de la primera mujer, que son creados a imagen y semejanza de él. Y a ellos Dios confía el dominio de la creación en nombre suyo. Queda claro que les impone unos deberes, cuyo cumplimiento les ayudará a cultivar las virtudes y valores humanos, en beneficio de ellos mismos y de toda la sociedad.

 Sí que se ve el dominiode Dios sobre el mundo; la solemnidad con que se recita el relato de la creación en  los capítulos del principio del Génesis y en la fuerza que da a las semillas, en la  manera de hacer que crezcan los bosques de los que saldrá  la madera para el arca.

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Por otra parte quedan implícitos los valores de la libertad, por lo menos en el hecho de que puesto que los hombres y mujeres de este mundo no cumplieron con sus deberes, por ello Dios les castiga con el diluvio.

 En los seis primeros capítulos el libro hace un sucinto resumen de lo que podríamos llamar una buena parte de la prehistoria del mundo, y maravilla comprobar que en pocas páginas se presentan unos cuantos hechos y la descripción de varios aspectos del desarrollo de la convivencia humana y del crecimiento de la cultura, en relación sobre todo con la vida familiar y el mundo profesional. Allí aparecen la institución del matrimonio y la familia (Gn, capítulos 1-4) con las referencias a los primeros padres y a sus hijos, y con éstos a su trabajo básico: el pastoreo y la agricultura (4, 2). Y ya en el mismo capítulo -y no hace falta decir los milenios que debieron de pasar hasta llegar al desarrollo de algunas de esas actividades profesionales- se alude, entre los descendientes de Caín, “al antepasado de los que viven bajo la tienda y con los rebaños” (4, 20), al “antepasado de los que tocan la cítara y el caramillo” (4, 21), y al “forjador de toda herramienta de cobre y hierro” (4, 22). También allí se alude al hecho de que  “se empezó a invocar el nombre de Yahveh” (4, 26). Y de todo ello hay indicios en el film en el hecho de presentar a Noé utilizando herramientas cortantes y siendo capaz de fabricar el arca.

 Con la preservación de Noé y su familia -esposa, tres hijos y tres nueras- se mantiene sin duda el modelo de familia monógama que responde al arquetipo de la creación (Gn 2, 18-25) y presentado en el film de forma que no se acentúe excesivamente la actitud patriarcal del padre, como ha ocurrido en muchos pueblos y civilizaciones, sino que viene adecuadamente compensado por la figura amable de la madre, y esto puede ser un mensaje para buena parte del mundo actual. En la Biblia se presenta así: “Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahveh” (Gn 6, 8);  “Y fue un varón justo, perfecto entre sus contemporáneos” (Gn 6, 9). 

 Tal vez se ha querido considerar este nuevo y definitivo nacimiento de la humanidad después de un primer período del que se tienen pocos datos, y en los que en la Biblia presenta unas cuantas generaciones y se puede pensar que éstas representan períodos muchísimo más largos en los que avanzará el poblamiento y el conocimiento del mundo en que se suponen grandes desviaciones en el comportamiento: la corrupción y el vicio que afecta a la conducta de la mayoría. Se alude en la Biblia a detalles relativos a uniones que no quedan bien claras: los hijos de Dios (para unos, los descendientes de Set, y para algunos los ángeles, las mujeres serían las descendientes de Caín y el fabuloso origen de los héroes y los gigantes. De todo ello hay reflejos en el film presentando personajes imaginarios, como si tuvieran relación con los infiernos, así unos monstruos poderosos, no del todo malos ni buenos, que tienen allí su papel y son parte del atractivo mítico del espectáculo. A algunos de esos detalles se alude en los capítulos 5 y 6 del Génesis. Y así  se dice en  Gn  6, 1: “y les nacieron hijos…. Se procuraron esposas de entre todas las que más les placieron”. Y parece haber allí una cierta crítica a esa manera de proceder. Todo eso desaparece con el Diluvio, que es como un nuevo nacimiento para esas siete u ocho personas: Noé y siete más.

 Dios, sin que quiera destacar sus méritos, se fija en un hombre capaz de construir un arca y de gobernar la convivencia de hombres y animales, y de volver a empezar. Se ven en él los defectos propios de un estadio tan primitivo de la civilización, que no tendría siempre claros los preceptos elementales de la ley natural, como el derecho a la vida. Así se podría recordar el razonamiento que se hace cuando está dispuesto a sacrificar, si es una  niña, la hija de uno de sus hijos. Y puede pensarse que hay un cierto paralelismo en ese punto entre Noé y Abraham -el padre de israelitas y de ismaelitas- cuando está dispuesto a sacrificar, cosa que tampoco podía hacer de acuerdo con la ley natural, a su hijo, pero que Dios impide. Es algo propio de un estadio primitivo de la civilización, que los dos personajes, aunque se les presente como grandes amigos de Dios, no tendrían muy claro.

 La figura moralmente ejemplar puede ser la mujer de Noé, que defiende la libertad de los hijos y pone una nota de sentimiento en la convivencia con los demás. El film toma ocasión de la Biblia, sin reproducir sus esquemas, en algunos detalles: la construcción del arca y la experiencia de los efectos del fruto de la vid, en la alusión a la borrachera de Noé (Gn 9, 17-25) y la evocación de la figura de Matusalén (Gn 5, 27), un ascendiente de Noé, la figura que ha quedado como característica de la longevidad -vive 969 años, sin duda un número simbólico (Gn 5, 27)-, al que se presenta como objeto de las bendiciones de Dios, y él también da esas bendiciones a sus descendientes. Se subraya su amor a la naturaleza, que se muestra en su gusto por esos pequeños frutos, las bayas que pide a los que le visitan, y la ternura por los jóvenes.

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Parece como si el director del film quisiera trasladarnos a un contexto actual, por la manera de vestir, por la utilización de ciertos tejidos finos, las herramientas de hierro para cortar la madera, etc. Quizá se ha querido establecer un contraste entre un hombre primitivo, con capacidad para hacer cosas, y poco llevado por los sentimientos, y su mujer que muestra actitudes afectuosas con los hijos y las esposas de éstos, y que se opone, cuando es necesario, a Noé.

 Quién sabe si Noé podría simbolizar más bien a Abraham, el origen del pueblo hebreo, y que estaba a punto de sacrificar al unigénito. Y las mujeres serían parecidas a Sara y Agar, que adoptarían una actitud distinta. Posible intento de reivindicación social de la mujer entre los semitas.

Aunque esto no sale en la película, tampoco el régimen alimentario por motivos religiosos queda especialmente aludido en la Biblia por las instrucciones que se le dan después del diluvio. Si bien tendrá más alimentos del mundo vegetal, no se excluye la carne; sino sólo la carne que contiene sangre (Gn 9, 3-4), como así lo interpretaron algunas grandes familias religiosas  de inspiración veterotestamentaria.

No se ve ningún reflejo de cómo es Dios, de cómo proyecta la desaparición de los demás hombres que poblaban el mundo; pero sí cómo continúan las otras genealogías, las de Sem, Cam y Jafet.

 Hay sólo algunos elementos de la Sagrada Escritura; el resto, imaginación. Y valores estéticos: la naturaleza, los bosques, verdes praderas, etc., y la espectacularidad de los escenarios, tanto de los naturales como de lo que es producto de la imaginación, como esos monstruos -los Vigilantes-, que podrían tener relación con los gigantes de que se habla en esos primeros capítulos de la Biblia.

 

Una película ecuménica

 Para tratar de adivinar cuál podrá ser la reacción de judíos y árabes o musulmanes, ha de servir el hecho de repasar cómo se presenta la genealogía de los descendientes de Sem (de ahí el nombre de semitas). Que comprende a unos y otros, y comprobar que no queden mal.

No parece que haya nada nuevo que tenga relación con las alusiones del Nuevo Testamento a Noé y concretamente al hecho de ser ese episodio un “antitipo”,  es decir como una figura materializada de una realidad espiritual futura. Aquí una imagen  del bautismo: el arca de salvación y el agua que purifica (1 Pe 3,20).

No hay duda de que los productores del film han tenido en cuenta las grandes masas de las diversas creencias a la hora de presentarles los temas que tienen relación con ellas, de manera que no les puedan chocar: judíos, musulmanes y cristianos. Ya hemos visto algunos detalles que pueden rozar la visión sociológica de los primeros y segundos. En la película no se  ha aludido a ningún trazo específicamente cristiano, si no es lo relativo a las alusiones que se hacen en la Biblia y en la película al Antiguo Testamento y que son de interpretación común a unos y otros.  Digamos, por otra parte, a manera de curiosidad que en el Nuevo Testamento -tanto en los evangelios que narran la vida de Jesús, como en las epístolas de los apóstoles, concretamente de san Pedro-, se hacen menciones de la vida de Noé, destacando su importancia o su significación. Son éstas: una es la genealogía de Jesucristo, que en Lucas (Lc 3, 36) va desde su familia de la tierra hasta Adán y Dios, y pasa por Cainam, Arfaxad, Sem, Noé, el que viene de Matusalén, Enós, Set, Adán, llega  a Dios.

 Otro texto, que recoge palabras de Jesucristo, describe el carácter repentino del diluvio, que coge a la gente descuidada en sus tareas de la vida (Mt 24, 37): “Porque, como en los días de Noé, así será el advenimiento del Hijo del hombre (38), pues como en el tiempo que precedió al diluvio, comían y bebían, tomaban mujer y tomaban marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no entendieron hasta que llegó el diluvio”.

  Las dos alusiones de san Pedro (1 Pe 3, 20;  2Pe 2, 5) recuerdan el hecho que ocho personas: él y otras siete, se salvaron por medio del agua, y que esto es como un anuncio del bautismo, que también ahora salva. Y en la epístola a los Hebreos (Heb 11, 7), se pone a Noé entre los ejemplos vividos de fe y dice que Noé, por la fe, avisado por Dios, inspirado por un religioso amor construyó un arca para salvación de su casa. También esos textos reflejan la estima por Noé y ya se ve que tampoco ha de salir en la película nada que vaya en contra de esa imagen positiva que presenta, que pueda herir a los cristianos.

 Actualmente, ya se anuncian otras dos películas del género bíblico para la próxima temporada cinematográfica, con intención ecuménica: Exodus, de Ridley Scott, con el galán Christian Bale como Moisés; y Mary, Mother of Christ, de Alister Grierson, escrita por Benedict Fitzgerald, el guionista del film de Mel Gibson, de las que nos ocuparemos oportunamente.

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Ferran Blasi Birbe
Doctor en Teologia.
Periodista

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Josep Maria Caparrós
Catedràtic d'Història Contemporània i Cinema,
Universitat de Barcelona.

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FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Título original: Noah.

Producción: Regency Enterprises/Protozoa Pictures/Disruption Entertainment, para Paramount Pictures (USA, 2014). Productores: Scott Franklin, Mary Parent y Arnon Milchan.

Director: Darren Aronofsky.

Guión: Darren Aronofsky y Ari Handel, inspirado en el libro del Génesis.

Fotografía: Matthew Libatique.

Música: Clint Mansell. Diseño de producción por Mark Friedberg.

Montaje: Andrew Weisblum. 

Vestuario: Michael Wilkinson.

Intérpretes: Russell Crowe (Noé), Jennifer Connelly (Naameh), Ray Winstone (Tubalcaín), Emma Watson (Ila), Anthony Hopkins (Matusalén), Logan Lerman (Cam), Douglas Booth (Sem), Leo McHugh Carroll (Jafet), Frank Langella (voz de Og) y Nick Nolte (voz de Samyaza), Ariane Rinehart (Eva), Adam Griffith (Adán).

Color - 137 minutos.

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[1] Gabriel Lerman, “Entrevista a Darren Aronovsky: Siempre hay gente molesta con el cine bíblico”, en La Vanguardia, 2-IV-2014, p. 31.

[2] Cfr. José María Aresté, “Noé. Parece que va a llover”, en www.decine21.com

 

 

  • 01 septiembre 2014
  • Joaquín González-Llanos
  • Temas de actualidad

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