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Trabajar como empresario en el sistema capitalista

image-25e66a61592fa19fd86768ddb68dc0a0Recientemente el Wall Street Journal (online) publicaba un artículo firmado por Gregory J. Millman con un provocativo título: Católicos en la empresa bregando con los ataques del Papa Francisco al capitalismo[1]. El principal argumento era la afirmación de muchos ejecutivos de que será difícil practicar lo que el Papa Francisco ha predicado sobre el capitalismo. Concretamente el artículo cita la frase siguiente: “La economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos”. Añade el periodista que comentarios como éste son típicos de las declaraciones de este papa, escritos e incluso tweets. A juicio del autor esto plantea a los ejecutivos católicos “luchar por permanecer fieles a su religión y leales a sus accionistas”.  

El periodista parece que planteó la actitud del Papa y la citada frase a varios altos ejecutivos empresariales católicos. Las respuestas fueron muy variadas. Ken Langone, co-fundador de Home Depot Inc., un minorista estadounidense para arreglos para el hogar y productos y servicios de construcción, señaló que había encontrado gente que me dice estar un poco molesta. Me dicen: “Mira lo que este hombre está diciendo sobre nosotros”. El Sr. Langone, que ha ganado mucho dinero y ahora ayuda generosamente a muchas obras benéficas, explicó que había encontrado resistencia al tratar de recaudar fondos para renovar la Catedral de San Patricio de Nueva York.

El Sr. Langone, presidente y director ejecutivo del banco de inversión Invemed Associates LLC atribuyó las críticas del Papa argentino a su falta de conocimiento de los mercados libres en todas sus formas, más allá del "capitalismo de amigos" (crony capitalism) de su país natal.

También adoptó una postura un tanto crítica Domingo Sugranyes, exvicepresidente de la aseguradora española Mapfre SA, quien se preguntaba cuándo este pontífice  dará importancia a las ideas de los empresarios. Añadiendo: "Si el mensaje del Papa tiene que ser eficaz, tiene que ser realista”. El Sr. Sugranyes tiene la esperanza de que durante el presente pontificado “se hará el esfuerzo el reconocer primero los verdaderos problemas, en lugar de empezar desde arriba hacia abajo".

Más centradas en el problema moral de reducciones drásticas de plantillas son las dos siguientes respuestas. Una es de Robert LeBlanc, que dirige las operaciones francesas de la aseguradora Aon PLC. Da la razón al Papa por su llamada a la responsabilidad, pero en cuanto a la reducción de plantilla añade: "Cuando se dirige una empresa se tiene que gestionar para  el largo plazo. Si no puedes mantener a todas las personas, tienes que hacer algo".  

En términos parecidos se expresa el empresario francés Pierre Lecocq, empresario y director de Inergy Automotive Systems SA, una empresa auxiliar del automóvil. Afirma que cuando el volumen de ventas de Inergy se redujo a la mitad durante la crisis financiera mundial, eliminó 1.500 personas de una plantilla de 5.500. El Sr. Lecocq piensa que no tiene dificultades para conciliar esas decisiones con la doctrina social de la Iglesia. "Yo no eliminé a la gente para aumentar las ganancias, sino para salvar la empresa", dice. "Cuando se trata de una cuestión de supervivencia, no tienes otra opción".

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El comentario puede empezar recuperando el párrafo completo al que pertenece la frase que tanto preocupó al periodista americano. Corresponde a la Evangelium gaudium (n. 204).

«Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos».

 ¿Son eso ataques al capitalismo? Depende de lo que se entienda por capitalismo. No es un ataque al derecho de propiedad, ni al libre mercado, ni a la libertad en la actividad económica ejercitada de modo responsable. No se opone a aquella forma de sistema económico, que puede llamarse capitalista, o mejor de libre mercado, aceptado por san Juan Pablo II, “que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía” (Centesimus annus, n. 42), y opuesto, en cambio, a un capitalismo que absolutiza la libertad y el dominio del capital sobre la subjetividad del trabajo y todo lo fía a “las fuerzas ciegas del mercado, y en la mano invisible del mercado” rechazando todo control social y estatal (Ibid nn. 35, 42).

El Papa Francisco no es economista y es posible que no conozca los pormenores técnicos de todas las formas de capitalismo, pero demuestra conocer la ideología que hay debajo de capitalismos poco considerado con las personas, para quienes no son más que recursos productivos o consumidores. Con la entera doctrina social de la Iglesia, Francisco propugna una política económica estructurada por la dignidad de cada persona humana y el bien común (cf. Evangelium gaudium, n. 203). 

Quizá la incomprensión de los primeros empresarios citados viene por su vivencia del capitalismo que le ha dado gran prosperidad económica, y presentar a alguien como anticapitalista puede entenderse no sólo contrario a una de sus señales de identidad, sino también como alguien que no entiende la importancia del libre mercado y la libertad de empresa. Habla de control puede ser visto como ahogo de la libre iniciativa y el carácter emprendedor, como a veces ha ocurrido. El Papa no está por una regulación asfixiante de la libre empresa sino por la responsabilidad tanto de empresarios como de los poderes públicos, aunque de momento ponga el acento en los abusos.

La noble tarea del gestor empresarial

En otro lugar de su exhortación apostólica, el Papa explícitamente alaba al buen empresario, hasta el punto de considerar que su actividad tiene carácter vocacional. Afirma: “La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida; esto le permite servir verdaderamente al bien común, con su esfuerzo por multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo.” (Evangelium gaudium, n. 203)

En cuanto a la cuestión central del caso ­–de si es lícito aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos–, conviene hacer varias precisiones. El papa no afirma que sea ilícito reducir el personal cuando es necesario para la supervivencia de la empresa, como ocurriría en la situación con la que se encontró Pierre Lecocq ante la reducción de las ventas a la mitad. No solamente es lícito sino también necesario para mantener el trabajo de los restantes cuando no se ve otra solución. Seguramente estarían en pérdidas o iban a estar dentro de poco. Reducir personal, a mi juicio puede ser incluso lícito, por la misma razón, para mantenerse competitivos, aun en situación de beneficios. En efecto, hay que mirar al largo plazo, como afirma LeBlanc.

¿Maximizar la rentabilidad a cualquier precio?

image-562037b1dfda73bb290326884b65cb65De lo que el Papa se queja es de aumentar la rentabilidad. En el mundo de la empresa es conocido que el anuncio de la reducción de personal, y la consiguiente disminución de cotes, va generalmente acompañado de un aumento de la cotización bursátil de las acciones de la compañía.  No que no está tan claro en qué ocurrirá con la rentabilidad a largo plazo. A veces, no sólo ha desconsideración por el personal, sino también una visión muy cortoplacista. Hay estudios que muestran los efectos perversos de la reducción de personal: al desprenderse de empleados también lo hacen de su experiencia acumulada (capital humano), pueden perder relaciones con los clientes y crear desmoralización y desmotivación entre los empleados que permaneces.

En casos extremos, el directivo tendrá que negarse a aplicar soluciones no éticas, pero en muchos casos, un   empresario y un directivo católico, más que luchar entre dos lealtades, ha de ser prudente y competente buscando soluciones que armonicen sus responsabilidades con los accionistas, con los empleados y hasta con la comunidad local donde opera la empresa. Como afirmaba Benedicto XVI, “la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia.” (Caritas in veritate, n. 30).  

En caso de que la reducción de personas ha de hacer lo posible por evitar las malas consecuencias o, como afirma el Papa Francisco, para intentar que no haya nuevos excluidos.  Hay soluciones como intentar recolocaciones, ayudar a buscar nuevos empleo  y una formación permanente que mantenga la “empleabilidad” de los colaboradores cuando lleguen situaciones de este tipo.

Por lo demás, el Papa, tan sensible para los problemas de los pobres y de los excluidos, no olvidará el papel  imprescindible de la empresa y de los empresarios.

Domènec Melé

Profesor de ética empresarial



[1] Gregory J. Millman, “Catholics in Business Wrestle With Pope ‘Francis' Attacks on Capitalism”, Wall Street Journal (online) de 11 juliol 2014: http://online.wsj.com/articles/catholics-in-business-wrestle-with-pope-francis-attacks-on-capitalism-1405016794

  • 07 noviembre 2014
  • Domènec Melé
  • Casos de moral

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