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La imagen del hombre y el genoma humano

Un análisis desde el pensamiento de Hans Jonas

Mercè Montserrat Lajara García

Publicaciones de la Abadía de Montserrat

Colección: Scripta et Documenta, núm. 85

Barcelona 2009

334 pág. 

 

En la publicación de su tesis doctoral, la autora habla de la descodificación del Genoma Humano y estudia sus posibles implicaciones éticas para el hombre. Lo lleva a cabo desde la óptica de la ética de la responsabilidad, propia del filósofo image-5ef52cd8339b594e2d5b6a48a580dd05judío alemán nacionalizado estadounidense, Hans Jonas (1903-1993). Habiendo completado su preparación de bióloga y máster de bioética con una esmerada formación filosófica, la autora examina el tema en tres partes complementarias.

En la primera, Lajara analiza la filosofía ética de Hans Jonas, al que presenta como un excelente conocedor de los peligros que pueden derivarse de un uso imprudente de los conocimientos científicos en el campo de la biotecnología y de la medicina. La autora nos recuerda la especial relación de la vida de Jonas con la lucha contra la ideología nazi, así como su formación académica junto a los filósofos M. Heidegger y E. Husserl, y con el teólogo protestante R. Bultmann. De cada uno de ellos aprendió Jonas determinados aspectos que más tarde –en el frente, durante la guerra– maduraría, y finalmente reelaboraría en sus años de docencia en las universidades norteamericanas.

Después de examinar los conocimientos más básicos y generales de la filosofía de Jonas (principio de responsabilidad, heurística del miedo, etc.), la autora nos presenta las reflexiones críticas del filósofo alemán sobre temas tan concretos y actuales como la eugenesia, la clonación humana, el concepto de muerte cerebral, la eutanasia, la experimentación con seres humanos y la tecnología genética.

Tanto por parte de Jonas como por parte de la autora del libro, abundan las argumentaciones favorables al respeto a la vida humana y contrarias a los enfoques utilitaristas y relativistas. Así, comentando el uso que hace Jonas del argumento de la denominada «pendiente resbaladiza» (slippery slope), Lajara señala la tendencia existente de rechazar su validez y cita algunos autores actuales que la descalifican. Pero a continuación aporta bibliografía de peso y autoridad que avala el uso de dicha argumentación.

Las opiniones de Jonas y las tesis de la autora son con frecuencia y de forma no confesada coincidentes con la filosofía de la ley natural y la doctrina de la Iglesia Católica, y las reflexiones bioéticas que aportan son a menudo clarificadoras y ayudan a argumentar racionalmente. Pero a veces el texto es algo confuso y aparentemente contradictorio. Así, al tratar de la eugenesia que Jonas denomina «negativa», que incluye el aborto de fetos con malformaciones graves, tanto el filósofo alemán como la autora del libro parecen adoptar una postura permisiva o al menos «benigna» y tolerante. Es eugenesia «débil», dice Jonas. Sin embargo más tarde afrontan la cuestión de los fetos malformados de una manera más claramente contraria.

Quizás en el texto se eche en falta la exposición de unos principios básicos definitivos y de validez universal que presten solidez y coherencia a las argumentaciones. Tal vez por ello el lector pueda detectar en la obra un cierto aire de provisionalidad que le resta fuerza.

A lo largo de 85 páginas, la segunda parte del libro se ocupa con detalle del Proyecto Genoma Humano. Tras una revisión histórica, el texto expone la metodología seguida en esta gran realización científica. A continuación explica de forma comprensible en qué consiste el Genoma (definición, estructura, fisiología, aplicaciones), para acabar planteando los desafíos éticos que acompañan a un avance tan extraordinario. Lajara acaba esta sección con una revisión documental que ayuda a ver las repercusiones del Proyecto sobre la sociedad.

En la tercera parte, la autora se centra en la imagen del hombre y la revisa desde una triple perspectiva: biológica, cultural y espiritual.

Resulta llamativo cómo al tratar de la vertiente biológica del hombre, la autora deja de lado a Hans Jonas para, tras una limitada revisión bibliográfica que le permite plantear la cuestión del estatuto del embrión humano, acabar resolviéndola de manera incierta, dejando así al no nacido expuesto a todo tipo de posibles manipulaciones en los primeros estadios de su vida.

Efectivamente, si bien la autora comienza aceptando que la vida humana se inicia en el momento de la fecundación, deja no obstante indeterminado el momento inicial en que se constituye el ser humano como individuo (y, por tanto, como persona). Ello se deriva de su afirmación de que las propiedades de unicidad y unidad son las que determinan la individualización, cualidades que no aparecen –según afirma– hasta que se completa la nidación.

La autora examina a continuación el desarrollo del cerebro y asegura llegar así a la conclusión de que la persona no aparece en un momento determinado, sino que se va haciendo desde la fecundación hasta su constitución en organismo adulto humano, una transformación que denomina «humanización». Este proceso - afirma- sigue siendo mal definido incluso en la edad adulta.

Como corresponde a una tesis doctoral, la obra finaliza con una exposición de conclusiones que la autora sintetiza en tres tesis. En éstas, la Dra. Lajara afirma que, a pesar de algunas debilidades en su estructuración y en algunas conclusiones dependientes, entre otros motivos, de los conocimientos científicos del momento, las aportaciones de Hans Jonas al panorama bioético superan las objeciones que sus críticos le han planteado. La Dra. Lajara subraya que, si bien el estudio del genoma y sus aplicaciones han supuesto y supondrán en el futuro una gran contribución a la sociedad, se impone la prudencia para preservar el bien de las personas, especialmente el de aquellas más vulnerables.

Un aspecto fundamental que puede verse afectado por la tecnología genética aplicada al ser humano es el mismo concepto de hombre. Delimitar la especificidad humana en sus diversas esferas permitirá orientar la eticidad de las intervenciones genéticas para preservar la dignidad de la persona humana. En este sentido, resulta imprescindible y urgente que la filosofía se abra a un diálogo interdisciplinario que ayude a definir qué es lo humanamente deseable.

La autora acaba la obra con una cita de Jonas: «El estado del hombre pide constantemente su mejora. Intentemos ayudar. Intentemos prevenir, aliviar y curar. Pero no intentemos ser creadores en la raíz de nuestra existencia, en la sede primigenia de su secreto».

Joan Vidal-Bota

  • 10 junio 2011
  • Mercè Montserrat Lajara Garcia
  • Número 39

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